La trágica muerte de expresidente chileno Sebastián Piñera Echenique ha generado una situación algo extraña y sorprendente en el comportamiento del ser humano, el reconocimiento de la relatividad de las cosas que en determinados momentos y actuaciones políticas y sociales parecen absolutas.
Sin duda es una buena lección principalmente para los políticos de hoy y de siempre, que comprendan que lo más importante es servicio en favor de la Patria y que si es de derecha, de centro o de izquierda es finalmente irrelevante, lo que importa es el resultado en beneficio de la comunidad. Por supuesto una lección para todos en general, que, si bien debemos ocuparnos de nuestra situación particular, también debemos actuar en función del interés común.
La eliminación gradual de las desigualdades sociales, la erradicación de la pobreza extrema, la mejora sustancial en los servicios de salud y educación que permitan atender de manera eficiente a todos los ciudadanos, la lucha frontal contra la corrupción y las actividades ilícitas, la generación de suficientes empleos dignos para la clase trabajadora, deben constituirse en políticas de Estado y ser los objetivos centrales de los gobiernos de turno que se medirán y evaluarán oportunamente en cada gestión.
Los países de la región y Bolivia en particular, a pesar de los malos gobiernos que la han administrado hasta la fecha, tienen aún recursos y posibilidades para lograr mayores niveles de desarrollo integral. Lo que necesitamos es impulsar un cambio de mentalidad, generar la verdadera revolución del comportamiento, realizar un esfuerzo conjunto para la alejar el odio y resentimiento que nos caracteriza entre bolivianos, que nos divide y nos impide crecer y que lamentablemente, es alimentado por los lideres políticos actuales.
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Este comportamiento nuevo y muy diferente debe ser impulsado desde el seno de los hogares, los mayores deberíamos ser quienes demostremos con el ejemplo a nuestros hijos que es posible el cambio necesario. Por supuesto esta corriente deberá transmitirse en las Escuelas, Colegios y especialmente en las Universidades para formar ciudadanos con un alto compromiso con su Patria.
La crisis actual que nos agobia debe convertirse en la oportunidad del gran cambio y está en nuestra decisión individual y colectiva aprovecharla sabiamente y con absoluta determinación.
Tenemos los bolivianos el derecho a soñar con un futuro mejor para todos, con mucha fe y esperanza y hacer un esfuerzo supremo para provocar el cambio que nos permita hacer realidad el sueño de la gran mayoría ciudadana.
Fernando Crespo Lijeron