Carlos Hugo Molina: “Mientras más se posterga el censo quienes pierden son Oruro, Chuquisaca y Potosí”

El destacado especialista en políticas demográficas y municipales, Carlos Hugo Molina analiza el acuciante tema del censo de población en Bolivia

Entrevista
  • Conferencista. Molina realiza frecuentemente disertaciones sobre políticas poblacionales.
  • Urbanización. Mapa del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD) que dirige Carlos Molina.
Fuente: Los Tiempos
Rafael Sagárnaga

-¿Por qué es urgente hacer el censo en Bolivia? 

-Es necesario en este momento más que en ningún otro por lo que se ha ido produciendo naturalmente en Latinoamérica, pero fundamentalmente en Bolivia: la migración del campo a la ciudad y el crecimiento de las ciudades. Este fenómeno es parte de la revolución industrial, fíjese el tiempo que ha tardado en llegar a Bolivia. Está generando un descontrol, una desazón y una atonitud.



Además, esto implica objetivamente la toma de decisiones de políticas públicas concretas para acompañar la concentración de personas en áreas urbanas. No tenemos una ley en Bolivia que se refiera al tema de ciudades. Seguimos en el Estado con un enfoque legítimo desde el punto de vista político, originario indígena y campesino, cuando la realidad es urbana. Y una realidad urbana, al no asumirse como tal, deja al descubierto la falta de políticas públicas para sostener la población en el territorio.

-¿Cuán intenso es este proceso de crecimiento urbano? 

-Hay un proceso migratorio que hemos estudiado fundamentalmente desde las sucesiones de censos que ya tuvimos. Trabajamos con ellos desde 1992, 2001 y 2012, con dos datos previos que sirven de telón de fondo para entender el fenómeno. El primero es el censo del año 1950 que produjo un dato base: 74 por ciento de la población vivía en área rural y el 26 por ciento en lo hacía en área urbana.

El punto de inflexión, del 50 y 50 de la población en Bolivia, se produce el año 1983. De ahí viene ya la secuencia que está dada por los censos siguientes. Cuando uno tiene una perspectiva de esa naturaleza, es posible realizar una proyección estadística, evidentemente. No está escrita en piedra. Pero hay una secuencia que está creciendo, con un elemento que no estuvo estudiado porque era impensable cuando se hizo este trabajo el año 2014, el evento de la pandemia. La pandemia en América Latina y en Bolivia está acelerando el proceso migratorio.

Hay significativas proyecciones que nos han servido para llamar la atención sobre este tema desde el año 2014. Previmos que cuando se produjesen dos censos más, el año 2022, que debía realizarse, y el 2032, Bolivia tendrá 15 millones de habitantes, más o menos. Y el 90 por ciento de la población estará sentado en área urbana. El 85 por ciento vivirá en el eje central de los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. Y el punto de atención fundamental será el departamento de Santa Cruz con una población cercana al 50 por ciento de la población nacional, con una región metropolitana de 5,5 millones de habitantes.

-¿Y en cuanto a despoblación?

Dos datos: el primero es que hay tres departamentos que tienen que enfrentar un proceso cada vez fuerte de despoblación y de migración: Chuquisaca, Oruro y Potosí. El siguiente dato emerge de manera natural por la operación matemática. Si el 90 por ciento de población vamos a vivir en ciudades, tendremos un millón de kilómetros cuadrados técnicamente sin población.

-¿O sea estamos despoblándonos hacia adentro como si se succionara todo al ombligo de Santa Cruz?

-Hacia el eje central, pero teniendo un énfasis muy fuerte en Santa Cruz. Aquí es donde vienen los elementos objetivos sobre los cuales avanza la investigación y que son constatables. En el altiplano y los valles el régimen de agua es cada vez más complicado. Estudiamos, a partir de una investigación que hicieron hace 10 años Dirk Hoffman y Cecilia Requena. Surge el cambio climático, con el incremento de la temperatura en el altiplano y el deshiele de la zona de las cordilleras y la zona de los valles centrales a partir de Mizque. En esa región, que era conocida como el Cono Sur, por los municipios que la integraban y producían, hoy tienen grandes problemas de agua.

