Calvo ve una ‘revancha’ contra la institucionalidad cruceña en su sentencia por el caso wiphala

«Hay un revanchismo y hay un dolor por parte de estos operadores políticos que solo se dedican a perseguir a las personas que queremos una región que sobresalga», expresó Calvo.

Eduardo Ruilowa



Fuente: El Deber

​El expresidente del Comité pro Santa Cruz Rómulo Calvo, interpreta su sentencia de dos años de cárcel como una «revancha» dirigida contra la institucionalidad cruceña, llevada a cabo por los diputados y asambleístas del Movimiento al Socialismo (MAS), como respuesta a las luchas que han sido llevadas adelante en la región.

En entrevista con el programa ‘Influyentes’, que se emite de lunes a viernes por EL DEBER Radio, Calvo expresó su preocupación por el hecho de que la justicia haya sido influenciada por lo que él considera una «mentira» del MAS para intimidarlo. Argumenta que su condena por ultraje a la wiphala es una «vulneración de sus derechos», ya que afirma que no participó en la iza de la bandera el 24 de septiembre de 2021 durante los actos conmemorativos del departamento.

“Aquí lo que hay es una revancha contra la institucionalidad cruceña por parte de los diputados y senadores del MAS por todas las luchas que venimos llevando de frente. Hay un revanchismo y hay un dolor por parte de estos operadores políticos que solo se dedican a perseguir a las personas que queremos una región que sobresalga. Continúa con la corrupción judicial que existe», expresó Calvo.

Según el Código de Procedimiento Penal, al ser una sentencia de dos años, no es necesario que Calvo cumpla su condena en un centro penitenciario, ya que puede acogerse a la suspensión condicional de la pena. Solo en caso de recibir una condena de cinco años o más sería trasladado a prisión.

El caso contra Calvo fue iniciado por denuncia de asambleístas departamentales del MAS en Santa Cruz y el diputado Rolando Cuéllar, quienes lo acusaron de haber calificado a la wiphala como un «trapo» que no lo representa y solicitaron que se retirara del mástil de la plaza 24 de Septiembre durante los actos conmemorativos del departamento en 2021.

Calvo también criticó duramente la actuación de la fiscal encargada de su caso, Margoth Vargas Jordán, a quien acusó de comportarse como cómplice de los diputados acusadores, al no llevar a cabo una investigación rigurosa y simplemente replicar la demanda presentada por los abogados acusadores.

«Yo siempre le digo a todo el mundo que no confío en la justicia boliviana, los fiscales como los jueces no están por capacidad ni experiencia, están porque le deben su pega al gobierno entonces todos son operadores para perseguir y amedrentar a nombre del gobierno», añadió.

Después de la emisión del veredicto, la noche del martes, se produjo un incidente en el sexto piso del Palacio de Justicia cuando agentes policiales equipados con equipos antimotines impidieron la salida de Calvo y posteriormente intentaron detenerlo.

En relación a este incidente, Calvo cuestionó la abrumadora presencia policial durante su audiencia y destacó la falta de atención policial en otros casos de mayor relevancia. «Es llamativo que haya 350 policías custodiando a Rómulo Calvo y mientras yo estaba en plena audiencia estaba llegando el capitán Carmelo Cuellar, identificado como parte de la red de corrupción de media tonelada de droga y no había medio policía esperándolo. No están al servicio de la población, están al servicio de un gobierno para atemorizar y atentar, lo hemos visto en todo momento en que el gobierno quiere demostrar su fuerza», sostuvo.

El exlíder cívico enfrenta actualmente al menos 27 procesos judiciales desde que asumió la presidencia interina del Comité pro Santa Cruz. Afirma que la mayoría de estos casos son instigados por los diputados Rolando Cuéllar, Hernán Hinojosa y Ninoska Morales, a quienes describe como «la misma tropa de ociosos de siempre» y acusa de utilizar su poder para perseguir y amedrentar a quienes piensan diferente.

Calvo ve una 'revancha' contra la institucionalidad cruceña en su sentencia por el caso wiphala | El Deber