Pronóstico de infarto

La dirección de una administración que tiene a su cargo definir las metas y los objetivos, previo conocimiento o diagnóstico de la situación que se tiene, observando los efectos de los entornos internos y externos que rodean, para lo cual, es importante definir la estrategia a seguir, munida de pasos tácticos que hagan posible alcanzar los objetivos trazados, tiene la enorme responsabilidad de ejecutar políticas que lleven a buen puerto.

Gobernar es administrar. Lo peor que puede hacer una administración es no mirar la realidad, inventarse escenarios, desconocer los entornos, fabricar un diagnóstico imaginario y por último ir directo hacía el fracaso.



Tal parece que es la decisión asumida por el gobierno del señor Arce Catacora. Todos los indicadores económicos que le están señalando la gravedad de la crisis en la ya caminamos, están siendo ignorados. En realidad, si tuviéramos a una organización política en función de gobierno, estos indicadores serían tomados en cuenta para definir políticas que resuelvan su tendencia y la modifiquen a favor de los intereses nacionales. Lamentablemente, no es así. Estamos siendo gobernados por una organización criminal que responde a los intereses de sus socios en Cuba, Venezuela y Nicaragua. El carácter dictatorial que lo sustenta ha resuelto agravar los indicadores económicos y llevar a la sociedad boliviana hacía los mismos resultados que están viviendo, ahora, sus tres socios.

Déficit Fiscal del 9 por ciento, producto del empecinamiento en agrandar la burocracia estatal, las empresas públicas y la corrupción prebendal manejada por las instituciones a su cargo. Para sustentar este déficit, van a golpear los bolsillos de la ciudadanía aumentando tributos y recurriendo al crédito interno del Banco Central, y a posibles fuentes externas cada vez más lejanas. Este endeudamiento interno y externo irá mermando las reservas internacionales que ya están en un nivel crítico, con una caída del 66 por ciento desde el año 2014 a la fecha. Llegará el momento en que no tengan quien les preste y se comience a usar la maquinita de hacer billetes para no dejar en la calle a sus militantes que cobran del Estado.

En suma, se pide al ciudadano que trabaja, produce y paga impuestos, que todo ese sacrificio diario sirva para sostener a la militancia masista como empleados públicos. En otras palabras, que todo se vaya al diablo con tal de no perder el apoyo electoral que necesitan con el fin de facilitar el retorno de Morales a su Casa Grande.

¿Debemos aceptar esta locura?, ¿miraremos a un lado, permitiendo que nos saqueen los bolsillos? ¿Dejaremos que nuestros hijos tengan un futuro incierto y sin opciones de éxito porque unos delincuentes se lo propusieron?

 

Dante N. Pino Archondo