Batacazo electoral a las izquierdas en España

José Rafael Vilar

El 28 de mayo pasado fue un Domingo Negro en España para la izquierda del Partido Socialista (PSOE) y la izquierda-más-izquierda (no me gusta llamar “ultraizquierda” porque “me suena” a stalinismo y socialismo 21… aunque muchas veces lo sean) de Unidas-Podemos y Sumar —y para el centrismo de Ciudadanos, que prácticamente desapareció—: convocados a elecciones autonómicas en 12 comunidades y dos ciudades autónomas y municipales en 8.131 circunscripciones, el electorado se decantó por la derecha del Partido Popular (PP) y la derecha-más-derecha de VOX —y EH Bildu (Euskal Herria Bildu, defensores del terrorismo de ETA) creció a segundo en Pamplona, la capital Navarra.



Un poco de recuento: en las elecciones de 2016, el PP gobernó sin mayoría con la abstención del PSOE —habían “renunciado” su exsecretario general Pedro Sánchez (alias Pedro Nono por su sonsonete No es No al PP)— pero en 2018 una moción de censura promovida por el PSOE —con Pedro Sánchez de vuelta— juntó el apoyo de los muchos partidos enfrentados con el PP y lo sacó del poder, convirtiendo a Sánchez en Presidente del Gobierno —en España, quien promueve una censura que triunfe, es investido como tal—. En 2019, el gobierno minoritario del PSOE fracasó cuando su presupuesto es descartado por las cortes —el Legislativo español— y en abril hubo elecciones generales, minoritarias para el PSOE; otro descarte presupuestal en cortes y nuevas elecciones en noviembre y nueva victoria sin mayoría del PSOE. Y empieza el sainete sanchiano de los No es No en No es Sí: de “no podría dormir si me aliara con Podemos” a entrar éstos en coalición oficialista (luego Unidas-Podemos con los herederos del Partido Comunista) y el de “jamás con Bildu ni con los independentistas catalanes” al casarse con ellos para sacar lograr mayoría parlamentaria y gobernar.

(Para lo que no sigan la política española, Podemos surge a partir de la Fundación CEPS —que asesoró a Chávez, Correa y Morales en sus constituyentes y gobiernos— y se aprovechó estratégicamente del movimiento Indignados en 2014 para lanzarse como partido y posicionarse).

Volvamos al 28M, base de este artículo: El PP le saca alrededor de 800 mil votos al PSOE, gana más de 2 millones de votos desde las anteriores municipales y de las 12 comunidades en discusión, el PSOE pierde seis en las que gobernaba y las gana el PP —el PSOE queda con cuatro—; el PP logra mayoría absoluta en La Rioja y Madrid —lo que además proyectó nacionalmente a Isabel Díaz Ayuso como la indiscutible lideresa conservadora (incluso sobre el presidente del PP)— y relativa en seis, necesitada de pactos —el PSOE queda con cuatro, sólo una con mayoría absoluta—; el PP gana mayoría de concejales —más de 3.000 nuevos, un 15% de crecimiento— mientras PSOE pierde el 7% —más 1.500 concejales—; VOX pasa a ser la tercera fuerza electoral, duplicando su votación anterior y sobretriplicando su presencia en los Concejos municipales.

Ante tamaño desastre, Sánchez — jugándose el Poder pero urgido de reacción frente a su descalabro propio y de sus aliados de Unidas-Podemos-Sumar—convocó inmediatamente a elecciones generales adelantadas —corresponderían en noviembre pero esperar hasta entonces era una segura filtración mayor de votantes. De no poder alcanzar el PSOE mayoría relativa —lo que al momento le es muy inseguro— y posiblemente no sirviéndole sus actuales aliados de coalición para formar una mayoría de Gobierno, amén de perder las elecciones perderá el poder: la consecuencia para Sánchez (quien disfrutaría muy corto de la presidencia europea que inicia el 1/7) y su entorno será la destitución y el descalabro.

¿Cómo PP y VOX lograron estos ascensos de votación? En primer lugar, ambos son partidos de derecha: yo clasificaría al Popular como derecha-centroderecha por sus matices y a VOX como claramente de derecha; por lo tanto, las diferencias no son necesariamente de fondo sino de acento y método. El PP se ha nutrido de los votantes de centro de Ciudadanos, de los indecisos y, también, del regreso de votantes de centroderecha del mismo PP que se habían ido a votar en las anteriores al PSOE, desencantados de la “tibieza indecisa” popular del período Rajoy. Por su parte, VOX se ha beneficiado del aporte electoral de votantes hacia la derecha del PP —VOX fue un desgaje del PP— y, con importancia segura, de muchos votantes nacionalistas españoles cansados del contubernio del PSOE con los independentistas catalanes de ERC —incluso de JUNTS— y vascos de EH Bildu.

¿Una nueva etapa para la centroderecha-derecha iberoamericana? Volveré a ello.