Entre guerras de indios y logieros, la hipocresía va ganando

 

Choquehuanca llama Khara a huEVOn Morales y los demócratas dicen “ser” más honestos que los de CREEMOS… ¡Lo que faltaba!! Los indígenas aimaras se pelean entre ellos y las logias hacen públicas sus riñas. En el fondo, sabemos que todo se inicia por el control del poder, ese poder que emborracha y genera soberbia en algunos y en otros, angurrias desenfrenadas. Idiosincrasia paupérrima, dañina y corrupta de todo político boliviano.



Lo que se busca se encuentra y lo que se descuida se pierde, podría adaptarse muy bien a nuestros políticos que figuran día a día en nuestras noticias. La característica principal que los une a: Arce Catacora, Choquehuanca, Evo Morales, L.F. Camacho; Reyes Villa, Johnny Fernández, Eva Copa… En el orden de importancia y de poder actual, es la mentira y la hipocresía.

En lo particular, no sé qué juicio les merecen a ustedes los mentirosos y los hipócritas. Yo, desde luego, prefiero a los primeros. Al menos vienen de frente y sabe uno a qué atenerse. Estos nos enseñan, aunque nadie lo crea, a descifrar las verdades en base a las mentiras que nos dicen, a ser fuertes en base a sus debilidades y cobardías que siempre nos demuestran en sus actos públicos.

El hipócrita, en cambio, llega con una sonrisa en los labios, cuchillo en mano a la espalda (tal como lo vimos últimamente a Camacho, llegar del Brasil, a huEVOn Morales queriendo mostrarnos que fue perjudicado por el TSE o a la alcaldesa de El Alto llorando de emoción al verlo al presidente Arce, luego de haber dicho que con el MAS, nada) «Sepulcros blanqueados», les llamó Jesús a los hipócritas, quienes siempre son amables pero certeros. Estos, solo se alimentan del chisme, se destruyen de envidia y se van quedando solos en la vida. Como alguien dijo “la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud”. No nos olvidemos que el hipócrita y el culpable siempre son hermanos gemelos.

La mentira, como su hermana menor de la hipocresía, son fenómenos que viven ocultos, encerrados, ahogados en una conciencia que no quiere ser reflexiva o simplemente en aquel oscuro inconsciente de quién actúa de manera mal intencionada (como se ve en Johnny Fernández con el tema de la basura) pero también en aquellos que aceptan a este tipo de personalidades y las convierten en sus líderes a seguir (tal como los masistas, ucesistas, los logieros cruceños y aquellos que la siguieron a la corrupta exalcaldesa Sosa o a la propia expresidenta Añez) La experiencia nos hace creer estar en condiciones de afirmar que esto viene sucediendo en el contexto nacional, en todos los rincones del país y en los gobiernos sub nacionales. Tanto el mentiroso como el hipócrita tienen la obligación -o la necesidad- interior de contar, de alguna manera, sus actuaciones que en muchas oportunidades se las concibe hasta como heroicas, como sucedió en su momento con huEVOn Morales y ahora con Camacho. Ya se trate de las clásicas justificaciones para demostrar superioridad, ya se trate del acto heroico o de aquella supuesta viveza criolla que quieren mostrar para esconder la actuación hipócrita, o la mentirosa, frente a los otros. Estamos viviendo de falsos testimonios de vida y lo que es peor, de fariseos que buscan eliminar los principios y valores y, sobre todo, el concepto democrático.  

Sin embargo, es preciso advertir que los secretos de aquellas mentiras no siempre mueren o terminan en el mentiroso. Generalmente, este tiene cómplices con quiénes comentar o compartir -y entonces re/miente- su mentira original, ya que ahí aparecen los o las chupas en Santa Cruz o los Llunkus en el occidente. Claro ejemplo el del decreto departamental publicado en la gaceta cruceña, que luego fue borrado, que fue atrevidamente denunciado como falso por una funcionaria que en su momento gozaba de mucha credibilidad, que fue aceptado por otros funcionarios, que fue rechazado por el vicegobernador, y, por último, que fue insultantemente justificado por el gobernador de una manera atrevida para quienes escuchaban una mentira de campeonato acompañada de una actuación hipócrita, que seguramente le valdrá la condecoración de parte de los “IDIOTAS”

