César Arturo Arellano M.*
Contra un muy bien fundado hábito de abstenerme de contender con las irracionalidades periódicas de consuetudinarios de la opinión, cuya ocupación parece ser atestar de ficción barata los pocos medios de prensa escrita que quedan en Bolivia, me empuja al teclado no el tema en cuestión sino las imprecisiones del autor de una columna de El País de Tarija; imprecisiones que si bien son desproporcionadas también son cuando menos comprensibles venidas de quien bautizó su columna como “La mano del moto”, es decir, un manco confeso.
Así, el manco en cuestión, que va por el seudónimo de Miguel V. De Torres, dedicó la semana pasada un ampuloso volumen de inexactitudes históricas a tratar de contextualizar su evidente desasosiego con el alcalde de Cochabamba lo que el autor justifica en el consistente rechazo del edil cochabambino a unirse a los malones desorganizados y caóticos contra el estado y la economía de ciertas “oposiciones” regionales que acusan a Reyes Villa de estar cerca de Arce, cuando ellas mismas son parte de la nueva Operación: Retorno al Poder de Evo Morales.
Ahora bien, la consecuencia de que manetos o suncos le entren al columnismo de prensa es que lanzan zarpazos que la mayor parte del tiempo reman en el aire, en parte porque su asumida y celebrada amputación les resta precisión y en parte porque las publicaciones que los auspician no se molestan en algo que hoy es regla en el periodismo: Fact-Checking.
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¿O es que acaso el proponer un texto para una página de opinión nos releva de la obligación de sustentar nuestras afirmaciones en los hechos? ¿Es que el Manco Miguel tiene licencia para matar y El País ninguna obligación de verificar sólo porque la infamatoria va en la paginas de opinión y no en las de noticias?
Elaboraré en dos de las muchas imprecisiones que el Manco Miguel publicó en El país en febrero 2 de 2024 bajo el título de “¿Es Manfred el tapado?”:
Primera imprecisión: “Aún desde el exilio (Reyes Villa) fue candidato en 2009 en la fórmula de Convergencia Nacional”, dice este Epífiades tarijeño (El País, Feb 2, 2024). Si el editor de columnas de El País se hubiera tomado la molestia de verificar, sabría que Manfred estuvo en el país antes durante y después de las Elecciones Generales 2009 y que su exilio se precipitó tras que, una vez verificada su primera reelección, Evo Morales dictara orden pública de captura contra el candidato de oposición. Ergo, Manfred dejaría Bolivia temprano en 2010, pero estuvo durante la campaña la votación, el recuento y la promulgación oficial de los resultados.
Segunda imprecisión: “El ‘perdón judicial’ obtenido, sin que todavía se haya dirimido qué parte de responsabilidad tuvo el ministro de Justicia Iván Lima en esto, le ha permitido centrarse en la gestión municipal”, agrega el amputado amanuense, pretendiendo no percatarse ni él ni El País que Reyes Villa sería el político más estúpido de la tierra si edificara su brillante sexta gestión como autoridad electa sobre esa justicia que le abrió 22 procesos por orden del MAS.
No, las sentencias constitucionales que extinguieron algunas de las causas políticas contra Reyes Villa no fueron una concesión sino una capitulación del Poder Judicial frente a la presión de la OEA-CIDH, donde las peticiones individuales de Reyes Villa le ganaron al lawfare evista. No es secreto que el TCP y el estado boliviano negocian hace meses con la CIDH reducir los gravámenes e indemnizaciones por las causas que les ganó Reyes Villa y que sus acciones de rectificación para ajustar sus fallos de los pasados 20 años al derecho convencional son gestos para ese fin y no favores al alcalde.
César Arturo Arellano
* Magíster en Comunicación Política (FLACSO- Ecuador) y docente universitario.
Fuente: eju.tv