Hasta 2022, la Chiquitania boliviana perdió el 30% de su cobertura boscosa

Fuente: El Deber

Silvana Vincenti



Dramática. Así es la realidad boliviana, y sobre todo cruceña, en materia de deforestación, y contraria al discurso mundial de protección de los bosques.

Un informe ‘recién salido del horno’, elaborado por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), Bolivia, indica que, hasta 2022, la cobertura boscosa original nacional se redujo de 63 millones de hectáreas a 55 millones.

Marlene Quintanilla, directora de investigaciones de FAN, aclaró que, de las ocho millones de hectáreas perdidas, el porcentaje más alto sobre el total nacional, el 79%, se concentra en el departamento de Santa Cruz. Asimismo, remarcó que la Chiquitania y el Chaco son las ecorregiones más acosadas por los desmontes, con una pérdida de superficie boscosa, cada una, del 30%.

“El bosque original que tenía Santa Cruz rondaba 32 millones de ha, y ahora estamos por 26 millones. Son como seis millones de ha menos; es el departamento que reporta más pérdida a nivel de Bolivia”, lamentó.

Las leyes influyen en el aumento o descenso
Según Quintanilla, de 1985 a 1998 hubo un aumento de la deforestación, pero ya a partir de 1999 se dio un descenso, que explica con la irrupción de un marco legislativo, como la Ley Forestal, y bastante apoyo en la labor de fiscalización con apoyo internacional.

Sin embargo, cree que desde 2009 nuevamente se aceleró la deforestación de manera preocupante, con excepción del periodo 2013-2015, cuando sí se sentía la autoridad de la ABT.

“Creo que coincidió con que se sacara la Ley 337 (Programa de Producción de Alimentos y Restitución de Bosques), que multaba muchísimo, y eso se refleja en las estadísticas de esa época”, dijo.

En la misma cronología, Quintanilla afirmó que a partir de 2015, luego de la Cumbre Alimentaria Sembrando por Bolivia, se tomaron medidas sobre la Función Económica y Social (FES) de la tierra, que explotó la velocidad de los desmontes.

Dijo que desde entonces, la mirada del Gobierno de ampliar a 10 millones de ha la producción agrícola impactó en el aumento de la deforestación.

“Desde 2016 se dio con más fuerza, pero 2021 y 2022 fueron los peores años para los bosques. En 2021, la deforestación alcanzó 364 mil ha, y para 2022 esto es peor, porque fueron 429 mil ha perdidas”, especificó.

En cuanto al bosque seco chiquitano, aclaró que los desmontes se ensañaron con esta región en los últimos10 años, igual que en el Chaco, sobre todo el municipio de Charagua.

“El bosque seco chiquitano y el gran Chaco están por el 30% de pérdida de su bosque original. Encabezan San Ignacio, San Rafael, San José de Chiquitos, Roboré, San Miguel, Carmen Rivero Torrez, Concepción, pero también Charagua, y además Guarayos”, indicó.

Para Carmen Capriles, de Reacción Climática, es importante entender la diferencia entre bosques primarios, que no tienen ninguna intervención del hombre, y que al desaparecer por chaqueos, tala, etc., pueden dejar paso a la reforestación, pero ya con menos fauna.

“Somos el tercer país del mundo que deforesta bosque primario. Por ejemplo, el bosque de la Chiquitania, que originalmente no es homogéneo, sino de transición entre la Amazonia húmeda y el Chaco, ahora está apareciendo como bosque chaqueño”, dijo.

La directora de investigación de FAN reconoció que existe relación directa entre la pérdida de bosques y el desbalance hídrico.

Recordó que existe un calendario agrícola con meses secos, de junio a septiembre, y húmedos, de diciembre a febrero. “En los meses más secos, la precipitación se reduce en 90%, pero estos meses últimamente se han ampliado en municipios como San Ignacio, donde la deforestación aumentó siete veces más de lo que era hace 20 años atrás”, explicó.

