Niños con cáncer, la desigual batalla entre David y Goliat

El oncológico pediátrico Manuel Ascencio Villarroel alberga a 130 pacientes que se encuentran internados o en evaluación. Para esta Navidad continúa la campaña en busca de padrinos.

Niños con cáncer, en el oncológico pediátrico Manuel Ascencio Villarroel. ARCHIVO

A Lucía, agricultora de 42 años, las rodillas le flaquearon el día en el que los médicos le confirmaron el diagnóstico de su hijo de seis años: el niño padecía leucemia, el tipo de cáncer que afecta con más frecuencia a los menores que están internados o reciben tratamiento en el oncológico pediátrico Manuel Ascencio Villarroel.



Después de unos minutos de honda angustia, y tras enjugar sus lágrimas, la mujer, madre de tres niños, se repuso y empezó a informarse sobre esta enfermedad que estará con su hijo por muchos años, o posiblemente el resto de su vida.

El oncológico pediátrico atiende a unos 130 niños y niñas con cáncer, el más frecuente es la leucemia, informó la vicepresidenta de la Asociación de Padres de Niños con Cáncer Cochabamba (Aspanicc), Cinthia Choque.

TENÍA ANEMIA Lucía es oriunda de Villa 14, en Villa Tunari, y se dedica, junto con su familia, a la agricultura. Es madre de tres niños, al menor, Joaquín, le diagnosticaron leucemia o cáncer de sangre hace un poco más de dos meses.

El hermano mayor de Joaquín tiene 15 años y su hermana 9.

Una de las primeras señales que alertó a Lucía, sobre la salud de su hijo, fue que el pequeño dejó de comer como lo hacía habitualmente y su salud se empezó a deteriorar rápidamente, en no más de tres semanas.

El primer diagnóstico que le hizo conocer el médico, en Villa Tunari, fue que Joaquín tenía anemia y para un mejor tratamiento le recomendó llevar al pequeño a la ciudad, donde podía recibir una valoración más precisa.

Antes de embarcarse a Cochabamba, con el poco equipaje que tenía, tramitó el Sistema Único de Salud (SUS), con el fin de minimizar al máximo los gastos que podría deparar el tratamiento de Joaquín en Cochabamba, a donde tendría que ir a vivir por algunas semanas.

El traslado de Joaquín a Cochabamba se precipitó debido a una fuerte fiebre que el niño empezó a sentir un día, por lo que tuvo que ser trasladado de urgencia a la unidad de Emergencias del hospital Viedma.

Tras ser sometido a varios análisis, los médicos sospecharon que podía tratarse de cáncer, por lo que enviaron al pequeño paciente al oncológico pediátrico, donde finalmente confirmaron que Joaquín tenía leucemia.

“Ese momento, cuando me avisaron, me he asustado. No sabía qué hacer, solo me puse a llorar. Ya sospechaba cuando me derivaron al oncológico y cuando vi en la pared (una inscripción) que decía niños con cáncer”, rememora Lucía, aún entre lágrimas, ese día en el que le confirmaron lo que más temía.

Lo primero que preguntó a “la doctora” fue si esta enfermedad, el cáncer, tenía o no cura. Las palabras que en ese momento escuchó de los labios de la especialista oncóloga le devolvieron algo de esperanza: que sí había (cura), si ella cumplía con el tratamiento. “Por eso confié y mi hijo ha mejorado bastante desde el 15 de octubre pasado”.

Desde el día en que llegó al oncológico, Joaquín ya no sufrió ningún episodio de fiebre, ha recuperado peso, porque había llegado “bien flaquito” y, sobre todo, tiene mejor ánimo y apetito.

Tras llegar Joaquín al oncológico recibió un par de transfusiones de sangre y al menos seis sesiones de quimioterapia desde mediados de octubre.

“Está bastante recuperado, no vomita ni presenta sangrados”, complementa Lucía.

¿Cuál es la causa de la enfermedad de su hijo? Tras hacer esta consulta a los médicos, Lucía recibió dos posibles explicaciones: que puede ser hereditario o por los químicos que utilizan para fumigar los cultivos en el Trópico.

