Detener la reproducción de violencia hacia la niñez, adolescencia, la mujer y la población LGBT en Bolivia: Un llamado urgente a la acción

 

La realidad sobre este tema en Bolivia, supera la ficción. Una sombría realidad permanece oculta a menudo bajo el velo de la cultura y la tradición del machismo o del “qué dirán”, el temor a la exclusión de una forma de vida basada en la hipocresía, el miedo y las apariencias. Es una realidad que afecta a los más vulnerables de nuestra sociedad: la niñez y adolescencia.



La violencia hacia la niñez y adolescencia en Bolivia es un flagelo que persiste, dejando cicatrices profundas en las vidas de quienes deberían ser protegidos y cuidados con mayor diligencia.

Bolivia ocupa el primer lugar en Latinoamérica entre los países con mayor número de feminicidios e infanticidios. Los datos son alarmantes y revelan una verdad incómoda que no podemos ignorar. Según estadísticas recientes (2021), más del 60% de los niños y adolescentes en Bolivia han experimentado algún tipo de violencia física, emocional o sexual en algún momento de sus vidas y más del 73% de las mujeres, ha experimentado violencia sexual y psicológica. Estas cifras son más que simples números; representan vidas marcadas por el dolor, el miedo y la desesperanza.

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La violencia contra la niñez y adolescencia se manifiesta de diversas formas, desde el abuso físico y sexual hasta el abandono emocional y la negligencia. Estas formas de violencia no solo causan un daño inmediato, sino que también pueden tener efectos devastadores a largo plazo en el desarrollo físico, emocional y psicológico de los niños y adolescentes.

Una de las consecuencias más preocupantes de esta violencia es la violación de los derechos fundamentales de los niños y adolescentes. El derecho a una infancia segura y protegida, el derecho a la educación, el derecho a la salud física y mental: todos estos derechos son vulnerados cuando la violencia se convierte en una realidad cotidiana, y se empieza a normalizar esta forma de vida, temiendo denunciar o conocer otras formas de vivir, una forma digna, de respeto mutuo.

Entonces, ¿cuál es el papel del censo en todo esto? El censo, más que una simple cuenta de población, puede ser una herramienta poderosa para abordar y atender estas problemáticas. Mediante la recopilación de datos precisos y actualizados, el censo puede proporcionar una imagen clara de la magnitud y la naturaleza de la violencia hacia la niñez, la adolescencia, las mujeres, la población LGBT en Bolivia, con datos se pueden diseñar agendas de trabajo para solucionar estos problemas, distribuyendo recursos económicos que permitan atenderlos, contratando a profesionales de la salud mental, educación, sociología, etc.

Con esta información en mano, los responsables de formular políticas y programas pueden diseñar intervenciones específicas y efectivas para prevenir y responder a la violencia. Esto podría incluir la implementación de leyes más estrictas para proteger a los niños y adolescentes, el fortalecimiento de los sistemas de apoyo a las víctimas y sus familias, y la promoción de la educación y concienciación sobre los derechos de la infancia.

Sin embargo, la recopilación de datos por sí sola no es suficiente. Es crucial que estas estadísticas se traduzcan en acciones concretas y sostenidas en el tiempo. Esto requiere un compromiso firme por parte de todos los sectores de la sociedad: el gobierno, las organizaciones no gubernamentales, las instituciones educativas, los medios de comunicación y, sobre todo, los ciudadanos.

Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la protección de nuestros niños y adolescentes. Debemos levantar nuestras voces contra la violencia, denunciar cualquier forma de abuso y trabajar juntos para crear un entorno seguro y protector para las generaciones futuras.

En última instancia, detener el ciclo de violencia hacia la niñez y adolescencia en Bolivia no es solo una cuestión de política o legislación, sino de valores y humanidad. Es hora de que nos unamos como sociedad para poner fin a este flagelo y garantizar que cada niño, niña, adolescente, mujer, población LGBT en Bolivia pueda crecer y prosperar en un ambiente de amor, respeto y dignidad.

 

Claudia Vaca

Investigadora en Educación y Cultura

Universidad de Salamanca