¿Qué significa ganar y qué constituye la victoria de Santa Cruz?


La victoria en la guerra o en una disputa por los derechos ciudadanos tal como le sucedió a Santa Cruz, en el nivel más elemental, se convierte en una evaluación, no en un hecho o en una condición. Es la opinión de alguien o una comunión de opiniones. La victoria puede o no tener que ver con criterios objetivos tales como el número de bajas o el territorio ganado o perdido, o haberle ganado la pulseta al gobierno autoritario. A fin de ganar la guerra, esos elementos son importantes, por lo menos hasta cierto nivel y siempre en relación con su efecto sobre la percepción, pero lo que más importa es la percepción final de la situación, no los hechos.

Las personas, según sus perspectivas, pueden diferir legítimamente en su evaluación. La figura de una evaluación complica exponencialmente el asunto de ganar, ya que introduce las variables no controladas de qué evaluación toma precedencia, en qué medida y en función de qué criterios. Varios puntos surgen de esta aseveración. Los resultados de cualquier interacción directa de dos cuerpos estarán estrechamente relacionados e interdependientes.



Esto resulta especialmente cierto cuando compiten entre sí, sin embargo, en vista de que la victoria es una evaluación y no un desenlace comprobado, los resultados de las guerras son independientes para cada bando y podrían variar según el evaluador. Es decir, el hecho de que un bando gane en grande no quiere decir que su adversario pierda en grande. Podría incluso significar que el otro bando no pierda en absoluto.

Segundo, ganar una guerra (a diferencia de una batalla o campaña) es una condición política. Si la guerra constituye un acto político, la victoria en los niveles más altos es definida correspondientemente en términos políticos. La connotación es que una victoria táctica u operacional sin resultados políticos favorables es estéril, y para cualquier evaluación razonable esto es cierto. Sin embargo, el saber que la victoria estratégica es una condición política no constituye un entendimiento suficiente sobre la victoria.

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Tercero, ya que es una percepción o evaluación, la victoria depende, en gran medida, de la perspectiva. Para que lo entendamos, en el ámbito militar esto se traduce en ser perceptivo a los niveles de la guerra. Es posible lograr una victoria táctica aplastante que no genera resultados estratégicos u operacionales, y, si lo llevamos a la experiencia del Paro Indefinido que realizo Santa Cruz en contra del gobierno de Arce Catacora, surge la pregunta que todos en Bolivia requieren que se les responda.

¿Constituye ello realmente una victoria? Por supuesto, lo es desde el punto de vista de la comandancia táctica (Comité Interinstitucional). Los cruceños optaron por una estrategia que ya les dio resultado el 2019 y otras dos veces más antes de llevar adelante el paro de mayor cantidad de días en nuestro país. Cuando todo parecía ir en su contra, todo un departamento, casi 3 millones de personas, despegaron con viento en contra y no a favor, aun así, llegaron de manera exitosa a cumplir sus objetivos. El destino de Santa Cruz era poner a prueba su autodeterminación, les guste o no a la otra BOLIVIA.

Desde la perspectiva de la comandancia de nivel operativo o estratégico (La ciudadanía en sus puntos de bloqueo) la opinión podría ser muy distinta, basada en una visión de acción de campo, donde ejemplarmente demostraron una organización envidiable para cualquier ejército de vándalos o batallón de policía, que fueron los que sufrieron la mayor derrota de los 36 días de enfrentamiento. Por lo tanto, para ellos, la guerra vivida en las calles, desde su perspectiva, fue también un éxito sin precedentes con sabor a poco.

La característica de la perspectiva permite a los observadores, pensar sobre la victoria en tres niveles, el táctico, operacional y estratégico.

En el plano táctico, lo que motivó a toda la gente a estar en las calles durante todo este tiempo, es una forma de motivación muy común. Y es que, con otras personas que cuentan con uno y con las mismas convicciones, es muy fácil estar motivado. Esta fue la razón de mayor envidia del masismo y de los otros departamentos de BOLIVIA, táctica que resultó siendo la mayor fortaleza del ejército de ciudadanos pacíficos en las calles, que con simples pititas lograron controlar los gases, balines de plástico, abuso policial y la traída de vándalos delincuentes de otros departamentos financiados por el derrotado gobierno.

