Casimira Lema deja las pérdidas atrás y vuelve a enamorarse… esta vez de El Alto

Después de haber sufrido el saqueo y quema de su casa y haber perdido su trabajo en TVU, la reconocida presentadora de televisión dice que comienza a sentirse ilusionada con esta nueva etapa de su carrera en El Alto.

Fuente: paginasiete.bo



Hace unas semanas que la presentadora de televisión Casimira Lema regresó a las pantallas de la televisión. Esta vez en F10, de la ciudad de El Alto. El canal es de propiedad del empresario Freddy Ticona y está dirigido por el periodista John Arandia.

$!Casimira Lema (izq.) en el set del informativo de F10, junto a Ramón Grimalt y Willma Villca.

Casimira, uno de los rostros más famosos de la televisión, dirige el informativo de mediodía de F10 con Ramón Grimalt y Wilma Villca. Las emociones que siente en ese canal y El Alto le recuerdan sus primeros días ante cámaras, cuando era una jovencita en su primer año de universidad y de residencia en La Paz.

Pero las razones para este cosquilleo son distintas a los de esos años. Éstas aparecen cada día, cuando camina por las calles de El Alto y descubre detalles de esa ciudad que la sorprenden y encantan, y porque su trabajo en F10 es una especie de bálsamo después de lo que vivió desde el 10 de noviembre de 2019.

Ese día, en medio de la convulsión social por el fraude electoral y el vacío de gobierno dejado por Evo Morales, una turba saqueó su casa, destruyó todo a su paso y le prendió fuego. Después, en 2021, perdió su trabajo en Televisión Universitaria (TVU). El canal es de la Universidad Mayor de San Andrés, a cuyo rector de entonces, Waldo Albarracín, también le quemaron la casa, minutos antes de que atacaran la de ella.

$!Casimira Lema

Pero ahora, en esta nueva etapa de su carrera, Casimira siente que esas pérdidas van quedando atrás y que además se está enamorando de nuevo… esta vez de El Alto.

“Me pasa algo que hace un par de años no imaginaba y me siento afortunada. Estoy sintiendo esas cosquillas en el estómago que sentía cuando comencé a hacer televisión. Me pasa en F10, con El Alto. Estoy comenzando a enamorarme de esa ciudad que siempre me llamó la atención”, afirma a Página Siete en ese departamento coqueto, acogedor y lleno de amabilidad donde vive ahora con su familia.

La vivienda es alquilada. La rentaron con muebles y sábanas. Era necesario. La tomaron después de vivir un mes en un hotel, donde les enseñaron incluso a cómo escapar en caso de que se cumplieran las advertencias de que una turba venía por ellos.

Hoy se siente feliz en su nuevo hogar con su esposo Friedl Hochhäuser, piloto de profesión. Con sus hijos, Friedl que ya es un financiero y Stephan que estudia Medicina; con Ifigenia Quispe, que la ayuda a cuidar su familia, y Buddy, un chihuahua que acapara la atención de los Hochhäuser – Lema.

Buddy es la única mascota, de las cuatro que tenían, que pudieron conservar. No les quedó más que dar en adopción a unos amigos a Max y Rosso, sus perros de raza grande. No cabían en el departamento. Su gata Minina quedó tan asustada con el ataque a la casa que no permitía que nadie se le acercara. Un año después de lo ocurrido recién pudieron sacarla y llevarla con ellos. Estaba muy viejita, así que la tuvieron por poco tiempo porque el animalito murió.

“Hay que aprender a desprenderse, sobre todo de lo material, eso me enseñó 2019”, dice con voz serena Casimira.

Esta es la conversación con la experimentada presentadora de televisión y radio, también tuitera, que entre sus proyectos pendientes está escribir un libro sobre sus experiencias de vida en el periodismo.

Inició una nueva etapa profesional, ¿cómo se siente?

