A un año de su caída ejecutando el ‘salto de la muerte’, Cristian López está listo para el paso de parada y el paracaídas

Recuperación milagrosa. Pasó por una operación de columna y cinco para reconstruir los fémures de ambas piernas. Su médico tratante detalla todo el procedimiento que le permitirá tener, de aquí en adelante, una vida civil y militar completamente normal

Algunas de las consecuencias del accidente ejecutando el
Algunas de las consecuencias del accidente ejecutando el ‘salto de la muerte’

Fuente: eldeber.com.bo



 

La historia del más reciente año de vida del ahora subteniente Cristian López es un testimonio de valentía, dolor y mucha fortaleza. Pero poco más de 365 después de esa terrible caída de 50 metros, tras realizar el fallido ‘salto de la muerte’ en el Colegio Militar, su médico tratante, el traumatólogo Alfredo Pozzo, sonríe y asegura que el muchacho podrá volver a hacer el paso de parada, ese salto en paracaídas que tanto anhela y lo más importante: tener una vida completamente normal.

Cristian cayó con los pies por delante, no como su compañero Erlan, que lo hizo de cabeza y se fracturó la columna, desafortunadamente con sección de la médula espinal, lo que para los médicos le quita cualquier posibilidad de volver a caminar aunque él espera un milagro, como lo relató en la anterior entrega de este reportaje.

El 19 de abril, al cumplirse un año de la caída de los dos jóvenes y tras una misa de acción de gracias que se realizó en la Clínica del Sur, Cristian confesó a EL DEBER que “fue un año muy complicado” el que le ha tocado vivir durante su recuperación. “Pero creo que me sirvió mucho para ser más fuerte. Sentí muchos dolores, pero aprendí a sobrellevarlos y a seguir adelante”.

Definitivamente, lo advierte con total autoridad. “De cada caída (y vaya que la suya fue extremadamente dolorosa) hay que saber levantarse”. Fue muy difícil, para él y su familia. “Quiero dejar una enseñanza para todos. Ante cualquier adversidad, debemos ser más fuertes y definitivamente creo que sólo así uno puede levantarse”.

El subteniente López y su familia prefirieron no hablar porque no tenían el permiso de la institución, pero pidieron a este medio contactar al doctor Pozzo, a quien le agradecen infinitamente porque consideran que Dios usó sus manos y su experiencia para que se consolide el milagro de su total recuperación.

El accidente ocurrió poco después del mediodía, ambos jóvenes fueron evacuados a la Clínica del Sur. El personal de enfermería y los médicos que estaban de turno nunca olvidarán a Karina Viamont, mamá de Cristian, que ingresó desesperada, tiró las pertenencias del joven que cargaba en un sillón de la sala de emergencias, exclamó que traían a su hijo y rogó que por favor lo ayuden.

Minutos después la ambulancia llegó con él. En la primera revisión, se notaba que tenía sensibilidad. Es decir, podía mover sus pies y sentía un dolor tremendo. Hoy, el doctor Pozzo señala que esa era una luz de esperanza, pero al final de un largo, muy largo túnel.

“Llamaba la atención que tenía fracturadas ambas piernas, ambos fémures en realidad.  A la altura del muslo habían heridas que estaban vendadas a los dos lados, eran fracturas expuestas”. Por eso, la primera acción del equipo médico de la clínica fue estabilizarlo, “luego ver cómo estaba el paciente, si tenía algún daño en el cerebro, en la columna, para lo que procedimos a hacerle los estudios correspondientes”, relata el doctor Pozzo.

Le hicieron una tomografía de cráneo, y otra de columna. “Ahí se vio que tenía una lesión en la columna, una fractura, y por eso tuvo que ser operado”. Lo importante fue que en este caso, no había compromiso en la médula espinal, lo cual fue clave para que hoy el joven pueda caminar.

Empero, “sacando las radiografías vimos que tenía fracturados los dos fémures.  En el lado derecho vimos una fractura fragmentada que no era tan compleja, además de una ruptura multifragmentada de rótula”.

