Descubre en qué cree y no sólo qué quiere

 

¡Qué tentación! Mirar los huesos del Libertador, besarlos y ungirse con ellos para quedarse en el poder hasta la muerte. Es comprensible que Hugo Chávez haya echado mano a prácticas de la hechicería general y necromancia. Y lo hacía antes, incluso de que los pueblos fueran tan fugaces con sus amores. Venezuela lo amó hasta sangrar y sigue sangrando hoy. Pero él sabía y construía sobre las creencias y su popularidad se fundaba en algo similar a la fe.



Hoy el amor de los electores es fugaz porque pesan los muchos años de decepciones sumadas. Ese amor tiene a Gabriel Boric en una montaña rusa. Inició con una aprobación de más de 54%, bajó a 28% y subió a 30%. Ese subir y bajar de las aprobaciones imagino debe tener a los nuevos líderes en clara crisis y hasta envidiando los conjuros chavistas. Guillermo Lasso consiguió el amor del elector con su voz de reconocimiento a los derechos de las mujeres, la promesa de no intervenir en las decisiones sobre el aborto y otras más. Los quereres se le vienen escurriendo entre los dedos muy rápido. Hoy apenas roza los 30 puntos de aprobación.

Y los líderes dale que dale con las estrategias económicas, las campañas de vacunación, las medidas de reactivación. Y olvidan mostrar las voluntades en pequeñas (grandes) cosas. La equidad, la inclusión, el cambio de leyes para abrir la puerta a quienes no se identifican con nada y a los que lo hacen con todo. No basta decir que uno puede cambiar de opinión, es necesario mostrar que uno lo hace, y ojalá no a través de conjuros.

Todos saben, en el fondo, donde se halla la conciencia, que es improbable la consecución de metas en poco tiempo. Pero lo quieren todo y lo quieren ya. Porque en la creencia popular vive una razón no dicha: los políticos pierden -en percepción- la voluntad de cumplir con el pueblo en cuanto se sientan en la silla presidencial. La sombra de la traición viene con el cargo, salvo en raras excepciones.

Los nuevos líderes no sólo deben encarnar lo que se espera de ellos, como Boric, sino prometer que encajarán en los moldes que los más jóvenes están apenas dibujando. Ése es el reto de Lasso hoy. Y en Bolivia, el enigma. El Presidente ni dice ni hace mucho, pero no ha cansado la paciencia del pueblo, aunque no haya decretado nada para proteger la Amazonía de nuevos incendios, ni hay aún señas de que el tema del aborto vaya a ser tratado en profundidad. Pero le tienen fe aún. Como si hubiera logrado “amarrar” el amor a su silla sólo reconociendo la desilusión con el antiguo líder al tiempo que su grandeza. Esa que se deja para los museos y las páginas de los libros de historia, pero que ya no hacen historia.

Arce parece encarnar los sentires en su propia obra, no hace mucho para mostrarlos y en ese no hacer parece haber dado en el clavo. Trabajar las metidas de pata para que se noten poco e impedir que se quiebre el lazo que lo une a las creencias populares podría ser parte de la receta. Mostrar que aún piensa y siente como en la campaña cuando hacía TikToks y que no ha traicionado los valores volátiles que los nuevos votantes de su partido pusieron en él, porque todavía tiene tiempo.

 

La autora es especialista en comunicación estratégica