Tan especial como es F10, que promete mucho. Me siento privilegiada porque pensaron en mí en un canal nuevo, que trabaja con tecnología y profesionales de primera. Siempre quise trabajar con John Arandia y ahora es mi jefe. John es un hombre que trabaja de sol a sol, igual que el dueño del canal, Freddy Ticona, que es inspiración pura.

Cuando conocí la historia de Freddy y me dieron la oportunidad de trabajar con ellos, me dije: Cómo no voy a estar en este canal de la ciudad más pujante del país, igual que Santa Cruz, y donde -me atrevería a decir- está la gente más trabajadora. Esa ciudad de mujeres que se levantan de madrugada, cocinan y van a trabajar, al mismo El Alto o a La Paz, y regresan a cuidar a su familia.

No hay vez que suba a El Alto y no me quede sorprendida con algún negocio. Por ejemplo, yo llegó en el teleférico Amarillo, cruzo la calle y espero un minibús que me lleva al Hospital Holandés. Por ahí hay un lugar donde venden salteñas y empiezan a cantar. “¡Vengan, vengan a comer las salteñas más deliciosas!”, gritan… Yo ya me compré dos salteñas, ¡son realmente exquisitas!

El Alto tiene eso y yo estoy comenzando a enamorarme de esa ciudad que siempre me llamó la atención, pero que veía distante y ahora la siento muy cerca y espero que la gente sienta lo mismo. En la zona donde trabajo, cuando subo al teleférico, siento un cariño inmenso de la gente que me ve, y es recíproco.

¿Cuánto sabía de El Alto?

Sabía de El Alto, pero creo que lo que todos saben: que hace frío, que la gente es trabajadora, pero ahora palpo eso, lo siento día a día. Camino por sus calles que son envidiables, con avenidas y veredas anchas; es una ciudad bien planificada en su momento y su proyección es increíble.

¿Cuántos años está en la Tv?

¡Uyy! No me preguntes, ¡qué barbaridad! (ríe)… Ya pasé los 30 años. Empecé muy joven, saliendo bachiller, prácticamente.

¿Cómo llegó a la televisión?

Fue una invitación. Hicieron un casting en Canal 7, la televisión del Estado, aquí, en La Paz. Me presenté con unas amigas chapacas y nos contrataron a todas, el primer día. Marcia Calavi, Claudia Roca y yo comenzamos a trabajar en el noticiero, cada una en distintos horarios. Pensé quedarme un tiempo, pero no fue así. Yo estudié turismo.

¿Siempre en informativos?

No. Con Paolo Agazzi hice Tv Amiga, un programa femenino que tuvo mucho éxito y estuvo al aire varios años, hasta que me fui a vivir a Santa Cruz por el trabajo de mi esposo.

Regresó a los informativos

Sí, fue en Santa Cruz, donde Unitel me llamó. Cuando volvimos a La Paz continué en el canal, donde estuve 13 años. Después pasé a ATB, ahí me mantuve seis años. Luego estuve en PAT seis años y en Televisión Universitaria cerca del mismo tiempo. ¡Ay Dios! Si empiezo a contar los años, cuidado llegue a contar 40 ya trabajando (risas).

¿Alguna vez mandó currículum?

No, nunca, siempre me llamaron y adonde fui lo hice muy feliz, con el mismo deseo de aprender.

¿A qué cree se debe su vigencia en la televisión?

Primero, creo que debido a la pasión que le pongo y, segundo, a la responsabilidad que siempre tuve con la gente que siento me sigue a donde voy. Después de lo que me pasó, hubo personas que me dijeron que debía dejar los medios. pero ¿por qué tengo que dejar esto si es lo que sé hacer y creo que no lo hago mal? Hice y hago entrevista, algunas veces me gusta interpelar, porque ese es nuestro trabajo, pero no soy una periodista que hubiese incomodado o hecho daño a nadie.

Atacaron su casa en 2019, ¿conoce ya las razones?

No. Lo pienso todos los días, es algo que se quedará en mí para siempre, y no encuentro respuesta. Las personas que lo hicieron lo sabrán. Fue un daño irreparable porque destruyeron detalles personales y familiares difíciles de recuperar. Reconstruimos la casa, está alquilada. No queremos volver allá, es difícil.