La situación en el lado izquierdo se pintaba mucho más compleja. “Sufrió una fractura muy grave, multifragmentada, en el tercio y el medio del fémur izquierdo. Eso configuraba una situación muy difícil y representaba un desafío muy importante para el doctor Pozzo y el equipo médico de la Clínica del Sur.

En ese momento valoró al joven el área de neurocirugía, “luego lo hicimos nosotros, en el área de traumatología. La conclusión fue que había que fijar la columna de emergencia, y también había que estabilizar los dos fémures. Ingresamos a quirófano, ellos lo tenían que operarle la columna, y para eso se pone a los pacientes boca abajo, pero no podían hacerlo porque tenía los dos fémures fracturados”.

Esta es la espalda de Cristian luego de la cirugíaEsta es la espalda de Cristian luego de la cirugía

Por eso Pozzo y su equipo ingresaron primero a la sala de operaciones. “Hicimos la limpieza quirúrgica y fijamos con tutores externos los dos fémures, fue un procedimiento de emergencia. Después de eso ingresaron los colegas de neurocirugía y ellos fijaron la columna. Cristian pasó a terapia intensiva, lo estabilizaron y se dieron cuenta de que tenía un trauma torácico, le pusieron un sello de agua, y se estabilizó al paciente”. 

El tratamiento recién había comenzado, y había muchas cosas por hacer, pero todos, médicos, el paciente y los familiares, sabían que el tratamiento iba a requerir muchísima paciencia. Muy pocas veces llega a la emergencia un paciente que cae 50 metros y vive para contarlo, y en este caso fueron dos.

“Esperamos, lo fuimos curando y estabilizando el cuadro general. El paciente fue recuperando y mejorando, y ya programamos las cirugías definitivas de los dos fémures.  Primero operamos el fémur derecho con un clavo centro medular y operamos la rótula de ese mismo lado”.

Se dejó pendiente el lado izquierdo, porque la lesión era mucho más compleja. “Esperamos como dos a tres semanas y después de ese tiempo le operamos ese fémur también.

El número de operaciones

Fueron un total de cinco operaciones del área de traumatología y una de columna.

El doctor Pozzo ingresó tres veces para realizar las limpiezas quirúrgicas, “en la cuarta fijamos el fémur y la rótula del lado derecho y ya después entramos a una quinta cirugía para el fémur izquierdo, que era el más complejo. Tenía muy mal pronóstico, decíamos que esto no iba a consolidar por falta hueso, estaba todo triturado, en muchos fragmentos”.

Pozzo relata que para ver cuál era la mejor opción de tratar ese fémur, realizó consultas y juntas con los médicos de La Paz, “con colegas del interior, inclusive con colegas del exterior. Vimos qué opciones teníamos, qué podíamos hacer en este caso. Muchos sugirieron un transporte óseo, que consiste en la movilización de un segmento de hueso, en dirección longitudinal, bajo los principios de tensión-estrés, permitiendo la osteogénesis. Esta técnica es una opción para el tratamiento de grandes pérdidas de sustancia ósea, usualmente superiores a cuatro centímetros.

El médico contó que otros sugirieron “que le pongamos placas, que le pongamos injertos de cadáver, que llenemos el hueso. Es decir, habían muchas opciones, todas bienvenidas, pero al final nos decidimos por el enclavado centromedular, sin tocar nada”.

¿Qué es el enclavado centromedular?, se le preguntó al médico. “Es poner un clavo dentro del fémur, es una técnica poco invasiva. Es decir, no le cortamos en el lugar de la fractura. Este clavo lo hemos puesto retrógrado, lo introdujimos por la rodilla y luego el clavo avanzó hasta el cuello del fémur sin tocar la fractura. Le dejamos fijadores externos, a través de esto logramos pasar el cauce intramedular”.

Fue un trabajo muy coordinado. “Nos preocupamos por darle la distancia, la altura. Si no tienes hueso no puedes medir la distancia, la simetría con el otro lado para que queden parejitos. Tuvimos mucho cuidado, si no los hacíamos bien Cristian podía quedar con dismetría, un acortamiento (que lo deje cojo de por vida). Es complejo, primero hay que evitar la rotación, tenemos que ser muy específicos, que este pedazo esté alineado y esté a la misma rotación. ¿Usted lo vio caminar?, lo hace perfectamente”, asegura.

