Elecciones en Brasil: las encuestadoras, las más notables derrotadas por sus errores

Todas dijeron que Lula da Silva ganaba por amplia mayoría. Lo marcaron hasta las últimas horas del comicio.

Un notable desarrollo de las elecciones brasileñas es el fracaso notorio de las principales encuestadoras brasileñas que en un conjunto homogéneo pronosticaron una victoria segura y consistente del ex presidente Lula da Silva.Horas antes del comicio dos de estas empresas, la prestigiosa Datafolha y su competidora IPEC, evaluaron que el líder del PT se imponía prácticamente en la primera vuelta al reunir el 50/51% de las intenciones de voto.



Todo el resto de las empresas de pesquisas cometieron los mismos fallidos. La discusión la habían concentrado en si había o no balotaje.

Esta elección ha sido un desafío particularmente complicado para estas empresas. Deben rastrear un país enorme, con dificultades incluso de seguridad en algunas ciudades como Río de Janeiro.

Una de las razones de esas complicaciones es que el gobierno de Jair Bolsonaro impidió realizar el censo de actualización en 2020. De modo que la base con la que los institutos de medición exploran los comportamientos electorales, hacen sus evaluaciones y miden por nivel etario, de ingresos, sexo o raza tiene doce años de antigüedad.

Según los especialistas, uno de los problemas más significativos es la evaluación económica de la sociedad brasileña. En Brasil la pobreza se mide según cuántos salarios mínimos accede el individuo o la familia. Un indicador para redondear la encuesta es la división económica en la sociedad.

Eso les permite a los institutos revisar, como si se tratara de escalones, los distintos niveles de la renta brasileña y desde ahí detectar cómo vota cada sector y sus preferencias.

El IPEC (Inteligência em Pesquisa e Consultoría Estratégica) calcula que aproximadamente 57 por ciento de todos los votantes actuales, percibe alrededor de dos salarios mínimos, unos 400 dólares, insuficientes para sostener los gastos corrientes de una familia.

Pero otras empresas reducen ese porcentaje a 38%, una diferencia significativa. Esto es muy importante porque en esos sectores pauperizados o de bajos ingresos está una parte muy central del voto a Lula da Silva. También hay diferencias sobre los segmentos con mejores ingresos, por ejemplo con cinco o más salarios mínimos. Para unos es el 22 por ciento de la población, para otros no llega al 15%.

El problema es que ninguna de estas empresas aclaró estas deficiencias. Por el contrario se comportaron con un nivel de asertividad tal que generaron una común reacción de parte de la prensa. También de los políticos que acomodaron su campaña en torno a esos números que el campamento de Bolsonaro, aseguró en todo momento que eran equivocados.