La gasolina es el carburante preferido que es comercializado sin control en las calles de los municipios fronterizos.
Fuente: Unitel
El contrabando no da tregua en la frontera con Brasil en donde no solo se ingresa productos de manera ilegal como bebidas o alimentos, sino que también hay una venta sin control de combustibles, pero con la particularidad de que se lo hace desde Bolivia hacia el vecino país.
Unitel constató como hay personas que se acercan hasta una estación de servicio en la población fronteriza de Puerto Quijarro para cargar gasolina utilizando bidones o baldes plásticos a un precio de 3.74 bolivianos por litro para luego comercializarlo en hasta seis bolivianos.
Los clientes vienen desde Brasil hacia Bolivia para adquirir este producto a un costo que para ellos es atractivo pues este carburante tiene un precio de 6,7 reales (casi ocho bolivianos) en el vecino país.
Hay también quienes compran el combustible y lo comercializan en puestos improvisados al interior de sus domicilios. Allí reciben motorizados que cargan la gasolina ‘a puerta cerrada’, hay otros que usan mangueras de jardinería que colocan en los bidones que luego levantan, y con una maniobra, permiten que el carburante termine en el tanque del motorizado.
Para el economista Waldo López, el contrabando de combustible en la frontera es una pérdida económica para el país «por partida doble» pues el diésel se importa y también se subvencionan.
Mientras que para el exministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos, esta situación se da porque Bolivia, en el mercado interno, no se ajusta a los precios internacionales y es subvencionado por eso se convierte en un buen negocio para el contrabandista.