Tres conductores han desaparecido en circunstancias idénticas. Dos de ellos fueron asesinados a tiros, mientras que el tercero todavía no ha sido encontrado, pero las pruebas sugieren que también fue víctima del mismo asesino.
Fuente: Opinión
Durante un período de tan solo seis meses, Juan Carlos M.T. habría acabado con la vida de tres choferes, en colaboración con otras personas dedicadas al robo de vehículos y crímenes. Dos de los casos ocurrieron en Cochabamba y uno en La Paz.
Uno de los asesinatos tuvo lugar en una quebrada de la comunidad de Juntu Pujru de Tiraque, mientras que el otro conductor fue encontrado por sus familiares en la Morgue Judicial de La Paz, con un disparo en la cabeza. El tercer conductor, primo de Juan Carlos, lleva desaparecido 15 meses.
Estos casos eran enigmáticos hasta hace seis días, el 27 de noviembre, cuando Juan Carlos fue aprehendido en la ciudad de La Paz después de una exhaustiva investigación policial que lo señalaba como sospechoso. Según el comandante de la Policía de Cochabamba, Jorge René Ríos, al verse acorralado, el detenido confesó haber sido el autor del asesinato de una de las víctimas, Emilio F., y reveló la implicación de otro hombre.
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Juan Carlos fue trasladado en avión a Cochabamba y luego llevado a Punata para ser investigado en relación con la desaparición y muerte de Emilio F. En base a este caso, el hombre compareció ante un tribunal el jueves y un juez de Tiraque ordenó su detención preventiva, durante seis meses, en El Abra, prisión de máxima seguridad en Cochabamba.
Anteriormente, la División de Cibercrimen descubrió que Juan Carlos y su pareja, una adolescente de 17 años, estaban ofreciendo vehículos sin documentación en las redes sociales.
Juan Carlos M. tiene antecedentes penales. Fue arrestado el 25 de octubre de 2020 en posesión de 25 kilogramos de cocaína en Tiquina. El 3 de junio de 2022 fue acusado de estupro debido a su relación con su actual pareja. Además, el 9 de marzo de este año se inició una investigación por la desaparición de Willman C.C., quien fue encontrado muerto con un disparo en la cabeza. También es relacionado al caso de su primo.
Según Ríos, existen otras dos posibles causas en las que Juan Carlos M.T. podría estar involucrado, pero aún se están llevando a cabo investigaciones técnicas y operativas.
EMILIO: EL CASO DE LA “MANO DE DIOS”
Emilio F., un hombre de 31 años, salió a trabajar el 28 de diciembre de 2022 y nunca regresó a su hogar. Él se dedicaba al servicio de transporte público en su trufi que cubría la ruta de Sacaba a Cochabamba y viceversa.
Emilio solía mantener contacto constante con su esposa, por lo que ella desde un principio sospechó que algo no estaba bien. Al preguntarle a sus compañeros de trabajo, ninguno de ellos lo había visto.
Una semana después, el 4 de enero de 2023, los pobladores de Tiraque informaron a la Policía sobre el hallazgo de una mano. Aquella noche, la gente consternada veló esa extremidad y la llamó “la mano de Dios”.
Al día siguiente, la Policía, junto con familiares y pobladores, realizaron una búsqueda minuciosa. Finalmente encontraron los restos, en su mayoría en estado esquelético, pero la esposa reconoció los zapatos de Emilio. Sin embargo, esto no era suficiente para confirmar su identidad, por lo que se llevaron a cabo pruebas de ADN, que fueron comparadas con las de su hija mayor y resultaron positivas. El cuerpo encontrado en una quebrada era el de Emilio F.
Casi un mes después, un amigo de la víctima fue arrestado bajo sospecha de estar implicado en el crimen. Según la abogada de la familia de Emilio, Cinthia Fuentes, esta persona habría puesto en contacto a Emilio con dos hombres procedentes de La Paz para realizar un viaje. Este hombre que estuvo con detención preventiva durante nueve meses consiguió dejar la prisión luego de la aprehensión del autor confeso.
