Un presidente rencoroso y resentido con los cruceños

Arce Catacora en su último discurso público nos mostró una perspectiva de un gobierno derrotado, débil, fracturado y con señales claras de odio y de resentimiento hacia el departamento de Santa Cruz y sobre todo contra la institucionalidad que propuso el paro indefinido (que duró 36 días) en un cabildo inicial de 1.5 millones de personas, y, que luego convocó a un segundo cabildo cuya convocatoria sobrepasó las estimaciones del más incrédulo y ferviente ciudadano que se acercó fácilmente a los 2 millones de personas juntas alrededor del Cristo.

Arce y sus más cercanos colaboradores, demostraron un resentimiento a lo largo de la protesta pacífica, porque todo un pueblo realizaba un acto nunca visto, que les generaba un disgusto enorme, dañándoles su egocentrismo andino y que los ofendía ante los ojos del rival y oponente interno que tienen, como es Evo Morales. Este sentimiento expuesto y expresado en un discurso xenofóbico con aires de derrota, no hizo más que demostrar la ansiedad de querer transformar esta conmoción sufrida, en un rencor que va más allá del resentimiento. Las amenazas de “cholo resentido” del presidente, no es más que un deseo de venganza que conlleva a un sentimiento más intenso y destructivo.    



¿Son lo mismo el rencor que el resentimiento? Cuando escuchamos estas palabras, tendemos a pensar inmediatamente en el daño que nos han causado otras personas y en la reacción que ese daño nos ha producido. Sin embargo, aunque puedan parecer conceptos similares, no son exactamente lo mismo.

¿Qué son el rencor y el resentimiento? Antes de adentrarnos en las diferencias entre el rencor y el resentimiento, vamos a conocer, a grandes rasgos, qué significa cada concepto. La RAE (Real Academia Española) define el rencor como un ‘resentimiento arraigado y tenaz’. En cambio, el resentimiento sería ‘la acción y efecto de resentirse’ y resentir significa ‘tener un sentimiento, un pesar o un enojo por algo’.

El rencor hace referencia a un sentimiento de hostilidad o de gran resentimiento hacia alguien, a causa de una ofensa o de un daño recibido. En el caso del resentimiento, hablamos de un sentimiento persistente de disgusto o enfado hacia alguien por considerarlo causante de cierta ofensa o daño sufridos. Es decir, las causas de ambos sentimientos podrían ser las mismas, aunque los conceptos difieren ligeramente entre sí.

Teniendo el concepto claro, cada uno de los bolivianos fácilmente se podrá dar cuenta que el primer mandatario del Estado Boliviano viene actuando de manera peligrosa e insana ante la ciudadanía de todo un departamento, que puede llevar a que el país convulsione, tomando en cuenta de que nunca va a existir alguna acción mal intencionada sin reacción de quienes se tienen que defender del abuso del poder a través de la justicia servil.

Las diferencias entre el rencor y el resentimiento, se trata de conceptos un poco diferentes. Y, el grado de intensidad que se notó el día del reconocimiento de la derrota cuando promulgo la Ley del CENSO, sobresalía el rencor como el sentimiento mucho más intenso que el resentimiento que había mostrado antes el presidente, en otras apariciones públicas.

Lo peligroso de este rencor presidencial, es que se le está convirtiendo en un estado más duradero que el resentimiento del cual era portador. No olvidemos que el rencor es algo mucho más profundo que el resentimiento

Queda claro que la causa de este comportamiento rencoroso del presidente y de sus acólitos hipócritas, se desencadenó por el alargado paro indefinido, que ellos pensaban se iba a liquidar mucho más rápido que el de los 21 días que le costó el poder a Evo Morales. Situación que desnudó un fracaso ante la militancia masista, que era el objetivo de conquista en su afán de apoderarse del partido y su interés de reelección el 2025. Quería, a toda costa, mostrarles a los delincuentes masistas, que él podía doblegar a los cruceños en poco tiempo, antes de los 21 días emblemáticos que hicieron renunciar a la presidencia al jefe de partido.

