Científicos buscan los secretos de las plantas del desierto de Atacama


Investigadores chilenos y franceses estudian la extraordinaria resistencia de las plantas que crecen en la zona más árida del mundo: el desierto de Atacama del norte de Chile. Una tierra inhóspita pero que resguarda misterios biológicos que podrían ser útiles para mejorar la resistencia de los cultivos agrícolas a la sequía.



En el marco de la COP15 sobre la Desertificación, que tiene lugar este año Abiyán, Costa de Marfil, la comunidad internacional busca hacer frente al creciente empobrecimiento de los suelos debido al cambio climático.

En paralelo, científicos chilenos, asociados con expertos del centro de investigación de agronomía francés INRAE, ponen la lupa en el desierto de Atacama. Pese a ser una de las regiones más inhóspita del mundo por su aridez, su radiación extrema y sus oscilaciones de temperaturas, el desierto de Atacama resguarda una flora que crece entre 2.500 y 4.600 metros.

Rodrigo Gutiérrez, doctor en biología e investigador en la Universidad Católica de Chile, comparte con RFI los procesos de un prometedor estudio de la resistencia de las plantas a condiciones extremas. Los científicos esperan poder adaptar las técnicas de resistencia de las plantas desérticas a la agricultura.

RFI: ¿Por qué estudiar las plantas del desierto?

Rodrigo Gutiérrez: “En el escenario de cambio climático actual, debido al calentamiento global, las predicciones que se han hecho por los paneles internacionales indican que va a haber un aumento de la desertificación a nivel mundial. En particular las zonas de los subtrópicos van a ser las más afectadas. Y países como Argentina, Chile vivirán con más fuerza estos procesos de desertificación.

Si uno piensa en entender cómo la vida puede soportar estas condiciones de aridez cada más frecuente, ir a un lugar donde los organismos han experimentado condiciones de aridez extrema por millones de años nos pareció que era una buena idea. Para usar como laboratorio natural el desierto más antiguo del planeta.

Existe una diversidad vegetal que se ha estudiado muy poco. Se sabe de sus descripciones botánicas, pero más allá de eso, la gran mayoría de ellas no se han estudiado. Hay una mina de oro desde el punto de vista genético y biológico que está esperando que lo caractericemos.

RFI: ¿De qué especies se trata?

Rodrigo Gutiérrez: En esta década con un poquito más de estudios, hemos identificado cerca de 78 especies. De esas, hay 32 que son las más importantes desde el punto de vista ecológico por su abundancia y su distribución. La gran mayoría son angiosperma, plantas que florecen, y dependiendo a qué altura uno este, se cambia el paisaje. En la parte alta domina el pasto, la zona intermedia hay arbustos y la parte más baja, a medida que uno se acerca hacia el desierto absoluto donde no hay vida, está dominado por plantas anuales y suculentas. Entre los 2.400 y los 4.600 metros es donde se concentra la vida vegetal.

RFI: ¿Cuál es el método empleado?

Rodrigo Gutiérrez: Nos hemos enfocado en tratar de entender los mecanismos que les permiten a estas especies sobrevivir del punto de vista molecular y evolutivo. Lo que hemos caracterizado es qué genes tienen estas especies. Tratando de entender cómo los genes han evolucionado en estas especies confiriendo capacidad adaptativa. Entonces, nuestro foco es, a partir de lo que pasa a nivel molecular, tratar de entender los procesos biológicos que contribuyen a la sobre vida de estas especies en las condiciones desérticas. También los suelos son muy pobres y la radiación solar es realmente muy alta.

RFI: ¿Y cómo se adaptan concretamente estas plantas?

Rodrigo Gutiérrez: La primera etapa fue la caracterización de la biodiversidad. En ambientes extremos no es tan simple. Tomó varios años entender realmente qué especies hay. Hicimos una reconstrucción de los últimos 30.000 años de la flor en Atacama utilizando los registros fósiles.

La segunda parte tenía que ver con entender a nivel molecular cuáles eran los mecanismos involucrados. Y tenemos identificados procesos que tienen que ver con cambios en las secuencias de las proteínas que hacen trabajos de manera más eficientes que les permite a las plantas sobrevivir.

Y la tercera etapa, en la que estamos ahora, es seleccionar algunos de estos procesos moleculares para tratar de entenderlos con más detalles y ver si es posible tomar lo que hemos aprendido y llevarlo a plantas de interés agronómico y ver si podemos mejorarlas de alguna manera.

Hay otra parte del trabajo que estamos haciendo, que tiene que con rescatar algunas de estas especies por su valor propio. Muchas de estas especies eran utilizadas por los pueblos originarios, por ejemplo, como alimentos, y estas tradiciones están un poco olvidadas. Y creemos que hay mucho potencial en algunas de estas especies como la quínoa, el maqui o el calafate, que son especies que eran propias de esta zona, consumidas por los pueblos originarios, pero que se ha perdido un poco la historia.

Radio Francia Internacional