¿Felicidades? Esa es la pregunta

A lo largo de las últimas dos décadas aproximadamente, el dinero ha eclipsado de una manera exagerada a los políticos, que de una manera u otra han llegado a gobernar el país como también los espacios subnacionales. Este significativo hecho ha suplantado cada vez más a otros valores como el estándar contra el cual la gente común, o sea el ciudadano de a pie, se mide a sí misma y evalúa su propio prestigio social y el mutuo.

A pesar de las revueltas constantes contra la corrupción, los miembros de este sistema político corrupto impuesto por el MAS, amparados en un PODER JUDICIAL encubierto y manejado políticamente, todavía tienden a recibir la noticia del último escándalo con un incómodo encogimiento de hombros, intentando desviar la atención y apuntando al oponente como más corruptos que ellos.



Pero no se puede olvidar ni borrar de la memoria 14 años de gobierno, que nos dejó un balance triste de hechos reñidos por la ley, que mostraron a muchos masistas como nuevos millonarios, entre algunos casos: El caso Zapata; FONDIAC; Barcazas Chinas; Taladros YPFB; BoA CATERING; 33 Camiones Quintana; Extorsión a Menonitas; 70 Tractores Salvatierra; Empresa Sonia Polo; Santos Ramírez YPFB; Satélite Chino; Jacob Ostreicher; Sobreprecio Planta Urea; Desfalco Banco Unión; DIRCABI; LAMIA; Empresa Constructora del Ejército; Catler Uniservice; Aviones BAE 200 y BAE 100; Quiborax; Neurona; Carretera Rurrenabaque-Riberalta; Carretera Santa Bárbara-Quiquibey; Caso Uelicn Jefe antidroga Venta de exámenes Unipol; Letras de cambios Corsan Corviam; Aeropuerto Apolo; Bulo Bulo; Cartonbol; Aeropuerto Chimoré; Ixiamas; Museo Evo Morales; San Buenaventura; etc; etc. Sumando un daño económico al país por arriba de los 8 mil millones de dólares, que están en los bolsillos de los socialistas o en jugosas cuentas en Las Bahamas.

Sus razones en cuanto a la falta que cometen al no vincular la corrupción con asuntos primordiales de su propio interés son contradictorias de manera peculiar, algunos ven estos episodios como ejemplos aislados, aunque sorprendentes de delincuencia individual que parece afectar únicamente a una región en particular, mientras que el centralismo gubernamental minimiza la corrupción mayor como una realidad que siempre ha existido.

Estas actitudes evitan que reconozcamos, sin mencionar que encontremos una solución, un acontecimiento peligroso que está sistemáticamente bloqueando las posibilidades de desarrollo, acelerando la destrucción de los principios y valores y la desigualdad de ingresos y de riqueza de la sociedad boliviana en su conjunto, además de provocar en los malhechores, respuestas como si se tratara los recursos de alguna sociedad anónima y para nada recursos públicos que pertenecen al municipio cruceño o al Estado boliviano, como es el caso de los ítems fantasmas y contratos dirigidos, de la gestión de Percy Fernández que involucra a Sosa y ahora Jhonny Fernández, exconcejal y actual alcalde y de todos los casos de las gestiones presidenciales de Evo, de Jeanine, de Mesa, etc.

Un rasgo perjudicial en particular de esta evolución contemporánea es la poca atención prestada a la procedencia del dinero o los medios mediante los cuales fue adquirido de parte de la ciudadanía en relación con las personas que antes de llegar al puesto público, por ser aún, una sociedad pequeña, se les conocía sus condiciones económicas y sociales que representaban, ya que el dinero siempre se muestra a la entrada de cualquier hogar.  En décadas anteriores, por lo menos en nuestro país y en Santa Cruz en particular, la riqueza se consideraba honorable solo si se había obtenido de una manera honrada.

Otrora época donde, por ejemplo, exhibir abiertamente el patrimonio neto, causaba muchas veces tal desapruebo que inducía a que los ricos con discreción minimizaban sus fortunas. Qué lindo fuera que de manera abierta se interrogara de manera severa a miembros de la comunidad, que hoy se jactan de pertenecer a una sociedad élite, los mismos que se han vuelto ricos de la noche a la mañana, de estos hay varios en el oriente boliviano y en el trópico de Cochabamba, y si no es de la droga, los recursos obviamente es de la corrupción que un cargo público les generó. Lo que queda claro, es que nuestra sociedad boliviana de manera descarada, está mostrando su admiración por la gente que “hace dinero” sin importar los medios, y esta tendencia es evidente, ya que cada vez más, el simple hecho de poseer riquezas otorga un estatus envidiado.

Mientras tanto, el sistema financiero globalizado, los paraísos fiscales, las transferencias electrónicas y los Bitcoins, han revolucionado los usos que se le pueden dar al dinero mal ganado, por ende, aumentando el riesgo. Y de esta manera, los controles ya no rigen los métodos a través de los cuales se adquiere la riqueza.

