Los mosquitos prefieren el color rojo, según estudio científico

La hembra hematófaga de una especie de mosquito, Aedes aegypti, vuela hacia colores específicos, según señala una investigación de la Universidad de Washington.

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[Foto: Fundación IO] / El mosquito transmisor del dengue se guía por el color para elegir a sus víctimas

Los mosquitos prefieren el color rojo

Shutterstock / Matee Nuserm

Fuente: Unitel



Camina por una calle y le llega un delicioso aroma a harina recién horneada. Esa es la señal de una panadería cercana. Comienza a rastrearla con el olfato. La encuentra. Entra. En el mostrador se extiende una panoplia de pastas calentitas de diferentes colores. Las doradas recién hechas son las más apetitosas. Todas le atraen, pero elige una por el color. Está actuando exactamente igual que un mosquito: huele, rastrea el olor, nota el calor y elige por el color.

Se acerca la primavera y las larvas de los mosquitos comienzan a transformarse en insectos adultos. Hay más de 3 000 especies de mosquitos y no son cosa de broma. Esos minúsculos insectos, cuyo peso máximo apenas supera los dos miligramos, contribuyen a más de 725 000 muertes de seres humanos al año.

No existen otras criaturas tan mortíferas como los mosquitos.

Evitar que le piquen los mosquitos, sobre todo cuando a su alrededor rondan algunos peligrosos visitantes exóticos transmisores de enfermedades víricas, puede depender, entre otras cosas, de la ropa que vista.

Una investigación dirigida por científicos de la Universidad de Washington (EE. UU.) indica que la hembra hematófaga de una especie de mosquito, Aedes aegypti, vuela hacia colores específicos, incluidos el rojo, el naranja, el negro y el cían, al tiempo que ignora otros colores, como el verde, el púrpura, el azul y el blanco.

Además de ser unos de los mosquitos más temibles especializados en humanos, a los que transmiten el zika, la fiebre amarilla y dengue, los Aedes aegypti prosperan en hábitats urbanos tropicales de América y Asia, donde se han especializado en picar a las personas hasta el punto de que el 95 % del alimento de las hembras procede de sangre humana.

Para los insectos picadores como los mosquitos, las moscas tsetsé y las chinches besadoras, la visión juega un papel esencial en varios comportamientos, incluido el control de vuelo, la localización de sitios para poner los huevos y la huida de peligros inminentes.

La luz es una forma de radiación electromagnética, un tipo de energía que viaja en ondas. En conjunto, todos los tipos de radiación conforman el espectro electromagnético. El espectro visible para el ojo humano es la radiación cuya longitud de onda está aproximadamente entre 400 y 700 nm. Los mosquitos prefieren las longitudes de onda superiores a los 600 nm. Luis Monje. Luis Monje

Una vez en vuelo, hay tres señales que atraen a los mosquitos hematófagos:

  1. La termorrecepción, que atrae irresistiblemente a las hembras hacia las temperaturas propias de los vertebrados de sangre caliente.
  2. El aliento, a través del cual exhalamos bocanadas de CO₂, un gas cuyo olor no podemos detectar los humanos, pero que sirve para que los mosquitos hembra localicen objetivos situados hasta una distancia de unos cincuenta metros.
  3. La tercera señal altamente selectiva es el olor corporal relacionado con las colonias de microrganismos que convierten nuestro sudor en ácidos orgánicos volátiles.
Cámaras como esta, que combinan colores y olores, son las utilizadas en el estudio del comportamiento de los mosquitos hematófagos. Luis Monje.

Los mosquitos también responden al color

Los experimentos de puntos de color empleados en la investigación de los científicos de la Universidad de Washington concluyen que, además de a esos tres estímulos, los mosquitos hembra responden a las señales visuales y prefieren ciertas longitudes de onda del espectro lumínico.

Los humanos con visión normal detectan las distintas longitudes de onda de la luz como colores diferentes: las de 650 nanómetros (nm) aparecen como rojos, mientras que las de 450 nanómetros se ven azules.

Los científicos comprobaron el comportamiento de los mosquitos en cámaras de prueba en miniatura en las que se rociaban olores específicos, colocaban diferentes patrones visuales en forma de círculos de diferentes colores e introducían una mano, una pieza sumamente apetitosa para cualquier hematófago hambriento.