Detalla que no tiene acortamiento “y mueve muy bien las piernas. Las levanta, las rota. No hay ninguna alteración, afortunadamente. Tiene movilidad completa de rodilla, tiene movilidad completa de cadera. Camina sin problema. A partir del sexto mes empezó a hacerlo”.

Aún está en proceso de rehabilitación, lo estamos cuidando. “Que termine de hacer un callo, yo creo honestamente que él va a poder hacer ejercicios, él va a poder retomar su actividad física, tendrá una vida militar y civil completamente normal”.

Cristian López, ahora subteniente, luego del fallido ejercicio militarCristian López, ahora subteniente, luego del fallido ejercicio militar

Su valentía abrió paso al milagro

Con su experiencia como antecedente, el galeno admite que hay personas que se fracturan un fémur por un golpe, una caída, y nunca llegan a consolidar una recuperación completa. “Tarda, se complica, quedan huesos chuecos, cortos o largos”, dice.

Pero Cristian colaboró muchísimo, y para su médico, eso pudo haber activado el milagro. “Es muy importante las ganas de recuperación que tiene el paciente, eso ayuda mucho. Hay personas que se deprimen y no quieren trabajar, le ponen muchas trabas a su recuperación. Cristian siempre fue muy colaborador, le decíamos que debía pararse y lo hacía”.

Las heridas de Cristian han ido sanando de a poco, “no nos hemos apresurado con nada, muchas veces por cuestiones económicas. (Pero) nos hemos dado el tiempo necesario de esperar, de ver que la piel esté mejor, que el tejido recupere para recién operarlo y ponerle el clavo. Al día siguiente empezó a moverse, y a pisar poco después, no ese rato. Creo que hemos hecho lo que teníamos que hacer y la evolución ha sido favorable», lanza su veredicto el galeno.

De esa forma, paso a paso, el joven pudo levantar la rodilla, pudo caminar. «Si le dices marcha, lo hace. Si le dices levanta la pierna, levanta la pierna y la estira. Puede hacer el paso de parada, este chico tiene tremenda fortaleza, estoy seguro de que cumplirá con el tiempo eso que tanto hemos hablado: lanzarse en un paracaídas, como es el examen de uno de esos cursos que quiere hacer.

El doctor asegura que ha cobrado sus honorarios, según los aranceles de ley, pero el personal de la clínica y la familia aseguran que le ha tomado un cariño especial al joven y en este caso, Pozzo ha hecho todo para lograr su recuperación, incluso pasando por alto lo económico

Le volvemos a preguntar: ¿Ha habido milagro aquí?” y la respuesta es: “Ha evolucionado muy bien, todo ha salido muy bien, y si eso es un milagro, pues sí hubo un milagro, porque todo ha salido bien, todo ha ido muy bien, sin complicaciones«.

Y en estos casos graves, la amenaza más peligrosa es que aparezca una infección. “No ha pasado ni al principio, ni al medio, ni al final. En ninguna de las cirugías se presentaron complicaciones, podíamos haber requerido un injerto. Hasta ahora no ha necesitado y es posible que no necesite, todos los fragmentos óseos que se han quedado adentro han ido pegando uno tras otro. Veíamos la evolución y cada vez iba mejor, hacíamos un control mensual y en cada uno el avance era favorable. Cada vez mejor, mejor, y mejor”.

Lo que viene ahora es pura rehabilitación.  “Ya ha hecho mucha fisioterapia,  Ya tiene movilidad, sensibilidad, todo completo. ¿Qué faltaría?, fortalecimiento muscular y terminar que encalle el hueso, eso es con tiempo. Podrá hacer, luego de que le retiremos lo clavos, en un buen tiempo todavía, una vida completamente normal. Por lo menos de la parte que me compete de los dos fémures, y lo de la columna, una vez estabilizada, no tendría por qué haber problemas”, concluyó satisfecho.