América Latina está en un momento económico crítico

La región puede verse impedida de capitalizar a su favor las oportunidades.

POR PABLO DEHEZA

Un informe del Banco Mundial señala que el crecimiento de las economías en la región está estancado. IMAGEN: CNN

 



Fuente: La Razón

INFORME

Un reciente informe del Banco Mundial señala que el crecimiento de las economías en la región está estancado y que se incrementan las presiones sobre la población.

América Latina y el Caribe ha llegado a una coyuntura crítica. Si bien en las últimas décadas la región ha logrado avances significativos en la estabilización económica, el crecimiento se ha estancado, lo que socava el progreso. Se necesitan medidas urgentes para revertir el rumbo. El Banco Mundial señala, en su nuevo informe, “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?”, áreas potenciales de acción para los países. El organismo enfatiza que aprovechar las políticas e instituciones de los Estados son fundamentales para cualquier estrategia con impacto.

El Banco Mundial prevé que el PIB regional se expandirá un 1,6% en 2024. Se espera un crecimiento del PIB de 2,7% y 2,6% para 2025 y 2026, respectivamente. Estas son las tasas más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad. Muchos hogares se encuentran bajo presión debido a que las transferencias sociales están disminuyendo y los salarios aún no se han recuperado a los niveles de prepandemia.

El bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es solo una estadística económica sino una barrera para el desarrollo. Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos, con mayor pobreza y desigualdad.

“Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado. Debemos actuar con decisión para ayudar a América Latina y el Caribe a romper con este ciclo”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. Los factores detrás de estas cifras incluyen bajos niveles de inversión y consumo interno, altas tasas de interés y elevados déficits fiscales, la caída de los precios de las materias primas y la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes como Estados Unidos, China, Europa y otros países del G7. Un escenario global adverso, marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno de El Niño, podría perjudicar aún más las perspectivas regionales.

Fotos: LA RAZÓN-ARCHIVO
Fotos: LA RAZÓN-ARCHIVO

 

INFLACIÓN.

El buen manejo de la inflación ha sido un punto positivo en la región, reflejo de décadas de reformas macroeconómicas sólidas, señala el informe del Banco Mundial. La inflación regional, excluyendo Argentina y Venezuela, se sitúa en el 3,5%, frente al 5,7% en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que incluye a las naciones con las economías más desarrolladas. En la mayoría de los países, las expectativas inflacionarias siguen ancladas y se espera que los bancos centrales alcancen sus objetivos en 2024. Para capitalizar este progreso y reavivar las economías, la región debe abordar desafíos de larga data. Las reformas en infraestructura, educación y comercio son fundamentales para mejorar la productividad y la integración al mundo.

“A medida que retrocede el impacto de la pandemia, las tasas de crecimiento de la región vuelven a los niveles de la década de 2010. Esto muestra que la región no ha abordado los problemas persistentes que bloquean su potencial, incluidos los bajos niveles de educación, infraestructura deficiente y altos costos de inversión, que también alimentan el descontento social”, dijo William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. Añadió que se requiere perentoriamente “una agenda que impulse el crecimiento y que aborde seriamente estas brechas. De lo contrario, la región quedará estancada y no podrá atraer inversiones ni aprovechar nuevas oportunidades, como la relocalización de industrias o la economía baja en carbono. La mejora de los sistemas de competencia debería ser parte de estas estrategias, lo que beneficiaría a los consumidores y las empresas”.

Fomentar la competencia es fundamental para reactivar la economía y recuperar la confianza de los inversores. Cuando la competencia se sustenta en políticas, instituciones y marcos sólidos, se alienta a las empresas a innovar, ser más eficientes y ofrecer avances tecnológicos. Los precios más bajos y la variedad de opciones benefician a los consumidores. Este es un asunto urgente. La región tiene bajos niveles de competencia, lo que socava la innovación y la productividad. Los consumidores también se ven perjudicados al enfrentar costos más altos que el resto del mundo.

 

COMPETITIVIDAD.

El informe analiza las razones detrás de este escenario. El panorama empresarial está concentrado y existe un marcado contraste entre unas pocas grandes empresas que dominan los mercados y numerosas pequeñas empresas. El 70% de los trabajadores son autónomos o trabajan en empresas de menos de 10 empleados, ocupados en su mayor parte en actividades de baja productividad.

Además, pese a que muchos países de la región cuentan con agencias y leyes de competencia, su aplicación es débil debido a que muchas agencias carecen de fondos o de personal suficiente. Las firmas poderosas suelen influir en las políticas gubernamentales, lo que reduce la eficacia de las leyes de competencia.

Todo esto crea un ciclo en el que un puñado de grandes empresas dominan e influyen en los mercados, y tienen pocos estímulos para innovar. Con bajos incentivos para sobresalir, empresas poco productivas permanecen en el negocio y terminan mal preparadas para competir, sofocando su potencial para impulsar el crecimiento.