Durante los últimos meses, la esposa soñó con Emilio y le prometió luchar hasta encontrar justicia por su asesinato. Ella no se rindió y buscó ayuda de la Policía y de la Fiscalía en repetidas ocasiones.
Tras realizar diversas investigaciones y pericias, se señaló a Juan Carlos M.T. como el principal sospechoso del crimen. Una vez capturado en La Paz, él confesó que junto con otro hombre le habían quitado la vida a Emilio de un disparo.
El objetivo era robar su movilidad, la cual fue llevada a La Paz y sometida a modificaciones, incluyendo el cambio de placa de un auto siniestrado y el cambio de color, para luego ser vendida. El vehículo se comercializó por nueve mil dólares sin documentos, aunque su valor real ascendía a 21 mil dólares.
La investigación aún se encuentra en curso y la familia de Emilio exige justicia y la máxima pena para los responsables de este macabro crimen. Además, esperan que se identifiquen a todos los miembros de la banda, incluyendo a los autores materiales, coautores, cómplices y las personas que adquieren los vehículos robados.
459 DÍAS SIN SERGIO
La tranquilidad de la familia Macías se ha visto afectada desde aquel trágico momento en el que Sergio, de 34 años, salió de su hogar conduciendo su minibús en el recorrido entre Sacaba y Cochabamba, y nunca regresó. Sus seres queridos, devastados, llevan 459 días sumidos en el dolor desde el 31 de agosto de 2022.
Sergio desapareció cuatro meses antes que Emilio, pero su vehículo y su cuerpo aún no han sido encontrados.
En ese fatídico día, Sergio le dijo a su familia que se iba a reunir con su primo Juan Carlos M.T. Salió a trabajar en su vehículo, el cual tiene la placa 1718 HLL. Una pista importante es que el minibús de Sergio cargó combustible el 1 de septiembre, alrededor de las 16:00, en Sipe Sipe. Al revisar las grabaciones de las cámaras de vigilancia, los familiares se dieron cuenta de que el conductor no era Sergio y que el vehículo ya estaba desmantelado, sin asientos.
Juan Carlos M.T., el primo de Sergio, está siendo vinculado a este caso porque la esposa de la víctima recibió una llamada en la que le advirtieron que dejara de buscar a su esposo, ya que su desaparición estaba relacionada con el narcotráfico. Las investigaciones técnicas revelaron que se realizaron llamadas entre el celular de Sergio y el teléfono de la pareja del principal sospechoso, y se determinó que ese teléfono se estaba utilizando en el municipio de Apaña en La Paz.
La vida de los seres queridos de Sergio dio un giro inesperado. Su caso se hizo público el 4 de mayo cuando se encontraron con los familiares de Wilmer Alvin Mamani durante el quinto día de búsqueda organizado por la Policía en la serranía que conecta a los municipios de Arbieto y Sacaba. Ellos también estaban buscando a su ser querido en ese mismo lugar, ya que no tienen ninguna pista sobre su paradero.
WILLMAN, UNA CARRERA SIN RETORNO
Willman C.Ch., de 42 años, desapareció el 4 de marzo de este año en La Paz. Ese día, salió temprano de su casa en su taxi para recoger a un pasajero a las 04:45. Sin embargo, nunca regresó a su hogar.
La familia reportó su desaparición a las autoridades, pero solo les pedían paciencia. Después de un mes de angustia, el padre de Willman decidió visitar la Morgue Judicial de La Paz y, por casualidad, encontró el cuerpo sin vida de su hijo, quien había sido víctima de un disparo en la cabeza.
Curiosamente, el cadáver había sido descubierto el 16 de marzo, pero los familiares no recibieron ninguna comunicación por parte de la policía, a pesar de que se tenía el reporte de desaparición de Willman, con fotografía y otros datos adicionales.
