Prisión o muerte

 

Sería injusto desconocer el mérito del tal llamado proceso de cambio, de lograr posicionar a nuestro país en las primeras planas de la prensa internacional, especialmente cuando se trata de actividades non sanctas; reñidas con la ley; la moral y las buenas costumbres.



La prohibición de aterrizar en Francia; Portugal; y en otros países europeos al avión presidencial boliviano, con Evo Morales a bordo, cuando éste retornaba de Moscú en julio de 2013, donde asistió a una cumbre de países exportadores de gas, por la sospecha de que Edward Snowden, el exfuncionario de inteligencia estadounidense se encontrara a bordo, fue una clara advertencia de que las actividades del dirigente cocalero permanecían bajo la lupa de los organismos de inteligencia norteamericanos, y no de informaciones infundadas, como calificó en ese entonces  su canciller Choquehuanca.

Recordemos que, apenas unos meses antes de ese sonado acontecimiento, en febrero de 2011, el General René Sanabria, Zar antidroga de Bolivia, y uno de los agentes más respetados del país, fue detenido por la DEA como presunto capo de un cartel internacional de narcotraficantes y trasladado a los EE.UU., donde finalmente fue condenado a 14 años de prisión y cinco de libertad condicional.

Curiosamente, después de sólo nueve años de dicho acontecimiento, Sanabria retornó al país y, por orden judicial, fue detenido en el aeropuerto de Viru Viru, donde ya lo aguardaban agentes policiales y representantes del Ministerio Público para trasladarlo a La Paz, donde debió cumplir la detención preventiva que le fue impuesta, «por 60 días en el penal de San Pedro». Entonces, nos preguntamos: ¿Es posible que el General no haya sabido o intuido la ordalía que le esperaba, apenas pusiese un pie en su País? De haberlo sabido, si no es masoquismo ¿cuál fue el objeto de ese sacrificio?

Lo sugestivo de los hechos señalados, es la trascendencia mediática internacional que estos alcanzaron, y la semejanza que existe entre ellos, de constituirse en un importante factor probatorio para una serie de medidas y acciones judiciales a ser tomadas futuramente.

Como si de un maléfico sino se tratara, y que nos acompaña porfiadamente, la prestigiosa revista colombiana “SEMANA”, acaba de revelar la reciente captura, en ese país, del exoficial boliviano de policía, Omar Rojas Echeverría, bajo el cargo de ser un alto capo del narcotráfico, y que, en alianza con una red que tenía enlaces en Perú, Venezuela, Brasil, México y Estados Unidos, enviaba cientos de toneladas de cocaína y armas. Según información de la DEA, en poder de SEMANA, señala: “tenía estrechas relaciones en los más altos niveles del Gobierno de su país, donde es considerado una especie de Pablo Escobar”.

Como se ve, estamos muy cerca de compartir el Olimpo con la diosa blanca. Un paraíso donde se vive bien, pero por muy corto tiempo, y ese breve período, rico y lleno de abundancia, se lo paga, generalmente, con la prisión o la muerte.

 

 

Álvaro Riveros Tejada