De la patita de Costas y el no de Camacho al populismo salarial

La oposición empieza a moverse para consolidar un frente único, pero esta posibilidad pasa por un acuerdo en Santa Cruz entre Demócratas y Creemos que ahora mismo se ve inviable. El MAS sube el tono, otra vez

De la patita de Costas y el no de Camacho al populismo salarial
Luis Fernando Camacho y Rubén Costas (foto archivo)

Fuente: El País de Tarija

Después de muchos meses de inacción, la semana política tuvo participación de la oposición. Tampoco se le puede conceder el protagonismo total, porque el asunto del MAS está que arde, pero al menos han mostrado la patita.



Las escaramuzas las abrió Rubén Costas, el exgobernador cruceño y dueño de una sigla de alcance nacional y vigente para las elecciones presidenciales: Demócratas, que no ha dudado en poner al servicio de un nuevo frente convergente de oposición – como lo fue la breve experiencia de Juntos con Jeanine Áñez al frente -, aclarando además que él no tiene ninguna intención de ser candidato.

El guante lo tomó el gobernador cruceño desde Chonchocoro, donde esta semana se confirmó que seguirá al menos tres meses más, aunque nadie cree en verdad su pronta salida. Luis Fernando Camacho no le dio muchas vueltas a la estrategia: “Rubén Costas cogobernó con el MAS”. Siguiente pregunta.

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Camacho puede ser impulsivo, pero maneja los tiempos y los discursos envidiablemente seguramente gracias a su asesor Walter Chávez, ex de Evo y cuyas fotografías suelen exhibir los damnificados de sus consejos para tratar de equiparar el argumento – “Camacho también trabaja con el MAS” -, pero a estas alturas resulta difícil un razonamiento tal solo por la presencia de un asesor que además fue materia central – y huyó hasta Salta – en la derrota del Sí en el referéndum de 2016.

Santa Cruz es terreno de disputa en sí mismo porque las estructuras han cambiado e incluso los ingresos fiscales han crecido gracias a Incauhuasi. Los Demócratas jugaron un desastroso papel en 2019 – cuando dinamitaron la unidad esquivando a Mesa y Samuel Doria Medina en una trampa un tanto hartera -, en 2020 – cuando creyeron que Jeanine Áñez y su gobierno extremista podía redimirlos políticamente -, y en 2021 – cuando de tanta humillación acabaron huyendo de la Gobernación sin dejar siquiera candidato apostando mediocremente por la Alcaldía, que perdieron tortuosamente. Pero algo les dice que 2025 puede ser diferente.

Camacho se da cuenta: la polarización sirve para la campaña, pero no para la gestión, pero antes de entrar a discutir con Costas el detalle pone por delante lo emocional: Si los Demócratas sobrevivieron en el poder y pudieron hacer algo es porque pactaron con Evo mientras yo estoy en la calle. Siguiente pregunta.

Al cruce salió Vladimir Peña, quien fuera ojito derecho de Costas y pieza clave en la gestión ordinaria de la Gobernación, y quien se quedó sin siquiera poder competir el primer cargo, para tratar de conciliar repartiendo responsabilidades, o lo que es lo mismo, un intento por desmarcarse de los pasivos de Costas… y de momento no le fue bien.

Con probabilidad Camacho, conocedor de las dinámicas emocionales en las redes, acabará buscando refugio en otros círculos que le ayuden a justificar su mala gestión y a la vez, ponga en valor su rol espiritual: la ultraderecha libertaria está “de moda” en el continente.

El MAS, a por todas

Mientras, el cisma en el MAS es casi absoluto, algo que deja sin palabras incluso a quienes han sido referencias en el pasado que no saben explicar en qué bando están y por qué. En días se debe dirimir la suerte del Congreso que el ala arcista está queriendo llevar adelante en El Alto a finales de septiembre y el ala evista en Lauca Eñe en octubre.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha reconocido el del Trópico como legal, pero efectivamente, no sería la primera vez que vemos al TSE cambiar de opinión.

Es evidente que la pugna por controlar el partido es controlar al candidato a las elecciones de 2025, o al menos las hipotéticas primarias que se deberían llevar adelante en 2024. En ese fin entran todo tipo de estrategias y susceptibilidades: renovar los tribunales de Justicia está íntimamente ligado con inhabilitar tal o cual candidatura o tal o cual candidato. Palabras mayores.

Mientras, las opciones de levantar la popularidad del Gobierno se complican por la demora de asuntos clave, como la puesta en marcha efectiva del proyecto del litio, y la habilidad para pisar charcos innecesarios, como abrir el debate sobre la jubilación obligatoria. Los resultados filtrados de la Ley del Oro en estos pocos meses son ciertamente desastrosos y nadie parece tener ganas de explicarlos ni rebatirlos, pero hay una verdad política que pone contra las cuerdas a Arce: su mayor virtud en 2020 – el manejo responsable de la economía – se ha convertido en su mayor pesadilla. De ahí no se sale.

Oficialismo
El Tribunal Supremo Electoral ha reconocido el Congreso del MAS del Trópico como legal

El “quién da más” del recorte del gasto corriente

En Tarija la política empieza a travesar una época de apatía que con relativa facilidad, lleva al populismo. La cuestión es que como no llegan recursos para encarar obras de nivel o plantear nuevos servicios, el debate se va hacia el gasto corriente, que lleva siete años recortándose en Tarija, pero sigue de moda en ciertos círculos: todos quieren subirse a la ola de Javier Milei.

El pulso empezó pidiendo recortar el número de asambleístas, que es un proceso largo con referéndum incluido, por lo que alguien mencionó que había que bajar el sueldo de los políticos porque así se lograría optimizar presupuestos, de ahí la Asamblea pateó hacia el Gobernador, que recogió el guante, por lo que después se empezó a pedir recortes en concejales, ministros y en general, en todos los niveles de gobierno. Quedan tres meses para que acabe el año. Veremos si todo esto se concreta en algo.

Fuente: El País de Tarija