Mujeres y niños huyen de Ucrania en colas de cien kilómetros camino de Polonia

 

La familia Kotelu en el puesto fronterizo de Khrebenno entre Polonia y Ucrania
La familia Kotelu en el puesto fronterizo de Khrebenno entre Polonia y Ucrania – Matías Nieto

 

Cien kilómetros de coches a la espera de pasar a Polonia se acumulan en el lado ucraniano del paso fronterizo de Dorohush, también en el de Medyka y el de Khrebenno, donde familias y amigos llegados en su mayoría de Varsovia, pero también con matrículas de Alemania de Chequia o de Lituania esperan con impaciencia a los que huyen de la guerra.



Son mujeres y niños. Llegan cargados de maletas y de juguetes, pero sin maridos o padres, puesto que el gobierno de Volodímir Zelenski ha prohibido la salida de todos los adultos en edad de combatir como si con ello pudiera hacer frente a la potencia de fuego descomunal del ejército ruso.

Los que llegan como refugiados a Polonia son ya familias rotas.

Al borde de la barrera de Khrebeno, los Kotelu, ucranianos pero residentes en este país, esperan a su nieta Anastasia y a su bisnieta Kristina de solo 3 años, maldicen a Vladímir Putin y se aguantan las lágrimas a partes iguales. Venidos de Radom, a 300 kilómetros, han viajado de noche para recibir a las suyas y alejarlas de este flanco en peligro cuanto antes. «Somos la última frontera de la OTAN», dicen con orgullo refiriéndose a la Polonia que les acoge.

Personas esperando en el puesto fronterizo
Personas esperando en el puesto fronterizo – Matías Nieto

Los lazos entre los dos países son profundos. Si el pasado otoño Varsovia jugó un comprometido papel internacional al cerrar sus puertas a miles de refugiados iraquíes y sitios artificialmente empujados por Bielorrusia a sus fronteras, en este caso las directrices del Ministerio del Interior son alojar a tantos ucranianos como lo necesiten.

 

 

Fuente: www.abc.es