El desenlace de una telenovela llamada “Lamento boliviano”

 

Como toda radionovela, ha ocurrido poco a poco, a cuentagotas, por capítulos, en una sucesión de agónicas escenas de traición e infidelidad. El momento culminante de la división del Movimiento Al Socialismo va llegando, como cabía esperar, la falsa convocatoria a la unidad dada hace menos de dos meses acompañada de una fotografía, no fue MAS que una simple intentona para acallar lo que todo boliviano ya comenta, observa y siente en el ámbito político masista a nivel nacional.



Evo Morales cada vez más solitario y gobernando de manera abierta la región del Chapare, a la cabeza de 6 federaciones de cocaleros, que de a poco también se irán alejando, ya que el narcotráfico, la producción de Coca y la justicia cómplice existente actualmente, dejará de apoyarlos simplemente porque el poder gubernamental es el que manda, y, quien tiene el poder actual se llama Luis Arce Catacora, ex hombre y encubridor de confianza del mayor corrupto de Bolivia.

En las últimas elecciones, el MAS nuevamente ganó las elecciones, utilizando un padrón electoral que están protegiendo de un posible CENSO el año 2023, que, si se lleva a cabo, se descubriría una falsa información demográfica de poblaciones que aumentaron su población y padrón electoral, únicamente para realizar repetitivos fraudes electorales que hizo el gobierno de Morales.

Lo que se ve, por ahora, es un objetivo claro de las intenciones que tiene el proyecto político 2025, cuyas principales cabezas son: Arce Catacora, Choquehuanca y Eva Copa. Quieren, de manera disimulada, borrar el dominio evista, en el partido, como también en ciertos cargos de decisión política que cuenta aún Evo en la Cámara Legislativa, Poder Judicial y algunos cargos menores en el poder ejecutivo.

A partir de esta división, la dimensión de esta problemática para el gobierno, entre el proyecto señalado y el masismo es muy complicada. El poder político Vs. el poder económico del narcotráfico es la guerra sin tregua que se avecina.

Al momento lo único que está claro es que el presidente está ganando con gran diferencia la partida de ajedrez: eludió hábilmente la figura intocable que era Evo Morales al interior del MAS; se trajo para su lado la lealtad de la Policía y de las Fuerzas Armadas; logró que una parte del poder judicial le responda directamente, gracias al manejo ladino del exevista ministro Lima; maneja cómodamente el Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo cercano lo tiene bajo su control.

Por su parte, los narcos productores del Chapare, a la cabeza de Morales, le resta el poder financiero y las vagas denuncias de corrupción que vienen realizando en contra de algunos personajes allegados al presidente, queriendo involucrar la figura presidencial en actos dolosos para quitarle credibilidad y bajarle su efímero poder al interior del MAS, dejando abierta la puerta para que el gobierno en cualquier momento saque a la luz, la relación directa que tiene este expresidente con los distintos carteles de las drogas a nivel mundial y la protección que les daba durante 14 años de gobierno.

En un país de paradojas, resulta ahora que el único movimiento político que se opone al oficialismo, es una parte del partido del presidente actual. Ya que los partidos de oposición demostraron por la angurria de poder que los llevó a su decadencia, que no están a la altura política, ni de manera individual ni colectiva, para asumir un rol desestabilizador de un gobierno que cada día que pasa se viene fortaleciendo en sus posiciones autoritarias, corruptas e ilegales para mantenerse en el poder, por muchos años más.

La razón de esta (hasta ahora) contundente victoria del ala renovadora masista, no es solo su llamativa habilidad para la negociación, sino, unas tres circunstancias objetivas:

La primera es que virtualmente todo el espectro político de la oposición únicamente se dedica a darle importancia a la figura de Evo Morales, como el objetivo a debilitar y deja que un proyecto político nuevo vaya tomando cuerpo nuevamente en el occidente del país.

Segunda, es, que al margen de las notables discrepancias que hay al interior del partido gobernante, la prioridad es la desevonización (borrar la imagen de Evo Morales) del Estado. En ese objetivo, no solo la mitad del partido de gobierno está con el presidente, sino todos los partidos, organizaciones y movimientos políticos y sociales que sufrieron agravios durante 14 años de gobierno de este líder político.