Cuando no se introducía CO₂ y, por lo tanto, no había estímulo olfativo, los mosquitos ignoraban cualquier punto coloreado situado en la cámara con independencia del color que usaran. Después de introducir una bocanada de CO₂ en la cámara, los mosquitos continuaban ignorando el punto si era de color verde, azul o púrpura.

Pero si el punto era rojo, naranja, negro o cían, volaban indefectiblemente hacia él.

Al repetir los experimentos con tarjetas coloreadas en tonos de piel humana o cuando introducían una mano desnuda en la cámara, los mosquitos volaban hacia el estímulo visual únicamente después de que se introdujera CO₂.

Hecho esto, si los investigadores usaban filtros para eliminar las señales de longitud de onda larga, o si la mano se revestía con un guante verde, los mosquitos alertados gracias al CO₂ desdeñaban el estímulo.

Numerosos trabajos de investigación de la industria cosmética han demostrado que la piel humana, independientemente del tono o la pigmentación, tiene su pico más bajo en la longitud de onda verde (530 nanómetros) y una mayor reflectancia en las longitudes de onda largas (600 nanómetros).

Mosquitos diurnos como Aedes aegypti tienen una actividad máxima por las mañanas y al final de la tarde, los períodos en los que dominan las longitudes de onda más largas. Por su parte, los crepusculares como Anopheles stephensi y Culex quinquefasciatus son especialmente activos durante las noches iluminadas por la luna, cuando también dominan las longitudes de onda larga.

Un trabajo pionero de 1938 demostró las preferencias de Aedes aegypti por determinados colores de la ropa. Las hembras mostraron la máxima preferencia por las superficies con un bajo factor de reflexión, especialmente el negro. El rojo era más atractivo que varios colores con un factor de reflexión inferior. El amarillo y el caqui resultaron ser los colores más repelentes. Los experimentos en los que se basó ese trabajo concluyeron que, aunque los mosquitos no dejaban de posarse en un color repelente, el número de los que lo hacían disminuía con una frecuencia estadísticamente significativa.

Hembra del mosquito Aedes albopictus alimentándose de sangre humana. Este mosquito tigre asiático es un vector del virus del Nilo Occidental que el pasado verano causó varias víctimas en el valle del Guadalquivir. James Gathany/CDC

A los mosquitos les gusta el rojo

Los investigadores han certificado la atracción de los mosquitos por la tela roja. Para nuestra desgracia, las radiaciones de onda larga propias del rojo se emiten también desde la piel humana. El tono de tu piel no importa: a los ojos de los mosquitos todos los que no tenemos la piel negra (la más atractiva para ellos) emitimos una potente huella roja.

Filtrar esos colores atractivos en nuestra piel, o usar ropa que evite esos colores podría ser una forma de prevenir la picadura de un mosquito.

Saber qué colores atraen o no a los mosquitos hambrientos puede ayudar a diseñar mejores repelentes, trampas y otros métodos para mantenerlos a raya, pero lo que resulta más interesante como línea de investigación futura es que las preferencias por olores y colores están genéticamente determinadas.

Cuestión de genes

Los mosquitos con una copia mutante de un gen necesario para oler el CO₂ no mostraron preferencias de color en la cámara de prueba. Los genes determinan también la preferencia de las hembras por los colores rojo-anaranjados. Los compuestos orgánicos fotosensibles contienen unas proteínas llamadas opsinas.

El gen opsina-2, que está sintonizado con la banda verde a naranja del espectro visual, tiene una expresión muy alta en la retina del mosquito. Los resultados de este y otros estudios sugieren que la opsina-1 y la opsina-2 juegan un papel importante en la determinación de la preferencia por la atracción visual hacia la piel humana.

Se necesita más investigación para identificar las opsinas implicadas y los circuitos neuronales que ayudan a los mosquitos a atacar a huéspedes potenciales.

La edición genética CRISPR para modificar un gen que determina el desarrollo sexual en mosquitos, un método que está dando buenos resultados en la extinción de los mosquitos responsables de la malaria, abre el camino a los planes para utilizar mosquitos genéticamente modificados destinado a erradicar poblaciones salvajes de insectos transmisores de enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla o el zika. The Conversation

Manuel Peinado Lorca, Catedrático de Universidad. Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá., Universidad de Alcalá

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.