La falta de ética política y la inmoralidad institucionalizada

La triste realidad de nuestro país respecto a los políticos existentes y el actuar del gobierno a la cabeza de Arce Catacora, no es más que la ausencia total de la ética política. Cuando se nota una ausencia de costumbres y normas que dirigen o nos permitan valorar el comportamiento humano en una comunidad, significa que los principios y valores se han perdido por completo.

El descuido de la ética en el actuar de los gobernantes y funcionarios ha generado, por un lado, que aquellos que ocupan cargos públicos, cuando carecen de principios éticos, desvíen los fines originales de la política, esto por encontrarse demasiado obsesionados por sus intereses personales y partidistas. A su vez, el olvido de la ética en los gobernados ha generado su corrupción moral, por la pasividad que demuestran. Ambas situaciones se reflejan constantemente en una dinámica social que se está instituyendo, que desgasta aceleradamente la convivencia pacífica entre bolivianos y nos acerca a una inevitable confrontación.



Dado que vivimos inmersos desde hace 16 años en una cultura basada en principios de independencia, individualidad y propiedad, gracias a las desventuradas pretensiones totalitarias del masismo, se torna cada vez más difícil respetar y practicar principios y valores colectivos como la solidaridad, la cooperación o la generosidad. Por el contrario, se viene observando “la ley de la selva” donde impera el más fuerte para que las regiones cada vez se conviertan en focos de resistencia como muro de contención para el centralismo totalitario que el presidente y su camarilla quieren implementar.

Se reavivan confusiones respecto a sí una situación es correcta o no, incluso existe cierto rechazo a las normas éticas, ya que estas son menos atractivas o estimulantes que los principios individuales. El disfrute individual del dinero y los bienes materiales sin duda atrae mucho más que el goce colectivo de los mismos. Pensar en uno mismo y no en los otros es la característica del político actual, ya sea a nivel gubernamental central o en su defecto en los poderes sub nacionales. El claro ejemplo, es el escándalo de los ítems fantasmas del municipio cruceño sin dejar de lado las decenas de casos de corrupción que el gobierno del MAS, durante 14 años de Evo y uno de Lucho, sustentando la ilegalidad, manejando la justicia a su antojo como arma estratégica de inmunidad.

Otro claro ejemplo que no debemos olvidarnos, es el corto gobierno de Añez donde quedamos perplejos de observar una repartija de cargos al inicio y padrinazgos para ocupar y robar en altos cargos ejecutivos como es el caso de Entel por representantes de un grupo de poder de Santa Cruz y el enriquecimiento rápido de los principales actores de la sucesión presidencial gracias al FRAUDE hecho por el narcotraficante y pedófilo Morales.

Una sociedad sin recursos éticos definitivamente genera una transformación en la conducta de sus miembros basada en antivalores. Lo que es antiético e inmoral, al extenderse en su práctica diaria, se torna normal e incluso es visto positivamente. La inmoralidad atrae actos inmorales.

La liberación de Gabriela Zapata, la protección a delincuentes como Achacollo, Quintana, Salvatierra, la protección al narcotráfico, al narco y pedófilo jefe Evo Morales más la falta de justicia en centenares de casos que involucran a dirigentes masistas, denotan el estado de devaluación en que se encuentran los poderes del Estado, sobre todo el judicial, cooptados por un partido político o mejor dicho por un clan mafioso que abusa del poder por MAS de 15 años.

La corrupción hecha pública por la exesposa de un funcionario de tercera línea de mando en la alcaldía cruceña, nos demuestra la gravedad de restar importancia a los valores éticos. El accionar de esta mujer, radica en el hecho que las personas que durante su infancia y juventud vivieron al margen de estos principios, difícilmente pudieran haber aceptado cuando alcanzaron la madurez. Y me refiero, que la cercanía de ella y al delincuente del marido (círculo cercano al MAS y a Sosa), estaba basada en corrientes de pensamiento que fomentaban, precisamente, actitudes antiéticas para aprovecharse de los cargos públicos a los cuales fueron electos, tal como se van aclarando las cosas. Bajo este contexto es fácil entender el estado de desvalorización en el que se encuentra el gobierno municipal de Santa Cruz, donde personajes como Sosa, Fernández y muchos otros, buscaron enriquecerse personalmente antes de servir al pueblo. En la gestión actual, la falta de ética es incuestionable, ejemplo claro, es que durante nueve meses de gestión nunca se propuso realizar una investigación al detalle de los 15 años de gobierno municipal de Percy Fernández. Pedir en esta etapa una revisión de una denuncia anterior, recién cuando existe una denuncia de parte de terceros, es que salieron los falsos moralistas a llenar los espacios de prensa levantando la bandera anticorrupción.