Una situación que en la zona de Santa Cruz y parte del Beni estrictamente no sufren. La posibilidad de la capacidad productiva es anual. Cuentan con periodos y variedades que permiten perfectamente hacer en un tiempo una cosa y en otro tiempo otra. Pueden generar actividades crecientes en términos de oportunidades y opciones.

Entonces la figura es objetiva. No se trata del producto de un oráculo. Es el resultado objetivo de una oportunidad que la gente está entendiendo en esos términos. La población del país que vive con régimen de agua, o con ausencia de servicios básicos o de oportunidades, se traslada a donde cree existen esas oportunidades.

-¿Puede citar alguno de los casos más fuertes a nivel departamental? 

– Tras el censo de 2012, el primer dato que dio el INE sobre crecimiento intercensal de Bolivia, en comparación al censo de 2001, fue de 1,7. Sin embargo, el departamento de Chuquisaca creció 0,66. Eso es menos de la mitad del crecimiento nacional.

El dato más complicado señala que, de las 10 provincias chuquisaqueñas, siete tienen crecimiento intercensal menor. Esto quiere decir que en esas siete provincias la población está saliendo sin reposición. Para decirlo en términos más comprensibles, el que murió o el que migró ya no tiene quien lo reemplace, quien repare esa ausencia. Es el caso más extremo.

Le sigue Oruro. De sus 35 municipios, 27 tienen una población menor a 10.000 habitantes. En ninguno de ellos hay un hospital de segundo nivel, según datos cruzados con las crisis de salud por la pandemia. Deja en evidencia un elemento que nosotros llamamos de presión migratoria. La gente necesita, para no morirse, para no sufrir, buscar remedios, salud, que no tienen en sus lugares. Eso genera el proceso.

Pero veamos el contexto: de 339 gobiernos locales que hay en Bolivia, 256 tienen población menor a 20.000 habitantes y en ninguno hay un hospital de segundo nivel. Que en esos 256 municipios no haya hospitales de segundo nivel, significa que no hay servicios radiológicos, ni laboratorios de análisis clínico, ni diálisis. La lista es básica para la sobrevivencia humana.

-El régimen del Movimiento Al Socialismo (MAS) y diversas organizaciones internacionales publicaron en años recientes datos sobre mejoras en los indicadores sociales del país. Al MAS le convendría que eso sea revelado por el censo. ¿Por qué cree que el Gobierno no quiere realizar esta consulta nacional? 

-Esos datos generales están dados por el volumen de recursos que ha recibido el país y la población que ha sido beneficiada. Numéricamente, es posible que ese hecho haya sido así porque es cuestión de dividir cuánto se ha recibido en Bolivia y qué población tenemos. Se puede inferir que se han tomado medidas. Pero la razón objetiva es, primero, ¿dónde está esa gente?

Es un elemento que hace a una crisis de Estado y de sociedad. Ello porque seguimos hablando con un discurso de originarios, indígenas y campesinos cuando la centralidad social y humana está trasladándose objetivamente a las ciudades. Esto genera una ruptura porque el campesino, cuando deja el campo, deja de ser campesino, su relación no es con el factor tierra. No traslada su hectárea de yuca, de arroz o de papa a la ciudad. Pasa exactamente lo mismo con el indígena y el originario. No hay los medios de producción y de sobrevivencia en las ciudades como en el campo: caza, pesca, recolección.

-Y seguramente las cifras marcan ese contraste, ¿no es cierto?

-Si soy objetivo, y ahí están los datos otra vez, digo: de 339 municipios que hay en Bolivia, 256 tienen una población menor a 20.000 habitantes, y no tienen un hospital de segundo nivel. Entonces que demuestre el Estado boliviano lo contrario. No lo puede hacer porque no existe. Estamos hablando de realización de obras, pero obras aisladas en el territorio no causan las condiciones para la retención de la población.

