“Vivimos en la edad de las masas: están en el vientre, incubando todo lo masivo. Y lo mismo ocurre en política. Al hombre de Estado que les construya una nueva Torre de Babel, cualquier monstruosidad de imperio y de poder, le llamarán “grande”, sin importarles que nosotros, más prudentes y conservadores, queramos mantener la vieja creencia de que sólo los grandes pensamientos prestan grandeza a una acción.” (Nietzsche – Por Encima del Bien y del Mal; 1886)
Las libertades históricas y genuinas, están revestidas de una legitimidad adquirida gracias a las experiencias vividas y concretas de cada ser humano, a diferencia de las libertades abstractas y artificiales impuestas por el Estado. En un mundo donde los hombres insisten en creerse libres, resulta difícil que entiendan que los doctrinarios de apriorismos filosóficos modernos alientan las mismas arbitrariedades que se vienen aplicando con los esclavos desde hace siglos, el mismo estilo violento, la misma discontinuidad con el pasado histórico reescrito una y otra vez, con el único propósito de seguir manipulando los espíritus desarraigados y abstractos.
Las masas concentran su atención en la superficialidad cultural carente de moral con que alcanzó su máximo esplendor la revolución industrial inglesa, que prorrumpió bruscamente alentada por los preceptos filosóficos de la escuela materialista. Paralelamente, otro grupo (reducido) de hombres prioriza su instinto y pensamiento creador, manteniendo su ética neutral. La lucha de las ideas es determinante para albergar una ligera esperanza hacia el futuro.
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Las sociedades modernas se han dado a la tarea de preparar a las generaciones del futuro para adaptarse con facilidad a las masas. La búsqueda de soluciones, parte del hecho mismo de que cada sujeto acepte su condición como parte de la masa y decida voluntariamente cambiar. Nietzsche diagnosticó los peligros que encierra la conformidad igualitaria, que forma parte del ideario cotidiano de las masas y en el ámbito político como inseparable a la narrativa eufemística que es amplificada por los medios y aceptada como dogma indiscutible por las masas.
Así termina éste año y sin lugar a duda, así recibiremos el año nuevo, imperturbable, inmutable, inalterable, tan sólo con la esperanza de que los hombres decididos a “plantar cara” a la injusticia, no claudiquen (no está consignada en esta categoría la clase política). Los “inadaptados” de esta sociedad, debemos seguir librando la lucha de las ideas, invisible a los ojos del mundo, pero efectiva para lograr una transformación evolutiva, porque siempre será mejor lograr los cambios a través de la EVOLUCIÓN, que por la vía traumática de la REVOLUCIÓN.
Cerramos un año en el que resulta cada vez más difícil encontrar hombres íntegros que tengan un compromiso moral con su época; abundan, por el contrario, demagogos, que hablan sin decir nada, sacralizan a las muchedumbres a las que se dirigen con una carestía de fundamentos, con propuestas oportunistas y rasgos de inmediatez; eufemismos que pretenden conseguir adoradores del momento. Es en este contexto, cuando resulta más imperioso, que el grupo de “inadaptados” sociales refuercen la autoconfianza y los principios de libertad, para fortalecer la energía necesaria y mantener la fe. En tiempos en que los cazadores de brujas del mundo cultural condenan las ideas y el pensamiento, el Sol volverá a nacer por Occidente.
Las libertades civiles no son una creación de la democracia, es esta última, por el contrario, quien le debe su existencia a la Libertad. Con el tiempo la democracia transformó la libertad, coartando progresivamente las individuales para ganar un apoyo moral por parte de las masas y que ha terminado por devaluarla y someterla a una especie de esclavitud moderna. Si queremos pensar en el futuro, es necesario recuperarla, labrando un camino propio que nos permita alcanzar la libertad, sin mirar a izquierda o derecha, con la suficiente capacidad de trabajar en consecuencia con los valores y principios forjados desde el hogar.
A manera de cierre, me gustaría mencionar que la decisión moral e intelectual de escribir en dos niveles de significación, tiene el objetivo de que el lector conozca mediante lecturas amenas detalles ocultos de la historia, al tiempo, que tenga la capacidad suficiente de asimilar y reflexionar respecto a cada uno de los temas propuestos, con la consiguiente enseñanza que deja para las nuevas generaciones.
Permítanme agradecerles por compartir este tiempo juntos, albergo con optimismo a que el 2024 nos permita seguir adelante, profundizando las rutas de la libertad que nos conduzcan a alcanzar la emancipación intelectual, alejándonos de las masas. ¡Venturoso Año Nuevo de Hombres Libres!
Carlos Manuel Ledezma Valdez
Escritor, investigador & divulgador histórico