El punto sobre la i

“En Bolivia la política nunca duerme, siempre estamos en una gimnasia electoral”, afirma el analista político tarijeño, Carlos Saavedra. Aunque estamos muy lejos todavía de las elecciones presidenciales de 2025, falta poco más de dos años, la realidad es que las disputas por las candidaturas, con mayor evidencia dentro del partido de gobierno, es lo que está marcando la dinámica política del país.

Las primarias ya están siendo jugadas por los actores políticos, aunque formalmente no exista ni siquiera la convocatoria para las mismas. “En este momento la Sala Plena del Tribunal Supremo Electoral (TSE) todavía no ha tocado el tema de la fecha para las elecciones primarias. Sin embargo, de acuerdo a la ley, se prevé que puedan realizarse con diez meses de anticipación al día de la elección”, señala la vocal del TSE, Dina Chuquimia.



Precisa que “las elecciones primarias solamente las realizan las organizaciones políticas de alcance nacional, para elegir a sus candidatos a la presidencia y vicepresidencia del Estado. Esperamos que, desde las organizaciones políticas, haya más de un candidato. En 2019 se vio mucho la figura del monocandidato, con una sola persona presentándose. Por el bien de la democracia interna, ameritaría que haya más de un candidato por partido político y que sus bases, la militancia, puedan elegir”.

En Bolivia, “actualmente tenemos once organizaciones políticas registradas en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para participar a nivel nacional. Están el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Unidad Cívica Solidaridad (UCS), Partido Demócrata Cristiano (PDC), Unidad Nacional (UN), Movimiento Al Socialismo (MAS), Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), Movimiento Democracia Social (Demócratas), Frente Para la Victoria (FPV), Partido de Acción Boliviana (PANBOL), Movimiento Tercer Sistema (MTS) y Acción Democrática Nacionalista (ADN). Estas organizaciones políticas son las que legalmente están habilitadas para las elecciones presidenciales, a excepción de PANBOL y FPV, que todavía tienen pendiente una resolución que debe emanar de la Sala Plena”, explica la autoridad electoral.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Más allá de todo lo formal, en los hechos, en nuestro país el partido por la definición de las candidaturas ya se está jugando, aunque esto se va dando a diferentes velocidades. Saavedra observa que “parecería, además, que hoy, después de muchos años, estaríamos encaminando hacia una nueva configuración del escenario político, porque durante los últimos años hemos tenido una constante, con un bloque de izquierda, del campo popular, que se ha logrado alinear a partir del instrumento político del MAS y que ha logrado cierta homogeneidad. Ha tenido escisiones, pero que han sido muy pequeñas, que no han significado, electoralmente, un quiebre. Del otro lado, hay un bloque conservador de derecha, centro derecha, que por lo general siempre ha estado más fragmentado”.

El analista tarijeño prosigue señalando que “la novedad sería que el bloque de izquierda del campo popular podría dividirse. Pienso que esa tensión política hoy está marcando la configuración del escenario nacional. Hoy pareciera que las primarias se han adelantado. Ya estamos viviendo las primarias en un país donde no estamos acostumbrados a definir a través de la vía institucional quiénes son los candidatos de una fuerza o de la otra, sino que tenemos una tradición mucho más caudillista donde hay un liderazgo que termina imponiéndose por sobre los demás. Bolivia ya está prácticamente en un clima electoralizado, donde la disputa por las candidaturas está marcando el escenario nacional, aunque estamos a dos años de las elecciones presidenciales de 2025”.

