Alerta: vientos salvajes están alterando las corrientes de la Antártida y derriten el hielo desde abajo

La situación es mucho más grave de lo que se suponía. El fenómeno puede terminar de desprender el glaciar Thwaites, más conocido como “el apocalíptico”, que puede elevar el nivel de los mares en más de 60 centímetros

El glaciar Thwaites, más conocido como "el apocalíptico", en una visión de aproximación satelital en la que se puede observar una de las tantas grietas de su superficie. (Jeremy Harbeck/ OIB/NASA)
El glaciar Thwaites, más conocido como «el apocalíptico», en una visión de aproximación satelital en la que se puede observar una de las tantas grietas de su superficie. (Jeremy Harbeck/ OIB/NASA)

 

La huella que se deja en la Antártida puede perdurar más tiempo que la vida de la persona que da ese paso. El hielo es capaz de guardar los mayores secretos por millones de años. Pero eso era una verdad científica hasta ahora. El cambio climático lo está modificando todo en esta tierra mítica. Voy dejando las huellas de mis botas en un hielo que se está derritiendo. Caminamos sobre trozos de témpano en la bahía López de Bertodano, en la isla Seymour/Marambio, rumbo al campamento donde se construye la Estación Científica Valverde. Allí comenzarán a estudiar las emanaciones de metano que desde el lecho marino se producen cada vez con mayor intensidad, y que contribuyen enormemente al efecto invernadero. Mi guía es el geólogo Rodolfo del Valle, de la Dirección Nacional del Antártico, un veterano de 35 años de trabajo antártico con más de 60 campañas en el Polo Sur. “Esto me provoca una tristeza enorme. Esta tierra está cambiando a un ritmo frenético. La Antártida que yo conocí está desapareciendo. Si lo tuviera que decir en términos no científicos, se está derritiendo”.

Este primer párrafo lo escribí hace 15 años para el diario Clarín cuando tuve el privilegio de recorrer durante más de un mes diferentes campamentos de científicos esparcidos por la península antártica. En aquel momento no faltaron las críticas. Decían que exageraba, que todo era parte de un proceso natural. El argumento de los negacionistas. Una década y media después vemos que la situación empeoró en forma extraordinaria. Los vientos más salvajes están alterando las corrientes. El mar está liberando dióxido de carbono. El hielo se derrite desde abajo.



Uno de los campamentos científicos en la zona de la Antártida argentina desde donde se estudia cada temporada de verano el comportamiento de los glaciares y las barreras de hielo.
Uno de los campamentos científicos en la zona de la Antártida argentina desde donde se estudia cada temporada de verano el comportamiento de los glaciares y las barreras de hielo.
Un informe especial publicado recientemente por el New York Times revela que ya se están modificando las corrientes del Mar Antártico. Este fenómeno tiene la potencia de acelerar el cambio climático y desprender los mayores glaciares del continente, incluido el Thwaites, más conocido como “el apocalíptico” porque si se derrite, como todo lo hace prever, podría hacer aumentar a nivel global el nivel de los océanos en 60 centímetros.

La característica dominante del océano, que se extiende por unos 3 kilómetros de profundidad y hasta 2.000 kilómetros de ancho, es la Corriente Circumpolar Antártica (CCA), la mayor corriente marítima del mundo. Es el motor del clima global y evita que el planeta se caliente aún más al extraer agua profunda de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, gran parte de la cual estuvo sumergida durante cientos de años, y arrastrarla hacia la superficie. Allí intercambia calor y dióxido de carbono con la atmósfera antes de ser enviada de nuevo en su eterno viaje de ida y vuelta.

Los vientos más salvajes están alterando las corrientes. El mar está liberando dióxido de carbono. El hielo se derrite desde abajo. BECK / NASA OPERATION ICEBRIDGE
Los vientos más salvajes están alterando las corrientes. El mar está liberando dióxido de carbono. El hielo se derrite desde abajo. BECK / NASA OPERATION ICEBRIDGE