Vivo en un lugar muy bonito gracias a un amigo de la familia. Tengo a mis hijos, a mi esposo bien y a Ifigenia. Ella estaba sola en la casa cuando la atacaron. Huyó con ayuda de los vecinos y está bien. Qué más puedo pedir a la vida. Además debo agradecer el cariño y ayuda económica que recibimos. Incluso niñitos de colegio aportaron. Tengo sus cartas, no gasté sus donaciones. Con todo eso ¿cómo no sentirme bendecida?

¿Qué tiempo vivió en esa casa?

Desde 2003 y me tocó vivir momentos duros en ella. El primero fue en 2003. Éramos nuevos en el barrio y vino la Guerra del Gas y la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada. Trabajaba en Unitel y no pude volver a mi casa. Mis hijos eran pequeños, al final tuvimos que sacarlos de la casa disfrazados porque ya no tenían qué comer. Me tocó vivir cosas duras en la historia política de Bolivia y pienso que quizá estuve en el momento preciso donde había ese cambio.

¿Cómo van las investigaciones sobre el ataque a su casa?

Todo quedó en nada después de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos estableció que éramos víctimas, pero que no había pruebas, porque las personas estaban encapuchadas. Quedó ahí y tampoco insistí. Es difícil, pero no pierdo las esperanzas. En algún momento, quizá no aquí, pero el de arriba hará justicia, porque nos hicieron mucho daño. Pero no pudieron más, ¡aquí estamos, renaciendo desde El Alto!

Lo que sí, sinceramente, así como en Senkata y Sacaba recibieron y reciben ayuda, en mi caso y el de tantos otros, por humanidad, también deberían ayudarnos. No es lo material lo que me impulsa, aprendí a soltar, pero no la tenemos fácil.

$!Casimira junto a su familia. Su esposo Friedl, que tiene a Budyen sus brazos, Ifigenia (centro) y sus hijos Friedl y Stephan.

¿Cómo reaccionó su familia?

Lo primero que pensé fue qué dirán mis hijos y mi esposo, porque todo eso no fue por ellos, pero nunca me lo reprocharon. Más bien, cuando volví a la televisión me dieron fuerzas. Muchas veces pienso que si no hubiese estado trabajando en TVU no hubiera pasado nada, no sé. No se puede retroceder en el tiempo, pero si pudiera volvería a TVU. Fue una experiencia única.

$!Casimira junto a su esposo Friedl

¿Por qué dejó TVU?

Porque me botaron. Es la primera vez que me echan de un trabajo. Me dieron un memorándum de despido, como nunca en mis más de 30 años de trabajo, pero tendrán sus razones. Me dolió mucho, no lo voy a negar, pero ahora estoy tan feliz con estos nuevos proyectos, con F10, que es una gran oportunidad.

¿Qué hizo después de TVU?

Trabajé en la radio y con algunas consultorías.

¿Cómo llegó a la radio?

Hace cinco años. Me venían invitando pero le tenía miedo a la radio porque me daba la impresión de que no me iría tan bien como en la tele. Entonces la radio era sólo micrófono y me preocupada porque en televisión tienes tiempo de gesticular. En la radio tienes que pensar rápido y los segundos de silencio dicen. Pero aprendí a ser yo, olvidarme incluso de posar.

¿Cómo le va con la radio?

Por lo que nos dijeron, Radio Compañera, donde estoy, creció mucho, está entre las más escuchadas de La Paz y Bolivia. Conduzco una revista de entrevistas con Jhonny Mendizábal, un periodista orureño.

¿Planes para adelante?

En El Alto estoy descubriendo un nuevo mundo y ojalá pueda hacer cosas nuevas en el canal, estamos trabajando en eso, pero por ahora no quiero ver más allá, porque este es mi momento de mucha felicidad. No quiero ver atrás ni mucho más allá, quiero vivir el momento.

Fuente: paginasiete.bo