El imperio de la cocaína

La guerra contra el narcotráfico, se ha convertido en una guerra contra los carteles, es una lucha muy violenta por el control de un negocio estimado de 320 Billones de dólares, esta industria global de producción de cocaína, con un mercado aproximado de 20 millones de consumidores globales, donde su adquisición es fácil y accesible para todo el mundo.

Inglaterra, España, Australia y Estados Unidos son los mayores consumidores, pero los países de Sudamérica son los mayores productores de este veneno nocivo para la salud mundial, Colombia esta en la lista negra de productores con casi el 60% de la producción mundial, el kilo de cocaína en el mercado internacional es de 2.200 dólares americanos, una vez llegado a México esta mercancía tiene un valor de 12.000 a 16.000 dólares una vez llegado a Europa tiene un valor de 53.000 a 55.000 dólares. Un negocio muy rentable de consecuencias nefastas para Bolivia.



El crimen organizado se las ingenia para transportar y llevar grandes volúmenes de droga a estos mercados más rentables, especialmente a Europa, Este mercado lucrativo supera con creces al mercado de la marihuana, los traficantes de droga están en cada esquina, especialmente en los países donde el consumo se ha vuelto una adicción incontrolable. Ahora qué sucede en Bolivia con este flagelo, que esta destruyendo las bases mismas de la institucionalidad y la Democracia. Comencemos a hacer el análisis crudo, veraz y frío.

La realidad boliviana en torno al “narcotráfico, crimen organizado y trata de personas” no se ha modificado, es uno de nuestros mayores problemas sociales, económicos y políticos. Es indudable que la guerra contra el narcotráfico en Bolivia ha fracasado, el narcotráfico atrae y causa fascinación en muchos grupos sociales, particularmente en las clases medias y bajas.

No es un problema reciente, es un problema de larga data en nuestro país, no por algo nuestro país aparece en una de las películas más taquilleras y clásicas de la cultura pop como “Scarface”, es decir se ha convertido a Bolivia en apología de los hechos delictivos conectados con el narcotráfico, incluso ahora se elogia la riqueza obtenida por los actores del narcotráfico, la acción de los narcotraficantes afecta de manera alarmante a un país como el nuestro, la violencia poco a poco está alcanzando proporciones desmesuradas, pronto veremos un escenario devastador y luchas entre los carteles de la droga instalados en nuestro país, al estilo México o Colombia: Decapitaciones, torturas, secuestros y varios asesinatos, eso queremos, yo les pregunto mis queridos compatriotas. Es decir, inseguridad pública ¡Demasiado tarde…!

Si no hacemos nada queridos bolivianos, esta plaga se masificará, en espacios escolares, centros de esparcimiento y en las grandes ciudades como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, en la vía pública y “narcotienditas”, eso quiere para sus futuras generaciones. ¡No hay tiempo que perder…!

Los narcotraficantes bolivianos no se limitan al comercio clandestino, sus acciones de distribución alcanzan diversos países vecinos, aunque el gobierno y la Policía Nacional no lo reconozca, existen muchas organizaciones criminales dedicadas a la producción, distribución y exportación de pasta base de cocaína. Las más importantes son dos: El cartel del Chapare y el cartel del Beni, ejercen sus acciones en diferentes zonas del territorio nacional y poseen estructuras complejas, con funciones muy planificadas y diversificadas. Bolivia poco a poco se está colombianizándose, hasta “México chico” tenemos y en un plazo breve se superarán las condiciones de violencia. El reparto del territorio nacional es la pugna, qué cartel puede más y cuál es el más violento.

La frontera caliente de la droga está en Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay, donde no existen controles para detener el flujo de la cocaína boliviana, donde comienza el juego del gato y el ratón, pero la política del gobierno es permisiva, al igual que con el contrabando. Kilos y kilos de droga camuflados en el airbag o el asiento de los autos, dentro de latas de aceite, diluida en gasolina, mezclada en dulce de leche, adentro de mil zapatillas o ropa usada, sorteando así todos los puestos de controles. La ruta de la blanca está diseñada de manera creativa en todo el país y en las fronteras con nuestros vecinos. La meta final es Madrid o Lisboa u otro país donde el negocio sea más rentable. Bandas de bolivianos, colombianos, argentinos y brasileros están haciendo su agosto en nuestro país.

En Argentina, colombianos y mexicanos se dedican a controlar los envíos, las avionetas sobrevuelan, lanzan su carga blanca y regresan a Bolivia.

La lluvia blanca de paquetes de cocaína no cesa, parece una lluvia blanca interminable.  Bolivia produce más de 45.000 toneladas de hojas de coca al año, así se construye el imperio de la blanca, la república de la cocaína quedó atrás en los anales de nuestra historia. En Bolivia ya están instalados, los grandes carteles internacionales y sus actividades aumentan a un ritmo vertiginoso, todos relacionados con la guerrilla de las FARC, como con los paramilitares, así están operando los narcos en Bolivia y el gobierno boliviano lo permite, con toda su política permisiva de “dejar hacer, dejar pasar”, máxima expresión del capitalismo. ¡Este mundo anda de cabeza…!

 

Jhonny Vargas es Politólogo