Enfermeros y ambulancieros protagonizan la mayor huelga de la historia de la Sanidad pública británica

Este lunes se registra la mayor huelga de la historia del Servicio de Salud británico con el parón de enfermeras y de ambulancias que piden al gobierno un aumento de los salarios y una mejora de las condiciones de trabajo. Una movilización que podría perturbar todavía más un sistema sanitario ya de por sí tenso.

Enfermeras del University College Hospital protestan en Londres, 6 de febrero de 2023. © AP – Frank Augstein

Enfermeras del University College Hospital protestan en Londres, 6 de febrero de 2023. Enfermeras del University College Hospital protestan en Londres, 6 de febrero de 2023. Fuente: rfi

«El deterioro se ve en la demora de espera a ambulancias o el tiempo que esperan en las urgencias los pacientes. Se mire por donde se mire, hay un deterioro. Parte de esta crisis se explica por deterioro salarial del personal del servicio de Salud (NHS)», explica a RFI Francisco Panizza, profesor de Política Comparada y América Latina en la London School of Economics.



Se trata de una movilización masiva y, además, a regañadientes. El personal de los hospitales vuelve a la huelga el lunes 6 y martes 7 de febrero, en demanda de mejoras salariales y de las condiciones de trabajo. Pero tras dos días de huelga sin precedentes para el NHS, en un movimiento social histórico en el Reino Unido, las negociaciones siguen en punto muerto.

Esta joven enfermera espera que la movilización haga reaccionar al ministro de Sanidad. «Hoy se trata de llevar a Steve Barkley a la mesa de negociaciones, se trata de reconocer las competencias de las enfermeras y, en última instancia, se trata del futuro del NHS. Estamos de rodillas, la moral está por los suelos. Está en mínimos históricos y necesitamos mejores condiciones de trabajo y una remuneración justa», explica.

 

«También se trata de la seguridad»

Para David, enfermero de hematología y quimioterapia, se trata tanto de una cuestión salarial como de condiciones de trabajo. «Hemos sufrido un recorte salarial del 20% desde 2010. El sector ha dejado de ser atractivo para los jóvenes. Pero también es una cuestión de seguridad. Con la escasez de personal, los pacientes no reciben una atención de calidad ni segura», denuncia.

Para Pat Cullen, enfermera y sindicalista norirlandesa que lidera la huelga, «el final del túnel parecía cercano, pero la falta de negociación por parte del gobierno no hace sino amplificar el movimiento».

El miércoles 1 de febrero, el Reino Unido vivió su mayor huelga en una década. Miles de profesores, ferroviarios y funcionarios salieron a las calles de Londres para exigir mejoras salariales. Y el movimiento parece que está lejos de agotarse.

Es por ello que el gobierno británico está impulsando una iniciativa para garantizar un servicio mínimo y evitar que las huelgas afecten a los servicios públicos. «Está ley que se está tramitando en el Parlamento y se aplicaría al sector sanitario, a la Educación y a los ferroviarios. Hay mucha oposición en Reino Unido porque limita el derecho a la huelga», dice Francisco Panizza.

«Ante la huelga, el mensaje del gobierno es muy claro, dice que no tienen dinero para atender a las demandas y que si aumentan los salarios, aumentará todavía más la inflación y eso deterioraría la economía», analiza el profesor de la London School of Economics.