¡Gracias pelaus!

 

Estos pelaus son mucha dosis.



 

Me gusta verlos con esa fuerza y ese sentir cruceño, camba cien x cien.

Ya son grandes ahora, pero los recuerdo como si fuera ayer en sus líos.

Líos en el colegio.

En la materia de historia o sociales.

Los líos que se hacían cuando escuchaban al maestro hablar de historia de este pueblo y ellos habían escuchado otra versión de parte de su padre.

Desde chicos supieron quién era Ñuflo, que hizo y de dónde vino.

Crecieron escuchando a su padre hablar de Cañoto, el cura Salvatierra o Andrés Ibañez.

Ellos aprendieron…

Ahora son grandes.

Ahora se asolean porque aman su tierra y la tierra de sus padres y abuelos.

Defienden su tierra porque conocen su historia.

Y no es que lo hagan de locos o pagaus, como señalan las infames e inmorales personas del gobierno.

No, para nada…

Estos pelaus crecieron creyendo en la honestidad y el trabajo digno.

Ellos nunca se venderían.

Estos pelaus crecieron con valores morales y religiosos sólidos, valores basados en el ejemplo.

Por eso, sus principios cívicos son inquebrantables.

No son perfectos, pero son sanos en todo.

Así son estos pelaus que se asolean rodeado de llantas y pitas.

Me consta…

Estos pelaus se pueden asustar ante un policía armado, pero nunca bajarán la cabeza, porque dignidad y valor les sobra.

Porque saben que defienden algo bueno, saben que luchan por lo que es correcto.

Y está claro…

Alguien que lucha contra el abuso, la maldad, la inmoralidad, la soberbia y prepotencia no puede ser malo.

Ellos están del lado de la luz y si algo aborrece la oscuridad, es precisamente eso: La luz.

¿De quién hablo?

De mis hijos.

Y a través de mis hijos, también hablo de los hijos de mis amigos, y de otros pelaus que no conozco y menos me conocen…

Pero…

Ellos no saben cuánto los admiro.

Y los veo…

Veo ese inmenso ejército de chicos jóvenes y jovenes adultos bolivianos, jóvenes que creen, chicos que esperan y merecen un país mejor.

Esa inmensa tropa de pelaus que salen de su casa para ir al cruce, a la avenida, la esquina de su casa o a su rotonda.

Esos pelaus que salen con el riesgo de que un policía, o algún estúpido resentido social los lastime.

Esos pelaus que hacen un paro y enfrentan la injusticia política sonriendo.

Esos pelaus que vuelven a casa quemados por el sol y duermen agotados, pero con la conciencia tranquila de saber que están del lado correcto…

Sí…

Hablo de mis hijos, hablo de los tuyos, pelaus valientes e incansables.

 

Ya lo hicieron hace dos años, lo hacen ahora y lo harán las veces que sea necesario.

 

Lo harán porque quieren vivir libres.

 

Lo hacen por ellos, por vos, por mí, por mi padre y por sus hijos…

¡Y nadie les paga un peso!

 

Gracias hijitos, un padre orgulloso de ustedes les brinda su respeto y a través de ustedes, un aplauso de pie para los millones de chicos y jóvenes bolivianos que sueñan con un país mejor y diferente al que tenemos ahora.

 

Mis respetos.

 

Fuente: El Escribidor