¿Por qué los guerreros Ponchos Rojos le temen a la vacuna contra la covid?

Según los dirigentes, las comunidades no aceptan la vacuna anticovid por falta de información sobre sus beneficios, el miedo causado por mensajes falsos y la desconfianza en el sistema público de salud.

 



Fuente: paginasiete.bo

Anahí Cazas / La Paz

Mario Flores Mamani, poncho rojo de Ajllata Grande, de Achacachi, -un pueblo de aymaras guerreros que forma parte de la provincia Omasuyos de La Paz- cuenta que en los dos años de la pandemia de la Covid-19  los pobladores de su comunidad soportaron todo, menos la exigencia del carnet de vacunación para ingresar a entidades públicas y privadas.

 “Mucha gente se ha opuesto”, asegura Flores y recuerda que en 2020, el primer año de la llegada del coronavirus al país, en su tierra muchos adultos mayores perdieron la vida con sospechas de la enfermedad y que los más jóvenes resistieron gracias la medicina tradicional.

En la sede de los Ponchos Rojos -un inmueble de más de dos pisos que está Achacachi- Flores dice a Página Siete que -al principio- intentaron explicar sobre los decretos 4640 y 4641 que exigían la presentación del carnet de vacunación anticovid, pero los pobladores se opusieron. “Los comunarios no quieren la vacuna porque prefieren la medicina tradicional”, asegura.

Edwin Larico, autoridad indígena de los Ponchos Rojos de Achacachi, coincide con Flores y asegura que la obligatoriedad de este documento causó enojo en las comunidades. “Estaban molestos y decían: ¿cómo nos van a pedir carnet de vacunación si ni siquiera nos informan sobre la vacuna, no socializan para qué es buena o no?”, explica Larico.

Los ponchos rojos forman parte de la provincia Omasuyos. Foto: Archivo

La dirigencia de los Ponchos Rojos expresó su molestia contra la medida del Gobierno y exigió la anulación de los decretos, además pidió la renuncia del ministro de Salud, Jeyson Auza. “Nadie puede ser sometido a una intervención médica sin consentimiento previo”, explica en su discurso Rudy Condori, máximo ejecutivo y representante de los Ponchos Rojos de la provincia Omasuyos.

Para los dirigentes, más allá de pelear contra las imposiciones de los decretos, las comunidades no aceptan a la vacuna anticovid por falta de información sobre los beneficios, el miedo causado por mensajes falsos y la desconfianza en el sistema público de salud.

Larico explica que por falta de información  verídica sobre los beneficios de la inmunización, muchos pobladores rechazan la vacuna  y  no creen en los beneficios de las dosis.  “Lamentablemente no han venido a las comunidades para socializar sobre este tema”, explica y comenta que las máximas autoridades de salud deberían hacerse cargo de este trabajo.

Muchos de los pobladores indican que las brigadas de salud no llegan a las comunidades para informar sobre la vacunación anticovid. Algunos indican que el personal de salud hizo visitas casa por casa en varias poblaciones de Omasuyos, pero no tuvieron éxito porque llegaban con el inyectable listo para la aplicación y los vecinos no querían abrir la puerta porque escucharon mensajes negativos contra la dosis o porque no conocían nada sobre el inoculante.

“Muchos  se resisten por la información negativa que recibieron de las dosis y los dichos de las gente”, explica Javier Bautista, poncho rojo y exasambleísta. Indica que el personal de los centros de salud y el hospital de segundo nivel de Achacachi realizaron campañas sobre este tema, pero no fueron efectivas y estratégicas.

Una sala del hospital de segundo nivel de Achacachi. Foto: Fotos: Víctor Gutiérrez / Página Siete

“El Sedes (el Servicio Departamental de Salud)  si  hizo llegar información, pero hay que reforzar, hay que llegar a las comunidades y explicar a la gente para qué sirve la vacuna”, dice Bautista y se anima a dar una sugerencia: las autoridades municipales y departamentales se deberían organizar para ingresar a las comunidades y socializar este tema con la ayuda de los líderes y los representantes de las poblaciones. “Justamente esa parte falta trabajar”, agrega.

¿Por qué sería una buena estrategia? Según Bautista, los Ponchos Rojos respetan mucho lo que dicen sus líderes. “La parte orgánica es bien estricta en la provincia Omasuyos. Tenemos un comandante que es el ejecutivo provincial, lo que él instruye,  se cumple y va bajando escalonadamente a las centrales agrarias, subcentrales, sindicatos agrarios y las bases. La parte orgánica es muy estricta y se tiene que cumplir”, dice.

El miedo a lo desconocido

Eusebio Quispe, poncho rojo de Ajllata Grande de Achacachi de la provincia Omasuyos, cuenta que lleva la sangre guerrera de sus abuelos en las venas y dice que no se asusta con facilidad, pero  -desde mediados del año pasado- tiene una preocupación constante. “He escuchado comentarios alarmantes sobre la vacuna contra la covid. Dicen que esta vacuna no es buena, que es un daño para la humanidad. Dicen que nos hace daño, que  si nos ponen (la dosis) nos vamos a enfermar, nos vamos a volver inválidos. Eso es alarmante”, relata.