Resulta por demás evidente entonces que el gran protagonista de esta disputa es el partido de gobierno. Ahí es donde la pelea se muestra con mayor crudeza. “El MAS había tenido unidad, claramente, durante todos estos años que logró conquistar la hegemonía política en el país. Tenían un liderazgo consolidado. Hoy da señales de consolidarse una división, que yo no creo que se vaya a resolver de manera institucional, a través de elecciones primarias. Parecería que va a fragmentar el campo popular. Ahí, visiblemente, se tiene dos alternativas. Una, la de Evo Morales, que claramente ya está en campaña. Está trabajando en una primera fase que es regrupar a sus núcleos duros, pero que va a tener seguramente un gran desafío, que yo lo noto muy complejo, y es el cómo reconquistar clases medias, cómo reconquistar votos no militantes. Al final, eso es lo hizo definitivamente hegemónico al MAS durante más de tres elecciones. Por otro lado, está el presidente Luis Arce, que está navegando también en una situación bastante compleja. Tiene como principal tarea, para lograr una viabilidad política mínima, consolidar la estabilidad económica. Ese es un requisito fundamental para él, si quiere tener viabilidad política. En términos ya estrictamente partidarios, debe fortalecerse en la interna y poder crecer en las clases medias, donde pareciera que podría tener un poco más llegada que Morales. Sin embargo, todavía hay una tercera opción al interior del MAS, que ya la deslizó el exvicepresidente Álvaro García Linera, que podría ser Andrónico Rodríguez, como una suerte de dirimidor de esta disputa fraticida que tienen Arce y Morales, que podría surgir como una especie de desempate”, afirma Saavedra.

En cuanto a la oposición, sostiene que “sigue una fragmentación muy marcada y hay un divorcio entre las oposiciones de oriente y occidente. CC es prácticamente una oposición testimonial. Carlos Mesa entiende que, sin estar muy presente en la palestra pública, por descarte sigue siendo la mejor opción de la oposición. Pero es un liderazgo que no crece, que no tiene presencia territorial, que no logra construir articulación a nivel nacional. Está esperando, si vale la metáfora, dentro de los pequeños, ser el más alto, para, a partir de esa posibilidad electoral, aglutinar a los demás. Lo noto aislado y hay algunas voces al interior de CC que también están pidiendo renovación. Ahí yo identificaría dos liderazgos. Una, la del senador Rodrigo Paz, que se nota que claramente, y ya lo he insinuado en varias declaraciones, quiere tener presencia nacional. Veo que la otra podría ser la senadora Andrea Barrientos, que también jugar un papel protagonista. Con todo, creo que CC sigue ahí, naufragando sin haber podido construir un proyecto político”.

“Aun así, ante la fragmentación del MAS, todas las fuerzas de oposición, sin tener liderazgo, sin tener proyecto político de país, sin tener estructura nacional, pueden tener una oportunidad. No por mérito propio, sino por la debilidad del MAS”, advierte.

La situación es igualmente compleja en el oriente. “Se percibe una fragmentación muy marcada en Santa Cruz. Ni siquiera el camachismo se encuentra unido entre sí, está absolutamente dinamitado al interior, con varias líneas que obedecen a distintos liderazgos. Yo creo que Camacho en este momento ha dejado de ser una figura política nacional que pueda generar un proyecto alternativo de poder al MAS. Tal como está hoy, ni siquiera creo que sea una opción para disputar el poder en lo departamental. Han vuelto a surgir en los últimos días algunas alternativas como Demócratas, que parecieran estar más interesados en el poder local que en el poder nacional. Especialmente a partir del liderazgo de Manuel Saavedra en la alcaldía de Santos Cruz de la Sierra, pero no lo veo como un partido con figuras propias. Posiblemente pueda prestar la sigla para que candidatos como Vicente Cuellar o el mismo Rodrigo Paz, si no logra nada con CC, puedan proyectar algo”.

Existe un tercer grupo, por fuera de las oposiciones que actualmente tienen presencia en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Saavedra observa al respecto que “están quienes que intentan ocupar el lugar de outsiders, que intentan generar la hiperpolarización. Ahí está todo el grupo Bunker, el ex candidato del MNR, Virginia Lema, Agustín Zambrana, que particularmente creo que hoy son expresiones de lo más radicalizado de la política anti-masista, pero sin todavía posibilidades de constituirse en un interlocutor válido en la política nacional. Todavía muy marginales y que electoralmente no representarían en este momento una amenaza para nadie, ni para la oposición tradicional ni para el masismo, ya sea unido o dividido”.

La mirada del analista no pasa por alto el ánimo de la sociedad boliviana. Explica que “todos los estudios de opinión pública y el clima que se está empezando a posicionar en Bolivia, muestra que hay ciertas pulsiones de cambio. No diría un cambio radical, no creo que se trate de la destrucción del Estado plurinacional para la construcción de algo muy distinto, sino un cambio en las formas de gobierno. Probablemente no en el fondo, creo que el MAS ha logrado construir cosas muy interesantes que la mayoría de la población no quiere que le cambien, pero sí quiere cambios drásticos en la forma de gobernar, La crítica está vinculada al autoritarismo, a la lucha contra la corrupción, a una crisis institucional profunda que hay en la justicia, en la policía, hasta en el fútbol. Pero, si bien hay esa pulsión de cambio, hoy nadie la representa”.