Ninguna disciplina está tan desacreditada como la política en nuestro país, no entienden para nada que la política es una ciencia. Muchos individuos que han participado y que lo vienen haciendo actualmente en ella sin tener ni formación ni experiencia, han contribuido a su deterioro. Se ha corrompido tanto que ha caído en situaciones grotescas hasta el punto de convertirse en una especie de pasarela en la que personas sin respeto por la investidura que les confiere ocupar un cargo público desfilan de manera indebida. 

Y seguramente que coincidimos todos, que las causas por la que se rechaza la ética son: porque existen intereses económicos bien definidos o una ambición por la riqueza; porque existen compromisos de grupo; porque se practica la corrupción; porque quienes ocupan los cargos no son políticos de vocación; porque se anhela el poder a costa de lo que sea y el enriquecimiento rápido a costa del dinero de los demás.

Es importante dignificar a la política y rescatar su verdadero u original significado. Hoy en día, en el pensamiento general del boliviano, la política suele ir acompañada de una connotación negativa resultado de fondos que se desvían, metas que no se alcanzan, promesas que no se cumplen, ayudas económicas que se desvanecen y, por tanto, aumenta la desconfianza. La política es sencillamente un trabajo que requiere personas especialmente puras, porque resulta muy fácil caer en la trampa. Una mente poco perspicaz ni siquiera se dará cuenta. Por tanto, tienen que ser especialmente vigilantes los que se dediquen a la política, personas sensibles al doble sentido de la auto confirmación existencial que de ella se desprende.  Todos lo que afirman que la política es un asunto sucio mienten.

La vida pública plantea exigencias de comportamiento ético porque implica conocer y entender el comportamiento ciudadano. La ética en la vida pública es un producto de primera necesidad. Sin ella no funcionarían las grandes instituciones del mundo moderno y posmoderno, es decir, el Estado, la economía y las empresas, las actividades profesionales y del sector informal. Las actividades de las instituciones públicas tienen una dimensión ética en tanto que afectan a las personas y sirven al desarrollo humano. Existe en el personal del servicio público un potencial inmenso que es el saber que se está sirviendo a una causa de sentido colectivo.

Todo Estado cuenta con políticos que tienen por función gobernar, aunque algunos lo hacen bien y otros no tanto. La diferencia entre unos y otros radica en que aquellos que lo hacen bien es porque cuentan en sus filas con personas que poseen conciencia, libertad, decisión, carácter, autoridad, educación, sentido común, es decir principios y valores y para nada los acostumbrados amigotes, fraternos, ahijados, parientes, que solo buscan insertarse al mundo de la función pública, esperanzados en mejorar sus condiciones de vida.

Es importante saber, si se quiere recuperar la confianza en las instituciones y cuáles son las causas por las que esta se ha perdido. En general, hay desconfianza porque se pierde la credibilidad. Cuando se miente, se promete y no se cumple, cuando existen necesidades que nunca son satisfechas el ciudadano deja de confiar. Ante las situaciones de incertidumbre, no bastan las reglas y las recetas miopes, las solas técnicas son insuficientes, es necesaria una ética pública que cuente con el atractivo suficiente como para motivar a actuar según un principio de justicia y de solidaridad universal, esto será difícil en el gobierno central porque la mediocridad cunde, pero sí, en Santa Cruz la población puede exigir que la gobernación deje de ser un espacio logiero y que el gobernador deje de ser un idiota político y blinde Santa Cruz como se merece. Y que la alcaldía deje de hacer negociados y se dedique hacer gestión en beneficio de su pueblo y no para las empresas o aquellos que se jactan de ser allegados íntimos de Johnny Cash (absurdo y denigrante apodo para una autoridad… madure alcalde)

Siempre es bueno recordar las palabras del sabio Confucio sobre la manera de actuar de un buen gobernante: “El gobernante se haya obligado, sobre todo, a perfeccionar su inteligencia y su carácter para conseguir la virtud; si obtiene la virtud recibirá el afecto del pueblo; si goza del afecto del pueblo, su poder se extenderá por toda la región; si ha adquirido el poder sobre la región, le resultará fácil alcanzar la prosperidad del Estado”.

Alberto De Oliva Maya