¡Santa Cruz cercada!

 

Siempre nos amenazan con eso de promover un cerco contra Santa Cruz y resulta que nuestra ciudad y departamento están cercados desde hace años, por quienes solo entienden el idioma del bloqueo. Hoy, viernes, sabemos que no podemos utilizar la carretera a Cochabamba – que nos vincula con La Paz y los puertos del Pacífico – ni tampoco podemos comunicarnos con el Beni y con Trinidad, para nuestro comercio. En el primer caso, disque porque en Buena Vista no se cumplió con un bono escolar prometido por su alcalde; en el segundo, porque los de siempre exigen la titulación de tierras ajenas, a consecuencia de lo cual se produjo la muerte de una persona. Seguro que mañana volverá a estar cerrada la Transoceánica que nos lleva a la Hidrovía y pasado la que nos vincula con Argentina. ¿Qué vamos a hacer? ¿Por qué somos tan cagones?



Si Santa Cruz es la región más pujante del país, donde se produce la mayor cantidad de alimentos, también debería ser la zona menos obstruida por los sujetos que, por cualquier motivo, echan piedras, ramas, llantas usadas, a la carretera, y se sientan a su vera, exigiendo cualquier disparate al Gobierno o a las autoridades cruceñas. Si algún transportista o persona desesperada se atreve a reclamar, la paliza a la que están expuestos es segura.

¿No puede hacer algo nuestra Gobernación? ¿No puede movilizarse el Comité Cívico? ¿Es tan miserable nuestra autonomía que ni siquiera podemos transitar por nuestros caminos copados por individuos extraños? El problema está en que la Gobernación perdió, desde hace décadas, su autoridad sobre la Policía. Y si la Policía no actúa, entonces ¿quién? Antes, el jefe policial se le cuadraba al prefecto (elegido a dedo por el Gobierno) y le rendía honores. Ahora resulta que al gobernador (elegido por el voto popular) ni lo saludan y, peor, lo persiguen para meterlo preso, y hasta la Fiscalía tiene la osadía de atropellar y entrarse hasta a sus oficinas en la Gobernación. Es una verdadera vergüenza para todos nosotros.

Sabemos que esto de los bloqueos es una peste nacional que ahora mismo se está dando en La Paz y seguro que en otros departamentos también. “Bloquivia”, la llamaba mi amigo Agustín Saavedra. El bloqueo puede estar permitido en circunstancias extremas, cuando es la ciudadanía la que lo reclama por abuso o ineficiencia del Gobierno. Pero no puede ser el pan diario. Si la Policía no le obedece en nada al gobernador y solo al ministro del Interior, este país terminará siendo una toldería de pobres, con suchas volando sobre nuestras cabezas y enormes filas de camiones convertidos en chatarra.

Manfredo Kempff Suárez