A la vez que exploran nuevas vías para revitalizar el crecimiento, los países deberían evitar la tentación de limitar la competencia, lo que podría perpetuar el actual ciclo de baja productividad y ralentización. Para corregir los marcos de competencia y mejorar la posición de los países de la región en el mercado global, el Banco Mundial sugiere áreas clave de acción. Estas incluyen lo siguiente.

Primero, fortalecer las agencias de competencia. El informe contiene nueva evidencia de que las agencias nacionales de competencia efectivas tienen un impacto positivo en la productividad, las ventas y los salarios. Reforzar estas instancias incluye garantizar su independencia y hacer cumplir su capacidad para hacer cumplir las regulaciones antimonopolio y a favor de la competencia, especialmente para las empresas más grandes. Esto supone también promover prácticas efectivas de gestión pública y capacitar a funcionarios.

Segundo, apoyar las políticas de innovación. La competencia per se no es suficiente para que las empresas prosperen. Las empresas deben estar preparadas para una mayor competencia, tanto nacional como internacional. Esto requiere políticas complementarias que estimulen a las empresas a innovar y ascender en la escala tecnológica para que puedan competir, adoptar nuevas técnicas y crecer.

Tercero, potenciar la capacidad dirigencial. Mejorar los conocimientos de gestión ayudará a las empresas a responder a los mercados, identificar nuevas oportunidades, desarrollar planes de negocios y estimular a los trabajadores. Esto debería ir acompañado de una agenda para mejorar la educación en todos los niveles, preparando a los estudiantes y a la fuerza laboral para prosperar en entornos competitivos.

 

DESAFÍOS.

Uno de los desafíos definitorios del siglo XXI es el cambio de los combustibles fósiles a la energía verde. Esto tendrá profundos efectos macroeconómicos. En América Latina, el uso de combustibles fósiles sigue siendo generalizado, pero el uso de energías renovables está aumentando rápidamente. La región se beneficia de una rica oferta de fuentes no fósiles, incluidos biocombustibles, hidroeléctrica, solar, eólica y geotérmica. También es rico en minerales como el litio, un insumo crucial para las baterías de los vehículos eléctricos. La inversión en infraestructura de energía renovable no solo puede abordar las preocupaciones ambientales; también ofrece beneficios económicos, incluida la creación de empleo, la independencia energética y una mejora de los saldos en cuenta corriente.

América Latina tiene una población todavía joven en comparación con la mayoría de las otras regiones del mundo, pero ahora está envejeciendo rápidamente. El dividendo demográfico de la mayoría de las economías está llegando a su fin. Esto significa que hay menos trabajadores activos para sustentar a un número creciente de dependientes. El envejecimiento de la población plantea desafíos como mayores costos de atención médica, crecientes gastos en pensiones y una fuerza laboral cada vez menor. Sin embargo, existen oportunidades para mitigar estos desafíos, por ejemplo, mejorando la participación femenina en la fuerza laboral, promoviendo el empleo formal e implementando reformas graduales en los sistemas de pensiones y atención médica. Esto puede incluir aumentar la edad de jubilación y promover el empleo de los trabajadores de mayor edad. Estas medidas pueden aliviar la presión sobre los presupuestos gubernamentales y al mismo tiempo garantizar un acceso justo a la atención sanitaria y provisiones de pensiones suficientes.

La transformación digital continúa avanzando gracias a una mayor conectividad, una mayor adopción de tecnologías digitales y un crecimiento considerable de los servicios digitales. América Latina ha sido testigo de una rápida digitalización, particularmente en el sector financiero y de pagos. Las asociaciones exitosas entre el sector público y el privado (el primero proporciona la infraestructura y el segundo impulsa la innovación) han resultado en un apogeo para los sistemas minoristas de pago rápido. Esto ha impulsado la inclusión financiera, promovido la competencia y aumentado el bienestar económico general. Sin embargo, todavía existen importantes brechas en el uso y el acceso a las tecnologías digitales. Garantizar un acceso generalizado a la infraestructura digital y fomentar la alfabetización digital sigue siendo fundamental para un crecimiento inclusivo.

Las crecientes fricciones entre las grandes potencias están teniendo repercusiones en todo el mundo. América Latina se encuentra en una posición en la que puede aprovechar los cambios geopolíticos a su favor. La región puede beneficiarse del nearshoring o del friend-shoring a medida que las empresas buscan diversificar las cadenas de suministro y mitigar los riesgos. Sin embargo, la perspectiva de un mundo dividido presenta riesgos, ya que América Latina podría quedar atrapada en rivalidades geopolíticas y sanciones económicas.

Fuente: La Razón