Esta realidad testaruda

 

 



No es posible encontrar una solución cuando no se entiende el problema. Menos tendrás herramientas conceptuales o cuantificables que te ayuden al análisis del tema.

Eso, parece suceder con el presidente Arce. No atina a leer con cuidado el comportamiento de las variables macro económicas, es como si las mirara desde muy alto o muy lejos. O peor, no quiere ni mirarlas.

 

Un déficit de 8% es algo como aprox. 3.600 millones de dólares. Tener esta brecha, cuando tus ingresos caen, tus reservas están en un límite imposible de sostenerse, y no tienes acceso al crédito internacional, es enfrentarte al reconocimiento de un escenario muy grave. Una empresa en esta situación, está en el ámbito de la insolvencia y la sala de la quiebra técnica.

 

Para algo así, se necesita ver hacia el mediano y largo plazo cual es valor de tus activos. Si ellos pueden generar ingresos suficientes, con el apoyo de un impulso financiero y se logre pasar de la insolvencia al equilibrio y luego a comenzar a levantarse sostenidamente. Si esto es posible, podrías encontrar inversores de riesgo que te ayuden. El crédito será caro, las condiciones duras, pero es el costo que pagas por la situación en la que te encuentras.

 

Esta es la situación de la economía boliviana. Es cierto que evaluando los activos que tenemos. Litio, gas, minerales tradicionales, agroindustria y condiciones para producir energía, podemos hacer frente al futuro. Pero para ello, hay que comenzar reconociendo que la situación es delicada y necesita de medidas urgentes que paren el desangramiento de divisas que estamos padeciendo.

 

Si no queremos ni ver la realidad, menos vamos a promover acciones para solucionar el problema. Eso es un extremo. Y es exactamente lo que pasa con el gobierno del presidente Arce. Niega el problema, dice que no existe y mira una situación de resultados positivos donde existen cifras en rojo.

 

Es que no quiere asumir que la economía está pidiendo a gritos ajustes dolorosos, como es reducir el gasto fiscal, eliminar subvenciones, tener una política monetaria independiente del poder político y establecer una diciplina fiscal, que rompa con los caprichos ideológicos que piensan que se puede gastar sin medida, solo porque uno es gobierno.

 

Y este no querer asumir la realidad, nos está avisando de que hay miedo en el gobierno. Un miedo que es producto de la idea fantasiosa que machaconamente introdujeron en la memoria social durante 16 años, de que el MAS es el cambio, es el dueño de un proceso que tiene solamente éxitos.

 

No es sólo el dinero de más de 50 mil millones de dólares que pasaron por sus manos, justamente cuando el actual presidente era ministro de economía, sino por el daño social que hicieron. La fiesta duró lo que el gas y los precios internacionales les permitieron, y como predijo Cayetano Llobet, el MAS será gobierno en directa proporción a lo que la explotación que el gas le permitirá.

 

Esto es lo que tenemos ahora. Una economía en crisis, un gobierno que le niega, un miedo de mirarse al espejo y la decisión de alargar la agonía, para no tener que perder el Poder.

¿Se puede condenar a los más pobres, a los más vulnerables, es decir al 45 por ciento de la población boliviana a sufrir un costo mucho mayor, después, que ahora?

 

Y todo para evitar responsabilidades históricas, que más temprano que tarde van a tener que asumir.

 

Dante Napoleón Pino Archondo