Las murallas de Santa Cruz de la Sierra

 

Circuló hace algunos días, en la Red, un relato de Reginaldo de Lizárraga, en el que se describe una de las versiones sobre el asesinato de Ñuflo de Chaves, en octubre de 1568.



Este sacerdote y escritor dominico, nacido en Medellín (Badajoz – Extremadura), fue obispo del Río de la Plata en 1609. Escribió en 1605 una “Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile” donde registró sus memorias. Estuvo en Lima, en tiempos que el virrey Toledo intentó atacar a los chiriguanos, a lo cual se opuso; después fue enviado a Chile por el virrey García Hurtado de Mendoza (primer gobernador de Mojos – en papeles) y tuvo su última misión en Asunción del Paraguay (1607). Conocedor de las cosas que ocurrieron en el territorio, en el capítulo segundo  de su obra afirma: “diré haberlo oído más a personas fidedignas; lo demás he visto con mis propios ojos, y como dicen, palpando con las manos; por lo cual lo visto es verdad, y lo oído no menos…”

Sobre Santa Cruz de la Sierra en su relato informa: “El General Ñuflo de Chaves, subiendo por el río de la Plata arriba, muchas leguas de Asunción, pueblo principal de aquella gobernación, dicen este asiento, pobló y púsole el nombre susodicho, en medio de muchos indios chiriguanos, porque a la una parte y otra del pueblo los hay. Cercó la ciudad de tres tapias, fortaleció las puertas; en todos estos reinos no hay ciudad cercada; velase por los enemigos tan comarcanos y malos.

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De aquí salió en demanda de unos cerros donde se entendía hacer minas de plata, en tierra de guerra; llevaba consigo españoles y mestizos, buenos soldados, y también chiriguanos, por amigos, que le ayudaban, por ser gente belicosa. En un encuentro que tuvo con los indios de guerra, alcanzada la victoria, los chiriguanos pidieron su parte de los indios cautivos y presos para comérselos, diciendo que le habían ayudado. El general no se los quiso dar, guardaronsela…”

Sigue un interesante relato, pero aquí vamos a concentrarnos en un detalle que confirma los hallazgos arqueológicos en Santa Cruz la Vieja y que necesitaban trabajarse: “Cercó la ciudad de tres tapias, fortaleció las puertas”. Estas tres murallas serían al Naciente, al Poniente y al Norte, quedando el Sur cubierto por la serranía (véase ubicación). Una obra apreciable, que no sabemos si fue rebasada después con las 40 manzanas de expansión que tuvo la ciudad, con casi un kilómetro de ancho.

Así es, Santa Cruz de la Sierra, inicialmente fue una ciudad con Muralla. Seguramente para cuidarse de los ataques de los chiriguanos, sobre todo cuando tenía que ausentarse el Gobernador. Aunque Ñuflo de Chaves había hecho pactos con el cacique Vitupué, existían otras facciones rebeldes.

Pero también andaba cerca de ahí un rebelde español llamado Andrés Manso, de la corriente del Perú. Este capitán murió en 1565, por un ataque chiriguano, mientras Ñuflo volvía de Asunción con su familia. Es posible entonces que la muralla se haya construido antes de 1564, previo a su viaje. Según el investigador Eric Soria Galvarro la muralla “la hizo hacer Hernando de Salazar cuándo Ñuflo fue en 1564 a recoger a su familia de Asunción”.

Sin embargo, Manso era solo un ejemplo de lo que podría ocurrir después con nuevos aventureros. Como que ocurrió, con el intento punitivo del virrey Toledo, impedido por los chiriguanos en 1574, tras la rebelión de Diego de Mendoza.

Las murallas fueron desenterradas parcialmente el año 2011 por el arqueólogo Danilo Drakic y su equipo, quienes exploraron al frente de las ruinas principales de Santa Cruz la Vieja, en un área que aún no ha sido protegida.

En general, las tapias de la vieja ciudad son diversas, de acuerdo a la necesidad que tenían y a criterio de los constructores. Los muros de la primera Gobernación, descubiertos por varios arqueólogos desde el siglo pasado y desenterrados del túmulo mayor en el año 2008 por el arqueólogo Delfor Ulloa, son de Tabique, en cambio, los de la iglesia mercedaria, desenterrados por Danilo Drakic en el 2011 muestran muros de piedra, aunque no tan tupida y compacta como la muralla perimetral de protección de la ciudad.

En ese tiempo, en España había unas cuarenta variantes para la construcción de tapias; las pudimos observar tanto en Toledo como en Cáceres, Trujillo y Santa Cruz de la Sierra la antigua, en Extremadura (véanse los gráficos). En Santa Cruz la Vieja, hemos verificado que se usaron al menos cuatro tipos; las de piedra fueron usadas en la muralla de protección, en la primera iglesia y también en algunas casas principales, al estilo de la casa de Ñuflo de Chaves en Extremadura (véase foto).

 

¿Qué pasó con tanta piedra? Quedaron ahí, junto a los techos quemados, durante más de 90 años, desde 1605 que se trasladó la ciudad hasta 1698. Si queremos conocer la antigua Muralla de Santa Cruz la Vieja, parada, solo tenemos que ir a San José de Chiquitos; pues con toda seguridad aquellas piedras fueron acarreadas para la construcción de la iglesia misional. Si alguien opina otra cosa diferente, primero que encuentre dónde están las piedras.

Esperamos que, con la pronta apertura del Museo de Santa Cruz la Vieja, ya se pueda contar en su patio con una gran maqueta de la ciudad, que contenga todos los detalles de su construcción, con el material original.

 

Nino Gandarilla Guardia