Maestros se enfrentan a la nivelación y readaptación de escolares tras dos años sin clases presenciales

La primera semana de clases presenciales desnudó algunas deficiencias en el aprendizaje y problemas de falta de concentración y adaptación de los estudiantes a las clases en las aulas

Fuente: El Deber

La primera semana de clases presenciales desnudó algunas deficiencias en el aprendizaje y problemas de falta de concentración y adaptación de los estudiantes a las clases en las aulas, después de dos años de encierro en los hogares.



Entendidos aseguran que este proceso implica retos para los profesores que deben trabajar en el proceso de readaptación a los nuevos hábitos y en la nivelación del aprendizaje, sobre todo en los estudiantes de los primeros grados, en los que la virtualidad dejó serios vacíos especialmente en la lectoescritura.

Con la presencialidad, los profesores han notado que muchos niños tienen problemas de sueño, apetito, concentración y energía de sobra, pues les cuesta estar quietos y hacer caso a las reglas que implican estar en las aulas.

Asimismo, han observado que muchos niños de los primeros grados tienen problemas para leer y escribir y que, incluso, hay niños de cuarto grado que tienen dificultades en la escritura de palabras compuestas y les cuesta leer de forma fluida.

Una maestra de aula indicó que esto se nota especialmente en los niños que cursan tercero y cuarto grado, porque primero y segundo son la base en la lectura y escritura, y los pasaron a través de los monitores.

Otra maestra indicó que ha tenido que combinar los programas de primero y segundo para repasarlos en el cuarto grado, para tratar de nivelar a los niños que no tuvieron el apoyo suficiente en casa para avanzar al ritmo sus compañeros.

Lo que están palpando los maestros en las aulas lo refleja un informe del Banco Mundial, que advierte que la pandemia ha dejado como uno de los efectos negativos la “pobreza de aprendizaje” en los estudiantes, definida como el porcentaje de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple, que pudo haber crecido del 51% al 62,5%.

Esto puede equivaler a 7,6 millones adicionales de niños y niñas en educación primaria “pobres de aprendizaje” en América Latina y el Caribe.

Proceso de readaptación

De acuerdo con el sicopedagogo Marcelo Martínez, el retorno a las aulas implica un proceso de readaptación tanto para los estudiantes, como para sus padres y maestros.

Los más pequeños serán los que más desafíos se enfrentan, sobre todo aquellos que han cursado el ciclo inicial durante la pandemia, porque les tocará ‘reiniciar’ su escolaridad, explica Martínez.

Se trata de niños que no han tenido la oportunidad de adaptarse al nuevo entorno, a ser más independientes y resolver sus propios problemas, reconocer en los profesores la autoridad y desarrollarse socialmente, como ocurre en el prekínder y kínder.

Además, que han iniciado su proceso de lectoescritura en línea. Por ello, el proceso metodológico necesitará ser más pausado y desarrollar competencias como la lectoescritura y la comprensión.

El educador Alberto Santelices asegura que el ambiente de aprendizaje que se dio durante la pandemia tuvo un alto precio: aprendizaje y enseñanza entraron en crisis. Los más damnificados fueron los estudiantes de inicial y primaria.

La explicación está en que la educación es un fenómeno social; mejor se aprende en grupo, en el curso y en la atmósfera de la escuela.

Pero ahora se deja el panorama del hogar para introducirse en el ambiente escolar y esto tiene sus razones sicosociales: se activan muchas expectativas, por tanto, los docentes no tendrán grandes dificultades para encarar este proceso.

El pedagogo Álvaro Puente señala que urgía volver a la escuela, no solo por los aprendizajes necesarios, sino por la experiencia y la socialización de los niños, porque necesitan tener amigos y compañeros. “Saltar, reír, compartir, todo eso es imprescindible”, resaltó.

Destacó que ahora el maestro vuelve al manejo del aula que es lo que siempre hizo y maneja perfectamente, porque ya no tiene que aprender otras herramientas que obligó la virtualidad. “El maestro vuelve a su terreno”, indicó.

Pero el retorno a las aulas también implica algunas nuevas responsabilidades, entre ellas, el cuidado con la salud para evitar el contagio.

Considera que es importante implementar actividades grupales que no impliquen estar amontonados, porque también hay que pensar que el Covid-19 llegó para quedarse y se tiene que aprender a convivir con el virus.

“No se debe frustrar la ilusión que tiene el estudiante después de dos años. Los chicos están empezando clases con una ilusión y con una novedad, principalmente los de primaria que prácticamente la mitad de su vida no han tenido clases, y el maestro tiene que responder a eso”, indicó el pedagogo.

Puente señala que los maestros enfrentan el reto de hacer que el niño sienta interés por aprender, por involucrarse y no solo por estar en recreo con los compañeros.

Efectos de la virtualidad

El educador Santelices señala que el ritmo del fenómeno enseñanza-aprendizaje bajó notablemente, a tal punto que las autoridades administrativas sugerían una priorización de contenidos.

“Si alguien entiende que la educación es la suma de datos en el cerebro, entonces será notable el retraso académico. Pero una visión optimista aceptará que se puede reactivar el proceso y llegar al ritmo anterior”, indica.

Puente coincide que con la virtualidad se perjudicó a algunas áreas, que ha dejado serias lagunas en el aprendizaje en algunos estudiantes.

“No somos discos duros que tenemos que llenarnos de datos, el chico tiene que aprender a pensar, a relacionar y buscar los contenidos, es decir, que aprenda a interpretar y a ser crítico”, remarcó.

Santilices llama a los profesores a estimular la motivación interna de cada estudiante y los padres tendrán que tomar conciencia de su coautoría en la educación de sus hijos.

Aquí se puede aplicar aquello de que las necesidades crean habilidades para la adaptación. Todo docente debe tomar en cuenta la autoeducación. No solo educa la casa, la escuela, la Tv y los amigos, el sujeto se educa a sí mismo con la lectura, la reflexión, y el diálogo”, afirma.

Para Martínez es importante que los papás pongan más atención a lo cualitativo del aprendizaje, como las técnicas de estudio, la disciplina en el horario (académico y personal), que permita también actividades extracurriculares y sociales, de los que ha estado privado el niño en este tiempo. El profesional está convencido de que lo cuantitativo, es decir, las notas, pasan a un segundo plano.

En los adolescentes

En el caso de los adolescentes, los desafíos son otros, sobre todo metodológicos y disciplinarios, explica Martínez. Los adolescentes se han vuelto muy hábiles manejando la tecnología, pero en muchos casos se han acostumbrado a ‘copiar y pegar’, por lo que les falta desarrollar habilidades de investigación convencionales, así como técnicas de estudio.

Además, al haber estado dos años conectados a las pantallas de sus computadoras, teléfonos o tabletas, en los que no solo pasaban clases, sino que simultáneamente están compartiendo con sus amigos, o están en redes sociales, mantenerlos sentados toda la mañana, y captar su atención será el reto, manifiesta.

El profesional indica que los maestros deberán encontrar la metodología que les permita readaptar también a este grupo y el acompañamiento de los padres será muy importante.

El Estado
Santilices manifiesta que el Gobierno debe apoyar en la capacitación y actualización docente, en el uso de las aplicaciones digitales, en la utilización de herramientas virtuales , en el uso de gráficas, de audiovisuales o solo audio para integrar los medios de enseñanza.

“Lo anterior fortalece la creatividad y la autonomía académica en los estudiantes. Es hora de asumir el reto: no a las clases tradicionales, en las que el profesor habla y alumno escucha. Hay que crear un nuevo ambiente mixto: virtual-presencial”, concluye Santelices.

Fuente: El Deber