La tercera es que el Movimiento Al Socialismo, como movimiento político, nació, creció y vivió siendo altamente dependiente del control del aparato del Estado. El régimen de Evo Morales nunca tuvo entre sus prioridades construir un movimiento político orgánico digno de tal nombre. El centro de todos sus desvelos fue el Estado, no el partido ni una organización o una sociedad civil que le sobreviviera. A la hora de la verdad, cuando había que medir fuerzas, el control del aparato estatal pesa más que el carisma personal, el liderazgo individual o las promesas de fidelidad. Pesa exactamente en proporción de dos a uno.

En política el porvenir es largo; ninguna victoria es segura ni dura para siempre. El cálculo del ala renovadora está completamente ideologizado, pensando, que es un gobierno capaz, cuando la realidad es completamente lo opuesto. Son incapaces, indecisos e ineptos, y, con el tiempo, hará que su electorado (el aimarismo y cocaleros) añore al corrupto padre fundador del Proceso de Cambio.

Ahora bien, si esta batalla interna marcó los últimos seis meses, si la necesidad de contar con una base propia de respaldo político explica gran parte de las principales acciones del gobierno de Arce Catacora, si todos los indicios señalan que está ganando la batalla, ¿cuál es el significado de la contienda? ¿Es el proyecto político de Arce Catacora distinto al de Evo Morales? ¿Qué podemos esperar de su gobierno?

Es totalmente inadecuado interpretar la división en el Movimiento Al Socialismo como una fractura entre la izquierda y la derecha del partido, como intentan hacer creer los evistas como Quintana. Más allá de que hay algunos intelectuales de izquierdas en ambos bandos y que las credenciales de una juventud de militancia radical son mucho mayores en Arce Catacora que en Morales, el argumento esencial para desechar esa interpretación es otro. Las políticas económicas cada vez más favorables a los grandes empresarios se habían fortalecido al final del gobierno de Evo Morales. Arce Catacora sin duda alguna le está costando mantener amistad con el sector empresarial, es más, no los quiere ni ver. Pretende profundizar su Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo de desarrollo, lo que en el oriente boliviano no es aceptado ante un verdadero modelo productivo que ha rendido frutos y desarrollo en el departamento de Santa Cruz, lo que ha generado una gran captación de migrantes del occidente del país, que está generando una verdadera fractura social, política y demográfica en Bolivia con serios riesgos de división en un futuro cercano y porque no decirlo de un triste e inevitable enfrentamiento entre el centralismo y los que quieren una verdadera autonomía de gestión en sus regiones.

Una interpretación alternativa, pero muy significativa, es que el oriente boliviano, actualmente no está siendo representada con la fuerza que le debería corresponder en el gobierno nacional. Pero ¿sería esa una razón suficiente para arriesgar una ruptura política semejante, tan peligrosa como incierta? Y si el problema es la cantidad de dirigentes sindicales, campesinos, que actualmente ocupan cargos altos y lo único que demuestran es una corrupción avalada por la justicia y el gobierno de Arce Catacora, tal como sucede en la ABC o en la gobernación de Potosí. ¿Por qué eso le molesta ahora a Evo Morales como para atacar al gobierno de Arce Catacora? Simplemente, porque la descalificación implícita al adversario por la importancia adjudicada a semejante razón, descalifica sus propias razones para la ruptura. 

Siempre hay, en todo gobierno, una mezcla variable de grupos empresariales, tecnócratas, políticos profesionales y grupos ideológicos. Las coaliciones, informales y cambiantes, no siempre integran a todos los beneficiados de las políticas de gobierno, pero sus integrantes pueden distinguirse por la facilidad con que acceden a la toma de decisiones políticas y económicas estratégicas, en el gobierno actual no existe este hecho.

Ahora bien, en ambos lados de la disputa masista y en los terceros en discordia que es la región cruceña, cualquiera hubiera ya ganado esta guerra, si hubieran tenido un comandante que fuese un ganador. Lo único que podemos observar, es que existen mediocres y corruptos políticos, tanto en el gobierno central, en el evismo y en Santa Cruz…

Como quien diría, recordando a los Enanitos Verdes y haciéndoles un homenaje, esto es un verdadero “LAMENTO BOLIVIANO”

 

 

Alberto De Oliva Maya