Durante siglos este océano fue un misterio. Sólo unos cuantos barcos balleneros y exploradores avezados se animaban a surcar unas aguas que en cualquier momento los podía encerrar en una capa de hielo hasta terminar con sus barcos y sus vidas. El capitán inglés, James Cook, había pasado tres años buscando la Terra Australis Incognita, como se la denominaba entonces, durante su segundo viaje entre 1772 y 1775. Pasó cerca del continente, pero nunca lo supo. Fue recién en 1820 cuando llegaron hasta la península antártica dos expediciones casi al mismo tiempo. La encargada por Rusia y encabezada por Fabian von Bellingshausen avistó la capa de hielo polar el 27 de enero de ese año. Tres días después, el capitán de la marina británica Edward Bransfield pudo observar la punta de la península. A partir de ahí se sucedieron las expediciones y comenzó la incipiente colonización. Los países más cercanos a la Antártida fueron los primeros en mantener bases estables. Hasta que en 1959 se firmó el Tratado Antártico que preserva ese continente y prohíbe cualquier otra actividad que no sea la investigación científica. Con la entrada al siglo XXI también se convirtió en el laboratorio donde se puede ver de primera mano la devastación provocada por el cambio climático.

A medida que el mundo se calienta, aseguran los científicos, los incesantes vientos que impulsan el afloramiento son cada vez más fuertes. Esto podría tener el efecto de liberar más dióxido de carbono a la atmósfera, trayendo a la superficie más agua profunda que ha mantenido este carbono encerrado durante siglos. Parte de esta agua ascendente, que ya está relativamente caliente, fluye por debajo de las plataformas de hielo de la costa antártica que ayudan a evitar que las vastas y gruesas capas de hielo del continente lleguen al mar más rápidamente. La Antártida que vi derritiéndose desde la superficie de los hielos, ahora produce el mismo fenómeno, pero desde abajo. “En efecto, la Antártida se está derritiendo desde el fondo”, confirmó Henri Drake, oceanógrafo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en la investigación sobre el fenómeno.

Otro informe publicado por la revista científica Live Science, confirma que el “afloramiento caliente” está desprendiendo enormes masas de hielo que terminan derritiéndose mientras se acercan a mares más templados. Entre ellos, el glaciar Thwaites, el apocalíptico, que tiene aproximadamente el tamaño de Gran Bretaña o de la provincia argentina de Córdoba (160 mil kilómetros cuadrados) y se extiende a una profundidad de 800 a 1.200 metros en su línea de conexión a tierra. El Thwaites ya perdió alrededor de 1.000 millones de toneladas de hielo desde 2000, el doble de lo que lo hacía hace 50 años. “Va a haber un cambio dramático en el frente del glaciar, probablemente en menos de una década. Tanto los estudios publicados como los inéditos apuntan en esa dirección”, dijo a la BBC el glaciólogo Ted Scambos de la Internacional Thwaites Glacier Collaboration.

Un registro de 25 años de observaciones satelitales sobre la región de Getz en la Antártida Occidental, revelaron que el ritmo al que los glaciares fluyen hacia el océano se está acelerando exponencialmente. UNIVERSITY OF LEEDS/ESA
Un registro de 25 años de observaciones satelitales sobre la región de Getz en la Antártida Occidental, revelaron que el ritmo al que los glaciares fluyen hacia el océano se está acelerando exponencialmente. UNIVERSITY OF LEEDS/ESA

Si Thwaites se desprende por completo y libera toda su agua en el océano, el nivel de los mares aumentaría en más de 60 centímetros, aseguró Scambos en la reunión anual de la Unión Geofísica Estadounidense. “Y podría llevar a un aumento aún mayor, hasta 3 metros, si arrastra a los glaciares circundantes con él”, agregó el glaciólogo.

Scambos se basa en las evidencias recogidas por un pequeño submarino amarillo sin tripulación llamado “Boaty McBoatface” que viajó por debajo del glaciar Thwaites. De esa manera se descubrió que está llegando al glaciar más agua cálida de las profundidades del océano, lo que está provocando fracturas profundas en la plataforma de hielo. De producirse el colapso del Thwaites y otras barreras de hielo de la península antártica alteraría las proporciones entre superficie terrestre y acuática en el planeta. Desaparecerán islas y zonas costeras en todo el globo.

La Antártida se está derritiendo a una velocidad mayor de la calculada por los científicos con los conversé hace 15 años en varias bases de diferentes países, desde la argentina Jubany hasta la chilena Frei, desde la china (cada vez más grande y expandida) hasta la rusa y la uruguaya Artigas. Las nuevas evidencias recogidas por el submarino amarillo superaron todas las predicciones. La Antártida se está derritiendo a la velocidad de los vientos salvajes y anárquicos que la azotan.

Fuente: infobae.com