Quintanilla agregó que las lluvias también dejaron de estar mejor distribuidas, lo que ocasiona desastres y pérdidas económicas, reflejadas en un mapa de la vulnerabilidad.

“De hecho, Bolivia está en el ranking de los países más vulnerables al cambio climático”, recordó.

Un informe del Viceministerio de Medio Ambiente y Agua, expuesto en febrero de este año, evidenció que más de 250 municipios están pasando por escasez de agua en el país.

Áreas protegidas

 

Quintanilla dijo que, pese a todas las dificultades de las áreas protegidas, en general hay 3% de deforestación. Sin embargo, reconoció que existen reservas con importante porción de desmonte, especialmente las subnacionales.

Reconoció que influye el factor de las urbanizaciones, es el fenómeno que ha tenido el Urubó. Las áreas protegidas subnacionales tienen un nivel de deforestación más alto, pero pese a eso todavía están en mejor estado de conservación que las áreas sin protección.

«En el caso de las áreas protegidas nacionales, las más deforestadas son Amboró, Isiboro Sécure (Tipnis), Carrasco y San Matías. En las subnacionales están Laguna Concepción, Río Grande y Valles Cruceños, y Güenda Urubó», informó.

Infografía: EL DEBER
Infografía: EL DEBER

Deforestación y carreteras

Según Quintanilla, existe un marcado de desmontes que avanza a la Chiquitania, sobre todo en el sur, con la carretera Bioceánica, igual que por la Laguna Cáceres, y también en la ruta hacia el Noel Kempff. En Charagua, al sur, con la carretera que vincula a Villa Montes.

“Es importante la vinculación vial, pero en el caso de Bolivia hay impactos graves y directos, ya que no tenemos medidas como en otros países, de mitigación, por eso todo lo que está en la carretera termina deforestándose, porque aumenta el precio de la tierra, y por ende hay más ocupación”, agregó.

Si a eso se suma el tema de la seguridad jurídica de la propiedad, Quintanilla dijo que la gente elimina más bosques para cumplir con la FES.

El termómetro explota

Un estudio elaborado por Fundación Tierra y la Cooperación Sueca, y presentado hace unos días, sobre cambio climático en Santa Cruz, concluyó que existen estrechos nexos entre clima, agricultura y deforestación.

“En cuatro décadas, mientas el calentamiento global aumentó 0,6 °C, la temperatura promedio de Santa Cruz se incrementó en 1,1 °C, desde una media acumulada de 24,7 °C hasta 25,8 °C”, publicó el informe.

Asimismo, explicó que la diferencia es de 83% con respecto al comportamiento global planetario, y que adicionalmente, Santa Cruz tiene un ritmo más acelerado de cambio climático.

“Cada diez años, la temperatura promedio aumenta entre 0,3 y 0,4 °C. En el peor escenario, Santa Cruz alcanzará 3,2°C de calentamiento al año 2060”, señaló una parte del documento.

Sobre este punto, Quintanilla recordó el atlas de vulnerabilidad al cambio climático, donde se encuentra la lista de los municipios más vulnerables. Dijo que, efectivamente, la temperatura ha aumentado para Santa Cruz.

“Está alrededor de un grado centígrado en promedio, y en los meses secos hemos identificado incrementos de hasta 2,5 grados y 3, con relación al histórico en esos meses”.

En cambio, recalcó que las lluvias se han reducido en al menos 17% en distintas regiones de Santa Cruz.

“Son las condiciones perfectas para más sequía, porque hay menos agua entrando a los ecosistemas, que se evapora más rápido con el ascenso a la temperatura.

Esto debería preocupar sobre todo al sector agrícola y pecuario, que es el que más necesita del agua”, alertó.

Responsabilidad del agro
Una parte del informe de Fundación Tierra hace referencia a la agricultura mecanizada y la deforestación de Santa Cruz.