Y si bien la salud de su hijo ha mejorado ostensiblemente, los médicos adelantaron a Lucía que él debe seguir un tratamiento durante por lo menos dos años más.

Para cuidar a su hijo, Lucía tuvo que viajar hasta Cochabamba. Se aloja con unos familiares que viven en el municipio de Vinto, para lo cual debe trasladarse cada día en dos movilidades del transporte público hasta el oncológico.

Y para conseguir algo de dinero, los fines de semana viaja al Trópico donde trabaja sábado y domingo, y retorna a Cochabamba con el dinero que logra reunir para costear su comida y los medicamentos que le piden para la quimioterapia.

SEIS AÑOS Mariela, de 49 años, es madre de 10 hijos y uno de ellos está batallando contra el cáncer (leucemia) desde hace seis años.

Su familia es de Chipiriri (Trópico de Cochabamba) y una de sus hijas, que actualmente tiene 16 años, sufre leucemia desde los 10 años.

La adolescente recibió tratamiento durante un par de años y cuando su familia creía que ya estaba superando la enfermedad “sufrió una recaída” que la llevó nuevamente a internarse desde hace un mes y medio, además de que tiene un tumor en la espalda.

Después de que le diagnosticaron leucemia a los 10 años, la niña siguió un tratamiento y luego pasó a vigilancia, pero tuvo esa recaída, agravada por el tumor en la espalda.

Mariela recuerda que diagnosticaron a su hija la leucemia en Cochabamba, porque en el Trópico no hay un hospital en el que se pueda realizar esta tarea.

La madre empezó a sospechar que su hija tenía una enfermedad delicada, debido a que ella, de la noche a la mañana, perdió la fuerza en sus pies y ya no podía caminar. “El gasto es fuerte, cada día, además de que he abandonado a mis otros hijos menores”, señala.

Mariela se queda acompañando a su hija en el hospital, porque a causa de su enfermedad le pide que no la deje un solo momento.

Ella está en busca de un cuarto en Cochabamba para poder traer a sus hijos pequeños desde el Trópico y se queden a vivir con ella por el tiempo que dure el tratamiento de su hija.

La adolescente ya tuvo sesiones de quimioterapia y en los últimos días le realizaron una biopsia para verificar en qué etapa se encuentra la enfermedad.

AYUDA Lucía, al igual que otras madres que tienen hijos con cáncer, pide ayuda a la población para comprar medicamentos, porque tienen costos elevados y deben adquirirse casi todos los días, lo que representa un gran gasto.

“Cada día tengo que salir a buscar los medicamentos para la quimioterapia y a veces no encuentro, en otras farmacias es muy caro. Cuando tengo suerte encuentro en 52 bolivianos”, afirma Lucía.

UN REGALO Aspanicc realiza una campaña que consiste en buscar un padrino para un niño o niña con cáncer, quien entregará un presente en las vísperas de la Navidad, “toda vez que muchos padres no tienen la posibilidad de comprar un regalo a sus hijos, porque ellos están más preocupados en adquirir medicamentos y pagar por los estudios que necesitan para sus tratamientos.

“Muchos niños, por eso, no tienen la dicha de recibir un presente en Navidad, motivo por el cual se decidió realizar esta campaña”, manifiesta Choque.

Las personas que deseen apadrinar a un niño o niña, pueden anotarse llamando al teléfono de Aspanicc (67526020).

Choque manifiesta que las necesidades de los niños con cáncer son múltiples, tanto para ellos como para sus familias, porque se requiere dinero para los estudios, laboratorios patológicos, resonancias magnéticas, tomografías y medicinas que no están contempladas en el Sistema Único de Salud.

Aspanicc recibe donaciones de víveres, materiales de bioseguridad y ropa, especialmente para los padres que llegan desde las provincias y que no pueden retornar a sus lugares de origen, por lo que deben quedarse en Cochabamba.

“Para ellos se gestiona ayuda. Los padres que vienen de provincias, llegan a dormir en la calle, cerca del oncológico, en los pasillos, plazas, puesto que no se tiene un albergue para cobijarlos”, apunta finalmente Choque.

Fuente: https://www.opinion.com.bo