Los bolivianos quieren esperanza

Es decepcionante escuchar las declaraciones y ver las actuaciones de los líderes políticos de nuestro país que definitivamente no interpretan el sentimiento del pueblo boliviano. Lo que quieren los ciudadanos de este maravilloso país es tener lideres con un alto compromiso con la patria, no aquellos que priorizan sus intereses particulares en desmedro del interés común, los bolivianos queremos certidumbre y esperanza. Bolivia no merece ser guiada por personajes con una “miopía estructural”, responsables del estado de subdesarrollo en la que nos encontramos, especialmente aquellos políticos de derecha o izquierda, llámense neoliberales o progresistas, que desde la creación de la Republica hasta nuestros días, han desperdiciado penosamente las extraordinarias oportunidades de elevar la calidad de vida de sus habitantes.

Se puede enumerar una lista interminable de hechos concretos de corrupción, malversación de fondos, malas decisiones de inversiones millonarias e identificar a los gobiernos responsables, no con la intención de mirar por el retrovisor, sino con la firme posición de hacer todo lo posible y hasta lo imposible para que no se repitan esos lamentables hechos. Alguien dijo más o menos así: “los ciudadanos que no conocen su historia con sus matices deplorables y miserables, están condenados a repetirla”. Bolivia, con todo el potencial de recursos naturales existentes en el ayer y en el presente, no merece definitivamente estar en la situación en la que se encuentra.



Por otra parte, sobre el principio de la responsabilidad compartida, debemos reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos todos y cada uno de nosotros los bolivianos, reconocer que existe una apatía general, una tolerancia cómplice, para después irremediablemente tarde como ha sucedido a través de nuestra historia, lamentarnos y sufrir las consecuencias.

Los ciudadanos estamos obligados a bajarnos de la tribuna de observadores pasivos, dejando pasar inertes el “tren de la historia” y convertirnos en actores principales de nuestro propio destino. Es nuestro rol histórico abandonar la actitud individualista, mezquina e indiferente que nos caracteriza e incorporarnos decididamente a la acción colectiva para beneficio de todos. Concretamente, pasar de la acostumbrada simple protesta a la propuesta activa.

Sin ninguna duda no es suficiente que cada cinco años participemos en la elección de nuestras autoridades, para luego, por largo tiempo estemos a merced de ellos, esperanzados naturalmente en que en la gestión de estos gobernantes se tomen las medidas más adecuadas en favor de toda la comunidad. Desafortunadamente la historia nos ha demostrado resultados que están muy distantes de ese ideal y han generado un clima de falta de credibilidad y una desconfianza cada vez mayor en nuestros gobernantes.

La gran pregunta es entonces: ¿Qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para esperanzarnos en un futuro mejor?
En nuestro criterio la respuesta es revisar nuestra Constitución Política del Estado, las leyes y disposiciones generales que rigen a los gobiernos en sus tres niveles y hacer uso efectivo de ciertos mecanismos de participación ciudadana. Una pregunta inicial en esa línea podría ser: ¿El Control Social establecido en nuestra carta fundamental tiene representantes genuinos? ¿Funciona adecuadamente o sirve simplemente de cómplice para validar ciertas acciones de los gobiernos de turno?

Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial tienen la obligación de revisar su papel fundamental en la conducción de este país de casi doce millones de ciudadanos que claman, con todo derecho por un trato más justo, igualitario e inclusivo para un mejor bienestar general. Ya no es posible y no debemos permitir que, entre cuatro paredes y muchas veces vulnerando principios básicos y la misma Constitución, se tomen decisiones que en la mayoría de los casos solo benefician a grupos minoritarios y eternamente favorecidos.

La crisis sanitaria, económica y principalmente la crisis moral que estamos viviendo todos, debería ser el punto de inflexión para generar propuestas de solución estructural en nuestra amada Patria.

Los antropólogos y sociólogos han demostrado que, en cualquier comunidad, donde existen espacios de mayor participación, los resultados de solución esperados son inmensamente superiores.

Por esa razón insistimos que, a través de una mayor Participación Ciudadana, responsable y propositiva, podremos iniciar en una dirección correcta y con mayor esperanza, este camino aún largo de consolidar el país soñado por todos.

Fernando Crespo Lijerón