El depuesto presidente Pedro Castillo fue llevado a la misma prisión donde está Fujimori

Washington y la OEA ya reconocieron a Dina Boluarte como nueva presidenta, mientras los países de la región abogan por el respeto a la democracia



 

Fuente: El Observador

El expresidente peruano Pedro Castillo, depuesto por el Congreso luego de anunciar su disolución, fue llevado a la prisión de Barbadillo, en el distrito limeño de Ate, la misma donde exdictador Alberto Fujimori cumple una pena de 25 años de cárcel.

Castillo salió anoche esposado de la comisaría donde había sido trasladado por decisión de la Fiscalía tras ser relevado de su cargo por el Congreso, cuya disolución había anunciado horas antes, junto al estado de sitio y un “estado de excepción” para gobernar por decretos.

Después de permanecer varias horas detenido en la Prefectura de Lima, Castillo fue conducido en medio de un fuerte resguardo a un cuartel policial en el distrito del Rimac. Desde allí fue llevado en helicóptero al penal de Barbadillo, como se conoce a la prisión policial ubicada en la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (Diroes).

El exmandatario quedó bajo investigación por los delitos de rebelión y conspiración, mientras funcionarios de la Fiscalía General allanaban anoche sus oficinas presidenciales en el palacio de gobierno y en la presidencia del Consejo de Ministros en busca de pruebas para su acusación formal.

El artículo 346 de la legislación peruana, castiga el delito de rebelión “con pena privativa de libertad no menor de diez ni mayor de veinte años y expatriación».

La imprevista decisión de Castillo se produjo horas antes de que los parlamentarios trataran un tercer pedido de vacancia (destitución) por “inhabilidad moral” en sólo 16 meses de gestión.

Carente de una estructura política, ese paso lo sumió en la más absoluta soledad y a un rechazo generalizado a lo que fue considerado como un “autogolpe de Estado”. Nueve de sus ministros renunciaron de inmediato.

Una de las primeras en manifestar su oposición a la decisión de Castillo fue su vicepresidenta Dina Boluarte, que juró como mandataria ante el Congreso inmediatamente después que una mayoría de 101 parlamentarios, del total de 130, votara la destituirlo.

La salida de Castillo fue celebrada en Lima con bocinazos y manifestaciones de sectores medios, pero organizaciones que apoyan al expresidente como el Frente Agrario y Rural del Perú y la Asamblea de los Pueblos llamaron a resistir la medida.

Partidarios del presidente depuesto chocaron en la tarde del miércoles con la policía antidisturbios en cercanías del Congreso, pero la situación era calma esta madrugada, según reportes de prensa.

La nueva presidenta, primera mujer en asumir el cargo en Perú, anunció que formará un gobierno de “unidad nacional” aunque no se sabe si intentará completar el mandato o llamar a elecciones anticipadas, que es lo que se considera más probable.

Tras jurar al cargo, Boluarte , considerada una mujer de izquierda independiente, se reunió con los representantes de distintas instituciones de la nación, incluida la Iglesia católica, para insistir en que es el momento de «trabajar en unidad» para cerrar las brechas y desarrollar el país.

«Estoy muy contento de escuchar que un gobierno de unidad nacional pueda ayudar a resolver las cosas de forma amplia», expresó el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, durante la breve reunión, cubierta por la televisión. la jefa de Estado durante la reunión que no duró más de 15 minutos.

Casi de inmediato, el vocero del Departamento de Estado norteamericano, Ned Price reconoció a Boluarte como presidenta de Perú al asegurar que los legisladores peruanos tomaron «medidas correctivas» de acuerdo con las reglas democráticas.

«Rechazaremos categóricamente cualquier acto que contravenga cualquier Constitución, cualquier acto que socave la democracia en ese país», afirmó Price, según la agencia de noticias AFP.

También la Organización de Estados Americanos (OEA) manifestó hoy su “apoyo” a la flamante presidenta. “Hoy en Perú se alteró el orden constitucional; transmito a Dina Boluarte nuestro apoyo a la democracia, la paz y la institucionalidad en Perú y a la imperiosa necesidad de recomponer la senda democrática en el país”, dijo el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en Twitter.

En tanto, el presidente de México, Andrés López Obrador, atribuyó hoy la salida del cargo de Castillo a los «intereses de élites económicas y políticas», a los que culpó además por el “ambiente de confrontación” que sufrió el destituido mandatario desde su asunción, en julio de 2021.

Mientras la cancillería de Brasil criticó la decisión de Castillo como una «violación contra la democracia», el presidente electo Lula da Silva consideró que “siempre es lamentable que un presidente electo democráticamente tenga ese destino”, pero rescató que “todo fue encaminado de forma constitucional».

«Lo que Perú y América del Sur precisan en este momento es de diálogo, tolerancia y convivencia democrática para resolver los verdaderos problemas que todos enfrentamos», añadió Lula en un comunicado, en el que expresó su deseo de que Boluarte tenga éxito “en su tarea de reconciliar el país”.

El gobierno chileno de Gabriel Boric dijo en un comunicado que «lamenta profundamente la situación política que está viviendo la República del Perú, y confía en que esta crisis que afecta al país hermano se pueda resolver a través de mecanismos democráticos y el respeto al estado de derecho».

En cambio, el número dos del gobierno de Venezuela, Diosdado Cabello, calificó como un «golpe de Estado» la destitución de Pedro Castillo como presidente de Perú por intentar cerrar el Congreso de ese país y aseguró que fue un hecho «promovido por Estados Unidos», según reportó la DW.