Expone las principales características del sector agropecuario, el crecimiento acelerado de la agricultura en las cuatro décadas, la expansión de la frontera agrícola, el auge de la soya como el principal cultivo y las proyecciones de cambio agrario.

Asimismo, advierte que “el futuro climático de Santa Cruz depende de medidas y acciones concretas de los propios cruceños”.

En una reunión de representantes de la CAO y de Anapo se presentaron datos contundentes sobre la deforestación, basados en un informe de Trase Insights, en colaboración con la Embajada Británica.

El documento explica que la tasa de deforestación y conversión de tierras, impulsada por la producción de soya en Bolivia, es siete veces mayor que la de Brasil.

En 2021, la soya fue la cuarta exportación más grande de Bolivia, representó el 12% de las exportaciones totales y generó unos ingresos anuales de alrededor de 1.300 millones de dólares.

Los datos de Trase muestran que la producción de soya en 2020 estuvo relacionada con 77.090 ha de deforestación y conversión de ecosistemas nativos, aumentando a 105.600 ha en 2021.

El área total de soya plantada también aumentó, de 778.600 ha en 2020, a 1.088 millones de ha en 2021.

Bolivia, un país deforestador

Quintanilla recordó que Bolivia no se ha adherido a varios convenios de cambio climático. “En el discurso se ha comprometido en el cuidado de la madre tierra, pero la firma no estuvo en la reducción de la deforestación. Entonces no es un país comprometido, y esto dificulta avanzar en las metas globales”, dijo.

En la Cumbre de la Amazonía, realizada en agosto en Belém do Pará (Brasil), Luis Arce Catacora fue señalado por medios internacionales como el principal obstáculo para el éxito de la iniciativa planteada por Luiz Inacio Lula da Silva, quien ya puso en marcha el objetivo de terminar con la deforestación hasta el 2030 en su país.

Fundación Tierra también hizo conocer su rechazo a la postura del Gobierno boliviano, pidió una explicación pública sobre las razones para evitar comprometerse con los esfuerzos conjuntos contra la deforestación.

Carmen Capriles informó que Bolivia no ha firmado ningún acuerdo multilateral para reducir la deforestación, pero sí el compromiso hacia el
acuerdo de París para reducir la deforestación ilegal.

“Dicen que redujeron la deforestación ilegal, pero no se muestran datos de cuánto aumentó la deforestación legal por el paquete de leyes aprobado en 2019”, cuestionó.

Tiktokers de la deforestación

En varias plataformas digitales, pero especialmente en TikTok, son varios los dueños de cuentas que aparecen con maquinaria pesada desmontando inmensas superficies en la Chiquitania, e invitando a seguir el ejemplo, ya que en Bolivia es «fácil».

Mientras tanto, los originarios se lamentan. Es el caso de Rosendo Merena, cacique que se declaró perseguido por la autoridad fiscalizadora de bosques, que lo encontró culpable de un delito forestal, que según Gonzalo Colque, de Fundación Tierra, «solo existe en papeles, deliberadamente escondido en una maraña de ilegalidades e intereses en contra de los pueblos indígenas de la Amazonia».

Sin embargo, hasta la fecha, no existen informes públicos sobre el estado de las notificaciones y procesos contra depredadores de áreas protegidas, es el caso de los comunarios de San Martín, notificados por el daño a la Reserva Municipal de Bajo Paraguá.

PARA SABER
BOSQUES Y AGUA
Los bosques infiltran agua en los suelos. Las reservas de agua tienen una reducción en la misma velocidad en la que se pierde el bosque.

NI LOS RÍOS SE SALVAN
El director de cuencas del Searpi, José Antonio Rivero, explicó que 80% de la problemática en la que trabaja el Searpi respecto a los desbordes de ríos tiene que ver con que no se respetan la servidumbres ecológicas y se desmontan orillas de los ríos.