“El ministro de Salud no aclara eso, no aclara para qué es buena, simplemente nos da una vacuna, pero no dice para qué es buena o mala”, reniega Quispe y dice que él ahora está sano y no necesita el inoculante. “Tengo miedo que haga mal”, reconoce.

No es el único.  El dirigente Edwin Larico dice que “hay algunos hermanos que no quieren la vacuna porque tienen miedo”. “Por eso, pedimos que nos digan cómo es, queremos más información”, insiste. “Hay mucha confusión. Necesitamos cursos de capacitación”, dice.

Según Larico, muchos comunarios de los  Ponchos Rojos  escuchan comentarios buenos y malos sobre la vacuna anticovid en los programas de radio y en rumores que llegan  a los pueblos. La mayoría se queda con la versión negativa de la inmunización.

Freddy Baltazar, coordinador del área rural del Sedes paceño, indica que esos mensajes negativos vienen de grupos antivacunas que operan también en el área rural. “Colocan carteles gigantes  con mensajes para desanimar a los vecinos. Por ejemplo, dicen: ‘la vacuna mata’”.

¿Por qué estas comunidades rechazan las vacunas?  “Son por situaciones culturales y religiosas, además de comentarios  que vieron en redes sociales (sobre los inoculantes)”,  dice Baltazar. “Nuestra tarea es contrarrestar estas creencias contra las dosis”,  añade.

María, oriunda de Achacachi y que vive a unos pasos del cementerio de este municipio, explica que -en realidad- los pobladores tienen miedo a lo desconocido.  Asegura que ella y muchos de sus vecinos no tenían temor a la covid, pese a ser testigos del incremento de entierros en los primeros meses de la pandemia.  Según el reporte del Sedes, en dos años Achacachi -denominada capital de los Ponchos Rojos- reportó 11 decesos confirmados por coronavirus.

Para los pobladores, existe un subregistro. “Muchas personas han muerto, en especial nuestros abuelos de 80 y 90 años. Para mí y para muchos los decesos eran por la edad, pero tal vez tendría alguna relación con la covid. El 2020 era dirigente y enterramos a muchos adultos mayores. Unos 29 eran de mi central agraria”, dice Mario Flores. Agrega que casi todos los decesos no se confirmaron por la falta de acceso a las pruebas de diagnóstico.

Pese al luto que dejó la pandemia, en Achacachi los vecinos desafían al coronavirus y  casi nadie usa el barbijo.  Además, en los días de feria, los jueves y los domingos, el distanciamiento social es nulo.

En enero, los Ponchos Rojos marcharon contra los decretos Foto: Archivo

Para el  dirigente  Javier Bautista la resistencia y la falta de miedo a la covid tiene una sola respuesta: la confianza en la medicina tradicional.  Dice que él da fe de eso y asegura que en enero  dio positivo al coronavirus y venció sin problemas la enfermedad. “Tres días tenía sudor y nada más”, agrega.

César Cruz, poncho rojo y que vive en  una comunidad cercana al municipio paceño de Achacachi, comparte esa mirada. Cuenta que  muchos pobladores con síntomas de covid se atendieron en casa y utilizaron hierbas tradicionales de sus abuelos, como los mates de eucalipto y manzanilla, además incluyeron el matico.

“Praticamos los saberes de nuestros abuelos, nuestros ancestros. A veces acudimos a los centros de salud, pero es en casos extremos, como accidentes. Siempre damos prioridad a la medicina tradicional”, dice.

Para Mario Flores existe también una desconfianza al sistema público de salud por malas experiencias. “No hay una buena atención, no hay insumos en las postas. Uno va y sólo dan un  paracetamol”, asegura. “No hay confianza, por eso no acuden a los hospitales”, añade.

Esnor Condori, exrepresentante de los vecinos de  Achacachi,  ya advirtió que muchos de los centros de salud de las áreas rurales  operan con insumos y equipos limitados.

Esta desconfianza se refleja en las salas vacías del hospital de segundo nivel de Achacachi. Uno de los trabajadores cuenta que ponen todo su esfuerzo para atender a los pacientes con covid. En el primer año de la pandemia  instalaron un centro de aislamiento. Para la vacunación,  según una enfermera, el personal  visita varias zonas, pero los pobladores no abren sus puerta. Hasta ruegan, pero los comunarios de los Ponchos Rojos  se resisten.

(*) Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su Iniciativa global de reportajes sobre la salud: vacunas e inmunización en América Latina y el Caribe.

Mucha gente se enfermó con gripe y tos seca. Muchas personas han muerto, en especial los abuelos

Mario Flores, poncho rojo

El ministro de Salud no aclara,  simplemente nos da una vacuna, pero no dice para qué es

Eusebio Quispe, poncho rojo

Fuente: paginasiete.bo