Aleja Sandoval es una mujer vallegrandina que desde hace más de 40 años se dedica a la venta de pan chama para sacar adelante a su familia.
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Vallegrande celebra 197 años de grito libertario, el pueblo festeja su crecimiento que es posible gracias a su gente trabajadora, una de ellas es doña Aleja Sandoval.
Hace 43 años llegó a Santa Cruz, una mujer de Vallegrande, para producir pan vallegrandino a gran escala y recorrer con su canastón el mercado ‘siete calles’, ella es Aleja Sandoval.
“Es una mujer de fierro, empezó con su idea de ir al siete calles, llevaba casa por casa, iba ofreciendo con su canastito”, relata Lucía Sandoval, hermana de Aleja.
Sandoval nació en Vallegrande, es la mayor de 9 hermanos y por enseñanza de sus padres desde pequeña trabajó en la agricultura.
“Me siento orgulloso, es una pionera del pan de Vallegrande” dice Jorge Sandoval, sobrino de Aleja.
“Es una mujer que admiro por el trabajo que ha realizado durante muchos años”, indica Miguel Sandoval, sobrino de Aleja Sandoval.
Emprender no es fácil, pero ella llegó a Santa Cruz con un propósito, trabajar arduamente para salir adelante.
“Llegué y le digo ‘mamá llevemos pan al Siete Calles; porque de aquí una comadre llevaba, hecho el día viernes y lunes recién estaba vendiendo; pan viejo traen, nosotros caliente, ¿Por qué no vamos a vender?‘, ahí empezamos” recuerda Aleja Sandoval, productora del tradicional pan chama.
El trabajo nace en el centro cruceño, en horas de la madrugada la labor es incesante para tener listo el pan a las 05:00 de la mañana.
“Empezamos a trabajar desde las 12 de la noche, todo era a pulso, no había maquinas, todos ayudaban, hasta los más pequeñitos” recuerda Aleja Sandoval.
La calle Camiri, en la zona del mercado siete calles, aún conserva el puesto donde vendió por primera vez las tradicionales chamas cuyo ingrediente principal es el trigo que cultiva hasta hoy en su natal Vallegrande.
“Ella con tanto esfuerzo ha logrado crear de la nada, estamos orgullosos de tener una madre tan fuerte que a pesar de su edad sigue levantándose en la madrugada” dice Ariel Rojas Sandoval, hijo de nuestra cruceña de oro.
“Trabaja para sacar adelante a sus hijos, un hijo es médico y tiene un nieto que también es médico, sacó adelante a su familia siendo panadera tía alejita”, dice Rosario Sandoval, sobrina de Aleja.
Aleja Sandoval es también muy querida por las comerciantes del ‘siete calles’ que se refieren a ella con mucho cariño y destacan su ejemplo.
“De donde sacara fuerzas, ella me deja la enseñanza de tratar bien a los clientes, atenderlos con cariño” señala Evelin Ávalos, una comerciante de la zona del mercado siete calles.
“El vallegrandino es trabajador, emprendedor, no le tiene miedo a los retos y doña aleja es un claro ejemplo de ello”, indica Fanny Tapia, también comerciante del lugar.
El pan chama es conocido en todo el país y está al alcance de todos, fruto del trabajo incesante de una mujer se atrevió a salir de su tierra para llegar a la capital y emprender algo que trasciende por generaciones, por esta ardua labor que continúa hasta hoy Aleja Sandoval es una ‘Cruceña de oro’.