La incertidumbre sobre el paradero del automóvil también era inquietante. Los familiares tomaron el asunto en sus manos y comenzaron su propia investigación. Encontraron publicaciones en redes sociales donde se ofrecían puertas y accesorios similares a los del vehículo de Willman. Con la ayuda de un periodista, contactaron a la vendedora y descubrieron que ella tenía las cuatro puertas, el maletero y los parachoques delantero y trasero, afirmando que todo provenía del “mismo coche”.
Inmediatamente, informaron a la policía sobre este hallazgo y, bajo estas circunstancias, arrestaron a la mujer. Ella afirmó desconocer la procedencia de las autopartes y alegó que solo se dedicaba a la venta, afirmando que colaboraría en la investigación.
Durante todo este proceso, desde la desaparición de Willman, la familia ha sido víctima de amenazas telefónicas que solo aumentan su angustia y preocupación.
WILMER ALVIN, UN CASO PENDIENTE
Desde el 31 de enero, la vida de la familia Mamani Gabriel cambió drásticamente. Ese día fue la última vez que vieron a Wilmer Alvin, de 30 años, quien salió a trabajar en su trufi y nunca regresó. Han pasado 10 meses llenos de angustia para ellos.
Wilmer salió de su hogar en Villa Pagador rumbo a la parada de la línea 010, donde trabajaba, y nunca volvió. Se sabe que compró su boleto de trabajo y salió de la parada, haciendo su ruta de sur a norte. Luego, salió nuevamente del norte y pasó por la zona de La Cancha. Sus familiares intentaron contactarlo, pero no tuvieron éxito. Preguntaron a sus compañeros de trabajo, pero nadie sabía nada.
Un nuevo capítulo en esta tragedia comenzó cuando encontraron el minibús de Wilmer el 5 de abril en Chimoré, en la región del Trópico de Cochabamba. El vehículo había sido vendido sin documentos. La Policía siguió las pistas y capturó uno por uno a los presuntos responsables de la desaparición del joven conductor.
En este caso, hay cinco personas con detención preventiva en diferentes cárceles de Cochabamba. Cuatro hombres y una mujer. Al menos tres de ellos, con antecedentes delictivos, trabajaban como conductores de transporte público.
Según el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Cochabamba, Freddy Medinacelli, los responsables ya tenían planeado el robo del vehículo de Wilmer. Comenzaron enviándole mensajes de WhatsApp haciéndose pasar por una mujer interesada en conocerlo.
La “cita a ciegas” finalmente ocurrió el 31 de enero, un día antes del cumpleaños de Wilmer. Según las investigaciones, los delincuentes contrataron a una mujer para seducirlo y drogarlo con un somnífero para poder robarle. Luego se apoderaron del vehículo y lo vendieron sin documentos. Sin embargo, su plan se vio alterado y los investigadores lograron ubicarlos.
Los principales sospechosos se prepararon con una versión acordada en caso de ser capturados. Mantienen un “pacto de silencio”.
Sus testimonios tienen similitudes. Afirman haber dejado a Wilmer en el cerro entre los municipios de Arbieto y Sacaba. No mencionan haberlo asesinado ni dan más detalles sobre su paradero.
La familia vive en constante angustia. Sus padres sueñan con él y lideraron los grupos de búsqueda en varias ocasiones.
Ana Cristina, hermana de Wilmer, relata que han recorrido muchas veces el camino entre los municipios de Arbieto y Sacaba, donde se cree que su hermano fue abandonado por los ladrones de su minibús. “Hemos ido allí de dos a tres veces por semana, incluso los domingos. Mis padres sueñan con Wilmer y él les dice ‘han pasado cerca de mí, sigan buscándome’, y volvemos a salir de casa. Desde que mi hermano desapareció, hemos vivido un infierno. Buscarlo en ese lugar es una pesadilla, hemos encontrado todo tipo de cosas, desde animales muertos hasta huesos”.
Cuando alguien querido desaparece, la vida cambia y las prioridades se transforman. Sin señales de vida ni indicios de su muerte, las familias comienzan un largo y tortuoso camino para descubrir qué pasó, dónde está, si se fue sin decir adiós o si se encuentra bien. Esta es la triste realidad que muchas familias enfrentan en Bolivia.
Fuente: Opinión