Yo no me quedo en un territorio porque haya un hospital o una escuela o un determinado servicio. Me quedo si hay oportunidades económicas, de producción y de generación de excedente y esto es lo que está faltando.

-¿Que riesgos cree que corremos si el Gobierno mantiene su postura y el censo se realiza en los términos que ha planteado?

-Este no es un problema ya del gobierno. Este es un problema de la sociedad boliviana, es la responsabilidad de enfrentarnos con nosotros mismos. En esto soy muy duro. Mientras más se posterga el censo quienes pierden son precisamente Oruro, Chuquisaca y Potosí, los 256 municipios pequeños que tienen la presión migratoria más fuerte y que van a seguir perdiendo población todos los días.

Mientras más se alargue la realización del censo en términos de fecha, menos posibilidades hay de tomar acciones que se necesita de urgencia ahora. Ello porque hay que tomar, decisiones de política pública que permita reconocer que, si hay menos población, para que no se siga yendo, hay que aplicar políticas públicas.

La gente está creyendo, y el Gobierno ha logrado engañar precisamente a los que pierden, diciendo: “Hagamos un censo de datos firmes y de datos transparentes para que sean útiles”. Bueno, el censo si se realiza el año 2024, el Gobierno ha señalado que aplicarán las medidas económicas recién el año 2026, dentro de 4 años. Las medidas políticas de ajuste, desde el punto de vista de responsabilidad estatal, las prevén para el año 2030, en las elecciones.

-¿Qué pasará entonces?

-Vamos a perder todos. Pero lo que es más cruel, es que, con censo o sin censo, hay lugares en Bolivia que están marcados como “beneficiados” por esta percepción ciudadana que cree que en esos lugares hay economía que es a donde la gente se está yendo. Ahí encontramos 30 ciudades, 30 municipios, en todo el país, que tienen poblaciones mayores a 45.000 habitantes. Y en este momento en esos 30 está el 75 por ciento de la población.

En el departamento de Pando solo hay un municipio que tiene más de 45.000, Cobija; en Potosí solo hay uno, Potosí; en Oruro solo hay uno, su capital; en Chuquisaca solo uno de más de 45.000, es Sucre. Tarija tiene dos, Yacuiba y el Cercado; el Beni tiene dos, Trinidad y Riberalta. Y los otros están en el eje central. Es concentración de una manera natural. No es el producto de una planificación. Es la acción inteligente de la gente que busca una oportunidad.

-¿Cree que el paro sea un acierto como respuesta a esta situación?

-¿Es posible suponer que el fracaso de una llamada de atención al gobierno y a todas las regiones de Bolivia, sea de Santa Cruz? Aquí debo lamentar, probablemente no ha habido la suficiente capacidad comunicacional para dejar en evidencia que esto no se trata de un paro a favor de Santa Cruz. Santa Cruz va a seguir creciendo y lo va a seguir haciendo porque la economía así lo ha definido. Si no hay la modificación de la fecha de la realización del censo, pierde el país, no Santa Cruz.

-¿Qué se puede hacer frente al fenómeno? 

-No es un tema inexorable de autodestrucción. Fíjese, los datos que se ofrecen en el mundo, en América Latina, por ejemplo, en el Uruguay el 95 por ciento de la población vive en el área urbana, y no tiene las dificultades y problemas que nosotros tenemos. El enfoque es otro, son 3,5 millones de habitantes y producen comida para 10 millones.

Esta investigación tiene un corolario, una propuesta, es el tema de ciudades intermedias. Nosotros sostenemos que con el fortalecimiento de una red de ciudades intermedias convertidas en nodos territoriales articulados puede permitirse que el país tenga una opción, tenga una alternativa que permita que la gente no se vaya más lejos.