¿A quién le conviene encarcelar a Evo Morales?

La lucha por el control del partido ha elevado el tono y se cruzan amenazas judiciales pero… ¿quien saldría ganando con una guerra fratricida en el MAS?

¿A quién le conviene encarcelar a Evo Morales?
Evo Morales

Partiendo de que en una democracia occidental la eliminación física no se plantea, los rivales de Evo Morales están sondeando hasta tres vías para evitar cruzárselo en las elecciones de 2025.

La primera es la de la inhabilitación vía Tribunal Constitucional, pero el planteamiento ha quedado obsoleto y extemporáneo, pues con la Ley de Partidos vigentes, la cuestión de la constitucionalidad del candidato se verá después de una hipotética primaria.



La segunda vía, precisamente por eso, pasa por ganarle las Primarias. En eso hay varias vías sondeadas, una es conseguir que la primaria sea “abierta y por tanto, participe toda la población y ahí los opositores que le temen más a Evo que a Arce resulten decisivos. La otra es ganarla en mesa gracias al Tribunal Supremo Electoral, en este caso encargado de aprobar convocatorias y contar los votos.

La tercera vía, y que ha arreciado en las últimas semanas, es la de meterlo en la cárcel y en esas se está esforzando a fondo el actual ministro de Justicia, Iván Lima, a la sazón cabeza pensante de la estrategia jurídico electoral contra Evo, que no necesariamente quiere decir que sea a favor de Arce.

Encarcelar a Evo

El asunto tiene enjundia pues ni siquiera el gobierno de Jeanine Áñez, que duró 11 meses y no dudó en ejercer todo el poder posible sobre el resto de poderes del Estado, algunos muy proclives a ser presionados por cualquiera, no logró encontrar asuntos que le permitieran tener una sentencia firme y más bien se abonó a relatar nuevos tan sobrecargados de escándalo como escasos de pruebas.

Los estrategas sin embargo no discuten sobre si es posible encarcelar a Evo, sino sobre el impacto que tendría en lo electoral y quien sería el beneficiado, y esta es la clave.

La parte más dura del bloque analista pone como ejemplo a Jeanine Áñez y al propio Luis Fernando Camacho: Pese a un relativo apoyo popular, mucho más presente el segundo que el primero, la cárcel ha sido inevitable y su influencia se ha ido apagando hasta la indiferencia.

Por otro lado, también coinciden en que es un buen momento en la coyuntura internacional por las inminentes elecciones en Venezuela y México, que concentran la atención de sus principales socios; por las tensiones crecientes con Argentina y todo esto sin hablar del régimen iraní o ruso, que nunca pudieron ser considerados aliados, y que realmente están a otra cosa.

En el otro lado se ubica una visión más realista además, apoyada en datos: El Movimiento Al Socialismo ha ganado todas las últimas elecciones nacionales con mayorías absolutas porque a la amplia base popular ha sumado una amplia mayoría de clase media, pero incluso en los momentos en los que la clase media no quiso votar al MAS: en el referéndum de 2016 y en las elecciones fallidas de 2019, el MAS siguió superando holgadamente el 45%, y no hay duda de que una de las motivaciones que arrastraba a la gente era precisamente Evo Morales.

Unos creen que el MAS se sobrepondrá a un impacto de este calado y votará al partido azul “porque no hay otra alternativa”, otros creen que es “demasiado” encarcelar a Evo (de hecho amenazar con ello) y que una buena parte de la población popular no votaría nunca a sus verdugos. De esos, una parte alquilaría alguna sigla para convertirse en una suerte de “MAS auténtico”. Otros no. Y es justo en ese escenario en el que cabe preguntarse:

¿Para quien juegan los promotores de esta estrategia?