Sustituir importaciones en el siglo XXI

 

La Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal), después del final de la segunda guerra mundial, impulsó la implementación del modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) en la región, bajo el influjo de la corriente neoclásica de intervención estatal, considerando la necesidad de fortalecer las economías capitalistas atrasadas con una visión de producción interna.



La implementación del modelo ISI dejó resultados inconclusos, por lo que es necesario realizar un análisis de algunos elementos del mismo hasta la aplicación de las medidas contempladas en el “Consenso de Washington”, asimismo, analizar elementos que permiten viabilizan su implementación en el actual contexto como parte del modelo de planificación del desarrollo.

Bolivia y los países latinoamericanos no terminaban de salir del modelo primario-exportador, implementado entre el siglo XIX y XX, mismo que convirtió a la región en un proveedor de bienes primarios, mientras que los países industrializados tenían la labor de producir bienes industrializados, relación que fue generando un deterioro en los términos de intercambio por el contraste en la estructura productiva de los países de la “periferia”, especializada y heterogénea con baja elasticidad-ingreso, en contraste con los países del “centro”, diversificada y homogénea con alta elasticidad-ingreso, generando de esta manera una relación asimétrica de dependencia, la cual acentuó la desigualdad entre los países de la “periferia y centro”.

El modelo ISI se concibió como un proceso de etapas sucesivas que suponía, en una primera etapa, consolidar la industrialización de bienes no duraderos, productos fáciles de sustituir. En una segunda etapa, se produciría bienes duraderos y bienes de capital, con el desafío de que estos últimos tengan la capacidad de competir en calidad respecto a los productos extranjeros.

El proceso de sustitución de Importaciones tuvo un desarrollo incompleto el pasado siglo, debido a diversos factores entre los cuales figuraba: el tamaño de los mercados nacionales y de la región, con excepciones de México y Brasil, por otra parte, una industria con altos costos y poco competitivos, sin innovación, estructuras de mercado prematuramente concentradas y oligopólicas acompañadas por una ligera política proteccionista, generando de esta manera una industrialización “trunca” del país y la mayor parte de la región.

La implementación de este modelo se fue diluyendo a finales de los años setenta, profundizado por la “crisis de la deuda” que azotó a Bolivia y a la región en los años ochenta, década en la cual se generó y aplicó el conjunto de medidas que contenía el “Consenso de Washington”, estableciéndose el modelo neoliberal que contemplaba la apertura de la economía al comercio internacional y sus procesos de restructuración que derivaron en la privatización de las empresas del estado.

En el siglo XXI, muchos de los países del “centro” continúan con la aplicación de medidas de protección a sectores que consideran estratégicos, que, sumados a las restricciones generadas por las medidas paraarancelarias, obstaculizan el teórico libre comercio. Por su parte, la pandemia ha profundizado las restricciones con la implementación de mecanismos de protección sanitaria, mismas que han incrementado los obstáculos al libre intercambio comercial entre los países.

En este escenario, en nuestro país se están aplicando medidas que posibilitan el fortalecimiento de la potencial producción en sectores estratégicos, misma que sustituya los productos importados en una primera etapa, a su vez, se están identificando productos y servicios en los cuales se cuente con ventajas comparativas y posteriormente en los que se tenga ventajas competitivas, para lograr un país industrializado en el largo plazo.

La demanda interna, motor principal de la economía nacional, generada por el modelo económico social comunitario productivo, se ha incrementado en cuanto a su cantidad con relación al pasado siglo, casi ha cuadruplicado su población, siendo que la principal mejora se produjo en la capacidad adquisitiva de la población boliviana, en un contexto de reconstrucción de la economía nacional acompañada de la estabilidad económica.

En el presente siglo, el enfoque de retomar la implementación del modelo ISI, supone la profundización del modelo de desarrollo económico social comunitario productivo, tomando en cuenta los resabios de la industrialización “trunca” que nos dejó el pasado, pero al mismo tiempo, visualizando la construcción de un renovado proceso de industrialización de la economía nacional que prioriza el mercado interno.

 

Gustavo Gómez es economista