“Si analizamos todo lo que ha pasado en términos electorales en la región, todos los balotajes han tenido la figura de un outsider, por lo general, además, vinculado a una derecha radical. Está el caso de José Antonio Kast, en Chile; Jair Bolsonaro, que después de ser presidente ha logrado volver al balotaje contra Lula da Silva, en Brasil; Javier Milei, en Argentina, donde si no pasa nada raro va a ser el próximo presidente. En Bolivia no hay quien represente, no hay quien pueda encarnar esa función de cambio. Y no se trata, como algunos que intentan jugar ese rol de outsider, de hacer una copia de lo que pasa en otros países. Cada país tiene su contexto, no hay fórmulas mágicas en comunicación políticas. Nadie entre ellos ha logrado entender el contexto boliviano. Creo que eso definitivamente hace que se agote el tiempo para la aparición de una figura pueda personificar esa pulsión de cambio que está presente. Quienes intentan jugar el rol de outsider en este momento lo hacen de manera muy artesanal y terminan hasta caricaturizando esa figura. No dan señales de que logren generar la sensación de que ellos son el cambio”, asevera.

También puede leer: ‘Adultocentrismo’ vs. Renovación, el dilema en CC

En criterio de Saavedra, “en términos formales, el instrumento que ellos vayan a utilizar, si aparecería algún outsider, va a ser definitivamente un instrumento prestado. Uno de los rasgos de la política contemporánea es la hiperpersonalización de la política. No hay tanto un apego por el instrumento, el partido, que termina siendo testimonial. Por ejemplo, cuando Luis Fernando Camacho fue a la elección de 2020, un poco en esta lógica de ser el outsider, fue con la sigla de Unidad Cívica Solidaridad (UCS) como base, que es una de las fuerzas políticas tradicionales entonces. Así, el partido es más un formalismo. El verdadero problema de quienes quieren erigirse como la figura outsider en la política boliviana es que no logran encontrar quien personalice de manera auténtica esa figura. En política es difícil impostar algo. Uno tiene que representar auténticamente una función de cambio y en Bolivia no se ve eso actualmente”.

Es probable que ya hayamos tenido outsiders. Por ejemplo, que Luis Fernando Camacho ya haya sido el Javier Milei boliviano, pero que, por la rapidez con la que se vivió todo en un periodo muy corto de tiempo, entre 2019 y 2020, incluyendo los errores en que incurrió el gobierno de Jeanine Añez, el país no alcanzó a caer en cuenta completamente de lo que estaba pasando. El contraciclo, luego del derrocamiento de Evo Morales, fue extremadamente corto en Bolivia. En Brasil, Jair Bolsonaro tuvo una gestión de cuatro años como presidente. Mauricio Macri estuvo cinco años al mando de Argentina. En nuestro país todo se condensó en el año que se mantuvo Añez.

Sobre este aspecto, Saavedra sostiene que “ha habido figuras y momentos políticos que tenían todas las características de constituirse en un proyecto político outsider en Bolivia, pero que no han sabido entender el contexto nacional. Pero, además, han tenido mucha inmadurez política para gobernar. Camacho claramente tuvo posibilidad de convertirse en el outsider nacional, pero las jugadas políticas los constantes errores y, por sobre todo, la falta de construcción de un proyecto alternativo que entienda lo que ha vivido Bolivia en los últimos 20 años, que no lo niegue completamente, sino que rescatando algunas cosas pueda construir algo nuevo, hizo que se diluya rápidamente. Camacho pudo personificar ese rol de outsider, Janine Áñez en su momento también tuvo una mínima posibilidad de encarnar el cambio, pero no lo lograron. Pienso que ellos quemaron definitivamente esas oportunidades que tenía la oposición para arrebatarle de manera más sostenida el poder al MAS. Entonces eso también dificulta muchísimo la generación de una nueva figura de cambio que pueda llegar a disputar de manera seria el próximo proceso electoral”.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político