Para competir en esta carrera, por rentabilidad o ceros en las cuentas bancarias personales, las élites políticas de nuestro país, en las fisuras políticas y de identidad que se dan en este escenario, escriben las reglas que gobiernan la actividad económica y política (o de manera selectiva imponen dichas reglas) para su propio beneficio. Esta perversión de la función del gobierno, ya no es simplemente dinero en efectivo en un sobre o una orden de compra inflada, o la entrega de un vehículo de lujo antes de asumir un cargo, es simplemente lo que engloba la palabra corrupción.

Para lograr su objetivo de autoenriquecimiento de la manera más efectiva, las élites del control de cualquier poder público, duplicaron un patrón observado en otras partes: se entrelazaron en redes multidimensionales. De diversas geometrías y grados de estructura, estas redes tejen sectores dispares: gobierno y negocios, delincuentes verdaderos con grupos cercanos de amigos, parientes, fraternos, logieros, amigas de pasanaku, compañeros de universidad, hermanos de sindicatos cocaleros, clanes de narcotráfico, etc.  

El apresto y la criminalización de los sistemas económico y político de este modo han enfurecido a la población el año 2020, al conocer hechos repulsivos de corrupción del gobierno transitorio de Añez, donde la oportunidad de enriquecimiento utilizando recursos destinados a controlar la pandemia del Covid, fueron a parar a los bolsillos de autoridades que pertenecían a los DEMÓCRATAS de Rubén Costa, a quien ahora también se lo acusa de haber financiado con el dinero de la gobernación cruceña, la publicidad de su candidato Aguilera. Esta indignación se vuelve a manifestar, al conocerse, que, en el municipio de Santa Cruz, mensualmente se recaudaba para autoridades internas la suma aproximada de 1 millón de dólares, que Arce Catacora mantiene a su hijo cuidando sus negocios estatales en YPFB y que Gabriela Zapata sale libre de la cárcel a disfrutar de sus millones robados al Estado.

Ante estos hechos descarados de delincuencia, que serán juzgados por jueces corrompidos, que está siendo utilizado por un gobierno podrido e inmoral como bandera de una lucha contra la corrupción inexistente. El primer paso que se debería realizar, es reconocer la corrupción actual como un sistema operativo deliberado de redes exitosas y sofisticadas, al cual se lo debe combatir a nivel nacional, regional y local. Debemos como ciudadanos, estar dispuestos a publicar y mostrar públicamente a estos “PERROS DELINCUENTES”, no importando la amistad o la cercanía que hubiéramos compartido.

Debemos de dejar de dar por hecho la realidad de las distinciones entre sus diferentes ramificaciones funcionales, el que se hizo rico a costa del dinero mal habido, no tiene el derecho de ser reconocido como parte de una sociedad que trabaja diariamente por el sustento familiar de manera honrada. Se debe analizar con cuidado las huellas superpuestas del sector privado-público para encontrar evidencia de actos en interés propio, o sea, contratos que tienen nombre y apellido previo a una licitación gracias a las comisiones ofrecidas, tal es el caso del contrato de la basura en Santa Cruz, por mencionar alguno. Debemos de protestar ante el uso del poder inescrupuloso en beneficio personal, de los gobernantes actuales, como el caso del hijo del presidente Arce y su influencia en las empresas estatales como YPFB en Santa Cruz; el uso de aviones de la Fuerza Aérea de parte de Evo y también, en los prestatarios o contrapartes que el gobierno tiene actualmente. Por último, debemos de dejar de aceptar los legalismos como pretextos para la delincuencia de políticas, que el poder judicial y el ministro portavoz de la injusticia en Bolivia amparan.

Irónicamente, dada la oportunidad que presenta la indignación generalizada por el tipo de corrupción descubierta en Santa Cruz, vale la pena recalcar que las uñas pintadas de dos mujeres del ámbito político en nuestro país, tendrán que ser retocadas en prisión. Y las uñas sucias del pedófilo, seguirán creciendo entre la mugre de su corriente partidaria el año que viene.

Un año 2021 que despedimos entre basura política: Unos que quieren y otros que no se dejan, unos que roban y otros que reclaman su pedazo de la torta, unos que aprovechan la acusación y otros que se creen santos inocentes, unos que buscan diálogo y el otro que se hace el idiota, unos que quieren volver al pasado INCA y otros que miran el mundo moderno, unos que piensan vacunarse y otros que no creen en la vacunación, unos logieros de una y los otros de otra… Hay división, hay dos Bolivia diferentes, hay intenciones de que nos enfrentemos. Pero lo más triste, es que hay CRISIS SOCIAL, SANITARIA, EDUCATIVA Y ECONÓMICA y no HAY GAS, NO HAY PLATA, NO HAY CAPACIDAD NI LIDERAZGO PRESIDENCIAL.

Que el año 2022, sea el definitivo. Que Bolivia encuentre su rumbo de una manera pacífica u otra vía que muchos no creen. Que los bolivianos entendamos que no es cuestión de ganar o perder, la cuestión es ¡No perder las ganas!

¿FELICIDADES? Esa es la pregunta…

 

Alberto De Oliva Maya