Soja argentina: el espejismo de los agrodólares


El aumento de los precios en el mercado de las materias primas agrícolas podría ser una bendición para los países exportadores de cereales como Argentina. Pero esta «ganancia» puede resultar un espejismo.



Por Marie-Pierre Olphand

Argentina no quiere perder su oportunidad. El aumento de los precios de los cereales y las semillas oleaginosas se considera una ganancia para el mayor exportador mundial de aceite y harina de soja. La soja, en todas sus formas, representa el 30% de las exportaciones del país. En 2021, aportó 9.000 millones de dólares en impuestos a la exportación. Esta cifra podría volver a aumentar este año, a pesar de que se prevé un descenso de la producción del 10%.

El aumento de los precios internacionales será, por tanto, una fuente adicional de divisas. Y, en general, en términos de ingresos, ya que el Estado ha decidido ejercer una presión fiscal sobre los principales productores y comerciantes. Estos impuestos adicionales se justifican por «la renta inesperada de la guerra en Ucrania», según la expresión oficial, beneficios que Buenos Aires espera utilizar para frenar la inflación que golpea al país, +16% en el primer trimestre de 2022 y 50% en 2021.

Si bien estas divisas beneficiarán al Estado, que está inmerso en una carrera permanente por conseguir dólares para pagar su deuda, los beneficios para los productores podrían ser un espejismo.

El precio de los insumos y el combustible, una pesadilla para los agricultores

Es cierto que el sector sojero debería ingresar este año 700 millones de dólares más que en 2021, según la Bolsa de Cereales de Rosario, que es una referencia en el país. Pero esta suma se ve compensada por el precio del combustible y los fertilizantes. “Los insumos que se pagan en dólares pesan hoy en día en los bolsillos de los agricultores», afirma Olivier Antoine, geopolítico y experto en temas de agricultura y alimentación en América Latina.

Esta carga podría incluso llevar a un descenso de las plantaciones, incluidos todos los cultivos. En este contexto, las perspectivas de beneficios podrían convertirse en una operación nula. Esto es lo que temen la Cámara Argentina de la Industria Oleaginosa y la Cámara de Exportadores de Cereales.

«El mundo agrícola está decepcionado», confirma un analista, asfixiado por el aumento de los costes de producción y la falta de visibilidad a nivel nacional, y de consideración a nivel internacional. La soja, el cultivo estrella del país junto con el maíz, es también uno de los más gravados. La superficie de soja, que era de 21 millones de hectáreas hace 15 años, ha disminuido, mientras que en el vecino Brasil aumenta en un millón de hectáreas cada año.

Radio Francia Internacional