En Odessa, el dilema de hablar en ruso, ‘la lengua del enemigo’


En el este y el sur de Ucrania, las principales regiones objeto de la ofensiva rusa, la mayoría de la población es de habla rusa, una herencia del pasado soviético del país. Hoy en día, cada vez más ucranianos se niegan a usar este idioma, que se considera la lengua del enemigo. RFI conversó con una familia de Odessa, atrapada en el corazón de esta paradoja.



Con Oriane Verdier y Aabla Jounaidi, enviados especiales de RFI a Odessa

Desde su apartamento en Odessa, Yulya se dedica sólo a ver las noticias sobre la guerra que está desgarrando su país. Las fotos de los cadáveres descubiertos en Bucha han acabado por hacerla caer en una depresión. “Hoy estoy viviendo una nueva etapa, la de aceptar esta guerra a largo plazo», confiesa. “A veces me despierto con una sonrisa en la cara y otras veces me despierto llorando. Creo que mi cuerpo y mi mente intentan acostumbrarse, pero mi cerebro se resiste porque no es normal”, dice a RFI.

Este conflicto es especialmente difícil de aceptar para ella, ya que gran parte de su familia vive en Rusia y apoya a Vladimir Putin y la ofensiva rusa. Así que por las noches, en busca de alguna esperanza, se conecta a una aplicación de chat en línea con desconocidos. Es su propia psicoterapia, dice con una sonrisa triste.

«Ayer hablé con rusos de grandes ciudades como San Petersburgo o Moscú. Estaban más abiertos que de costumbre y todos me dijeron que todo el mundo a su alrededor reconoce la existencia de esta guerra y que es mala”, apunta.

Brecha generacional

Yulya teme que pasen varias generaciones antes de que rusos y ucranianos puedan volver a hablarse. Tiene la prueba de ello ante sus ojos: su hijo, criado con la lengua rusa, ahora se niega a utilizarla. Desde el punto de vista de Vladislav, hablar ruso significa aceptar seguir siendo un esclavo de Moscú. «También prefiero hablar en ucraniano, porque Putin está instrumentalizando a los rusoparlantes. Dice que lanzó esta operación para defenderlos, para defender a mi madre, a mi padre, por ejemplo”, explica.

Sin embargo, para Yulya, hablar ruso es un signo de libertad, de poder existir con sus orígenes y su lengua sin ser tratada como una ucraniana de segunda clase. «Es precisamente una forma de demostrar nuestra independencia. Especialmente en Odessa, que es una ciudad conocida por su libertad y por la multitud de lenguas que se hablan en ella”, subraya.

El padre de Yulya era profesor en el ejército soviético. Originario de los Urales, fue destinado a Odessa. En la actualidad, vive en el apartamento de arriba con su mujer, pero ya no se relaciona con su nieto. “De niño pasé mucho tiempo con mis abuelos y los quiero por eso», admite Vladislav. “Pero cuando empecé a crecer, a entender que soy ucraniano… empezaron a odiarme por eso. Creen que soy un nazi, que odio a todo el mundo. La verdad es que no me gustan los rusos», concluye con una sonrisa.

Incomprensión

El adolescente dice que comprende a su abuelo y sabe que sigue bajo la influencia de la propaganda rusa: «Aunque Odessa se convirtiera en una nueva Mariúpol, dirían que fue el regimiento Azov el que nos bombardeó. No pueden imaginar que un ruso pueda ser malo, que pueda violar a alguien. Mi abuelo sirvió en el ejército ruso, así que piensa: ‘Yo no pude hacerlo, así que ellos tampoco'».

Yulya se niega a creer que sus padres odien a su hijo. El problema simplemente se cristaliza, según ella, en torno a la falta de comprensión: «Piensan: ‘¿Cómo puede haber una persona ucraniana así en nuestra familia rusa? No hemos hecho nada para que esto ocurra».

El padre de Vladislav tiene una respuesta: «Solíamos dar largos paseos en bicicleta cuando él era pequeño», recuerda Yaroslav. Y yo le contaba la historia de los eslavos, de los pueblos de nuestras regiones, para pasar el tiempo. Así fue como se interesó por la historia. Después de eso, siguió su camino.

Yaroslav también habla ruso en su vida cotidiana. Tiene orígenes rumanos, moldavos, ucranianos y rusos. Es el resultado de la Unión Soviética, que «envió gente del Este al Oeste y del Norte al Sur», explica. Pero también es una riqueza, como la legendaria mezcla de la ciudad portuaria de Odessa.

Radio Francia Internacional