Las consecuencias de este estado rencoroso presidencial, puede tener consecuencias mucho más nocivas para nuestro país, y, para la salud física y mental de quienes odian a los cruceños, mucho más que el resentimiento que tenían. Además de producir mayor interferencia en el normal desenvolvimiento de los organismos del Estado Boliviano.

El rencor es un sentimiento intenso y profundo y si no se aborda o se gestiona, suele ser muy duradero en el tiempo. Odiar al departamento que produce los alimentos para los bolivianos, el que aporta el mayor porcentaje del PIB a las arcas del gobierno, el que concentra la mayor población demográfica, el que tendrá el mayor padrón electoral… Es cosa de locos, y es este el punto que se debería debatir en todos los ámbitos. La pregunta sería: ¿Luis Arce Catacora está apto para conducir las riendas del gobierno? ¿Su resentimiento y rencor contra los cruceños, no lo inhabilita como primer mandatario por conducta inapropiada? Los claros actos como cercos producidos, abuso policial y discursos en contra de un pueblo, sus dirigentes y la población en general, de parte del presidente, ¿no son una clara muestra de inestabilidad emocional?

Es difícil encontrar a una persona que lleve un resentimiento social toda una vida, lo más difícil que podía ocurrir era encontrar a un presidente electo con estas cualidades. Estar toda la vida enfadado con alguien porque no lo invitó a una fiesta, le pudo haber pasado a este personaje, ¿verdad? En cambio, será posible que pueda odiar toda la vida a los cambas, de eso trata el rencor presidencial que es muy peligroso, lo volvemos a reiterar, para la unidad del país.

Multitud de errores se cometen por tomar decisiones importantes cuando uno se encuentra bajo el impulso de la ira, porque el resentimiento y el rencor son el motor que empuja hacia adelante.

La ira, aunque sea razonable sentirla, tiene la facultad de cegarnos e impedir ver el bosque en su conjunto, ver las cosas con calma, en perspectiva y serenos. La ira es una emoción invasiva y envolvente que tan solo permite ver el modo de ejercer la venganza, cuando horas más tarde o quizás días, uno puede encontrar absurdo haberse dejado dominar por su fatal impulso. Por eso, decidir bajo su influencia no es nunca aconsejable.

Lo más aconsejable, presidente y miembros del gobierno, es desconectar de inmediato en cuanto la tensión se apodera del cuerpo y de la mente de cada uno de ustedes, salir y alejarse de la situación, distraerse, si acaso comentarlo con alguien más sereno y decidir aplazar las acciones hasta que la adrenalina haya bajado de nivel y la sangre haya terminado de hervir. Y luego, solo entonces, valorar la mejor actuación, la que es más conveniente en la seguridad de que la decisión será más acertada para que Bolivia no convulsione.

En todo caso, lo mejor es no llegar a enfadarse y perder los estribos, asumir el fracaso y la derrota, reconocer la convicción del pueblo cruceño como ejemplo de una protesta pacífica, y, no como la quieren hacer ver.

No permitan que la explosión suceda, es hora que actúen como estadistas y no como delincuentes que buscan mantener el poder, cueste lo que cueste. No dejen gobernantes, que los malos sentimientos se apoderen de sus decisiones, pues es la mejor forma de garantizar el control de los daños colaterales que pueda sufrir Bolivia.

Ya se sabe que es mejor no provocar el incendio que apagarlo, sobre todo cuando ya está extendido y avivado. Lo dicho anteriormente es aplicable para todos los masistas, pero especialmente para los paranoicos que suelen ver en los cruceños unos seres molestos que buscan su mal. Los malpensados necesitan muy poco para cargarse de razones y emprender el ataque violento. De todas formas, recuerden:

Si se sienten derrotados, si están muy enojados y el rencor los carcome… No se arriesguen

Alberto De Oliva Maya