En el aspecto operacional, la cruceñidad, se dio cuenta de que el boliviano en general no aprovecha las oportunidades porque el momento es malo, la parte financiera insegura. El cruceño, mientras tanto, afronta con valentía los riesgos y se enfrenta sin miedo a los desafíos que van en contra de sus intereses. El haber tomado la decisión de no seguir un sistema o las reglas que van en contra de sus derechos y de su futuro, les ha permitido ahondar, realmente, en cuáles son sus propias fortalezas y dones, sin perder el tiempo de una BOLIVIA, con un gobierno sin oportunidades, que solo desperdicia su tiempo en ideologías miserables, retrógradas y corruptas.

El concepto generalizado de la mayoría ciudadana en este departamento, basado en que, sin sacrificio, no hay victoria. Marcó la diferencia entre la victoria y el fracaso. Victoria por la unidad, por demostrar a BOLIVIA que es un departamento de valientes, por ser consecuentes y tenaces en su lucha contra el poder corrupto y por ser un pueblo movido por sus convicciones y para nada prebéndales como está acostumbrada la gente que dizque apoya al MAS.

La victoria operacional fue transparente, por lo menos, en su forma más pura; la campaña tuvo éxito basado en criterios expresados y comprendidos por toda la ciudadanía del país, que, de manera pasiva y cobarde, estuvieron de acuerdo y aplaudieron el accionar de todo el pueblo cruceño.

Y en el aspecto estratégico, las normas para medir la eficacia, tales como las proporciones comparativas de resultados contra los resultados esperados, el terreno ganado o perdido y los cabildos efectuados, tienen valores y pueden generar un cálculo razonable de victoria o derrota, el cual es muy posible que sea ampliamente aceptado.

Sin embargo, la victoria estratégica constituye un asunto más complejo. ¿Qué nivel es más importante? Resulta tentador responder que todos son igualmente importantes, pero esa respuesta seria incorrecta. Lo que cuenta al final es el resultado estratégico. La victoria y la derrota, si bien son polos opuestos, no son binarias. Hay miles de puntos a lo largo de la escala que determinan el grado de éxito. El ganar podría ser o no decisivo en el sentido de consolidar los asuntos políticos implícitos, que busca Santa Cruz, en temas como el CENSO y sobre todo en la relación de este departamento con el Estado que está ya en el tapete para ser discutido.

Todos los cruceños en unidad compartieron el sabor de la victoria sobre Arce Catacora, sus ministros y de un gobierno mediocre. Santa Cruz sola contra la BOLIVIA DÓCIL.

Se demostró que los cruceños son todos líderes, que la frustración del 2019 los convirtió en conductores de un nuevo proceso, ya que han superado la adversidad. La gente se mentalizó en que las operaciones y los cambios se hacen en la victoria, no en la derrota, que la adversidad era el momento de observación de las cosas malas que el gobierno quería imponer y, lastimosamente, la otra BOLIVIA no entendió este proceso.

El gobierno pretendió vencer por la fuerza, no venció más que a medias a la gente fatigada en las calles, que luego retomaban a sus trincheras, Se le demostró a los BOLIVIANOS cobardes que un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados. Más de un mes de paro demostró una victoria nunca vista en DEMOCRACIA de un pueblo rebelde.

Los cruceños compartieron las eventualidades de 36 días de paro indefinido que estuvo marcado por: la añoranza de sus hogares, el abuso del gobierno, el descontrolado uso de la fuerza de la policía contra ciudadanos indefensos, la traición de su alcalde, un cerco criminal de masistas financiados por el gobierno y de la apatía de los otros 8 departamentos. Pero el sabor de la victoria sobre el gobierno autoritario de Arce Catacora, les demostró a todos los bolivianos, que siempre vence el entusiasta sobre el apático. Que no es la fuerza del brazo, ni la virtud de las armas, sino la fuerza del alma rebelde del cruceño la que alcanza la victoria.

Gracias Santa Cruz, por tanto; sos un pueblo valiente; sos un pueblo de virtudes encomiables, sos un pueblo bello.

¡Viva Santa Cruz carajo!

Alberto De Oliva Maya