La Dama del Trapo

Puede ser un dibujo animado de una o varias personas, barba y turbante

Era medio día, yo miraba la tele cuando la vi: La Dama del Trapo, una mujer a quien es difícil no ver, ya sea por su estrafalario vestuario, eterna y sublime inspiración de memes… Ya sea por sus desafortunadas apariciones públicas, como sea, es difícil no mirarla.

Ahora se mandó otra.



La Dama del Trapo apareció en la helada planicie paceña, pidiendo perdón a nombre de los cruceños.
Fiel a su estilo, o sea, sin estilo, la mencionada señora pidió perdón a los alteños, porque según ella, personas cruceñas como yo, mis padres, mis hijos o mis amigos, sembramos odio, racismo, desestabilización, violencia y confrontación.

– «Yo, como «cruceña», les pido perdón», señaló la Dama del Trapo.

Cuando la vi y escuché, una persona se me vino a la mente: Doña Petrona Paz, doña Piti.

Doña Piti, era una venerable anciana guaraya; maestra en el arte de eliminar piojos de las cabezas en mi barrio, ahí en la Ana Barba. Ella mezclaba alcohol con algo, ponía eso en la cabeza de las piojentas y luego cubría la zona humedecida con un trapo. Un trapo mata piojo, ´igualingo` al que usa en su atuendo la dama mencionada, y listo, chau piojos.

Pero también… Al ver y escuchar a la Dama del Trapo, recordé a respetables, dignos y educados ciudadanos que pisoteaban, defenestraban y finalmente quemaban una indefensa Bandera Cruceña.

Por supuesto… Recordé las palabras llenas de odio y carga racial contra Santa Cruz y su gente, delicadas y elegantes frases que fluían alegres, invitando cordialmente a una guerra civil, con marcha turística hacia Santa Cruz, para «sentarnos la mano.»

Pero sobre eso… La «cruceña» jamás dijo algo.

El colmo fue cuando la Dama del Trapo gritó a voz en cuello: «Honor y gloria para todos los caídos en Senkata», desconociendo o negando los muertos en Montero, ciudadanos cruceños asesinados y hasta ahora sin justicia.

Y bueno… Ahí estaba yo, alucinado por semejantes y patrióticas expresiones cuando ´elay`, mi asiática volvía del patio después de broncearse todo el medio día bajo el implacable sol de noviembre.

La contemplé… Cabello suelto, piel tostada, mini bikini blanco y esa mirada que parece sospechar, mirando la tele, ella solo dijo:
– ¿Con qué salió esa gorda ahora?
– Naaaa…cosas de masistas -respondí.

Por: El Escribidor