Desde un punto de vista táctico, de nuestro entender en la política, tanto la mentira como la hipocresía son eficaces a la consecución del objetivo, esto cuando el referente hipócrita, portavoz de alguna mentira, no es descubierto o conocido como mentiroso o hipócrita. Ahora bien, estratégicamente puede ocurrir que le convenga, al actor de una situación, alterar el sentido táctico de dicha actuación y, en consecuencia, el sujeto actor del hecho mentiroso o hipócrita puede llegar a dejar intencionalmente pistas de su acto a efectos de producir reacciones esperadas por parte del público a quién se le mintió o se le presentó hipócritamente. Esto es lo que en Teorías del Conflicto se llama juegos de simulación (Shelling, 1984) y que fue una de las razones por las que su autor ganó el Premio Nobel de Economía en el 2005. Esto podemos verlo casi con cotidianeidad en aquellos casos de cónyuges que les oculta, pero visiblemente dejan rastros a su pareja de su infidelidad, para así despertar en la otra parte supuesta o deseadas pasiones amorosas, adormecidas. Obviamente que no es necesario desarrollar en mayor profundidad y amplitud este ejemplo, ya que el mismo puede tomar mil y una variantes en las casualidades conocidas por cada uno de los lectores de este artículo.

Resulta ser un lugar común sostener que se es «vivo», o «pendejo», o «canchero», etc., una persona cuando es capaz de mentir sin ser descubierta y, evidentemente, no se es un «vivo» frente al espejo de vidrio agitado, sino que se es realmente «pendejo» cuando se es puesto ante al espejo de carne y hueso que son los demás. Si los Otros no toman conocimiento de sus hazañas como un fraudulento o un embustero, en definitiva, como un «canchero», entonces es imposible que los otros califiquen de «viveza» a las acciones engañosas desenvueltas. Con lo cual, sin lugar a dudas, no se ha podido obtener algo importante para el actor de estos episodios, cual es no quedar descolocado, desubicado, frente a sus iguales o sus pares. Del otro lado de la moneda, si se descubre a un líder, siendo mentiroso e hipócrita y queriendo pasarse de listo, a través de pelotudeces en lugar de vivezas, y, si uno no está dispuesto a llevarse las mismas decepciones, entonces no tiene que haber segundas oportunidades. Es lo que muchos en Santa Cruz, harán de acá en adelante, con el héroe del fracaso del 2019.

En definitiva, tanto la mentira como la hipocresía son acciones a las que se procura mantener ocultas, aunque no por ello se puede perder de vista la necesidad de presentarlas en los espacios reducidos de lo privado/público. De alguna manera podemos intentar definir a este actuar como lo que se conoce bajo el nombre de los «beneficios secundarios» que puede provocar el engaño a terceros -ya sean conocidos o extraños- a lo que debe sumársele al beneficio primario que es propiamente el de obtener réditos de ese engaño, que a la par trae aparejada la obtención de la patente de un “político aprovechador del poder” tal como viene sucediendo con el presidente Arce, que hipócritamente, les está haciendo creer a los bolivianos que en nuestro país no existe crisis alguna.

Pero no nos llamemos a engaño, no veamos solamente la hipocresía en la dirigencia política, mirémonos al espejo imaginario como ciudadanos que somos, que puede ser en estos momentos el libro que tenemos ante nosotros y pensemos cuántos de los que nos creemos políticamente adheridos a posiciones progresistas no somos hipócritas a la hora de juzgar a los otros. Esto se ve fácilmente en el llamado relativismo cultural. ¿Y por qué no le prestamos nuestro apoyo al cambio de prácticas sociales y religiosas que promulga el MAS? Simplemente debido a que es más importante para los intereses sectarios, narcotraficantes, indígenas, socialistas, cocaleros y otros que hacen parte de la corrupción gubernamental, oponerse a las políticas “imperialistas”.

Para ya finalizar, una breve reflexión acerca del valor de la mentira. ¿A quién se le puede ocurrir ir a visitar a un enfermo terminal y decirle que hoy está mucho peor que ayer? Que el amigo está más cerca del arpa que de la guitarra. Eso sería una crueldad mayúscula. En ese momento bien valen palabras que pueden ser mentirosas, pero que se las puede definir como “mentiras piadosas”; no se trata de una hipocresía, simplemente se tiende un manto de piedad sobre alguien que está a punto de despedirse de este mundo. ¡Y no está mal! Como país estamos como en los 80, con un país que se muere, lo peor de todo, es que las mentiras piadosas no tendrán efecto en una crisis económica, social, sanitaria, educativa, etc. Cuando los mentirosos, no son: ni médicos, ni economistas, ni maestros, ni trabajadores, ni emprendedores… Únicamente son simples hipócritas que piensan que se las saben todo.

Recuerda siempre, lo que dice el Karma: “que siempre el que engaña, termina engañado”. Esperemos que así terminen todos los que nos engañaron, para que sepan lo que duele la traición. Mientras tanto, en mi caso particular, como en el de mucha gente, ya conocemos todos los cuentos, así que no se sorprendan si preferimos otro libro…

 

 

Alberto De Oliva Maya