La falta de empleo empuja al divorcio entre la profesión y el oficio para garantizar el sustento familiar

Los jóvenes se especializan, pero la falta de oportunidades los lleva a emprender en oficios que nada tienen que ver con la capacitación universitaria

Guardia de seguridadSer guardia de seguridad es otra opción para los jóvenes que no encuentran empleo



Fuente: eldeber.com.bo

Para muchos jóvenes, los años de estudios para la preparación y especialización se quedan enmarcados en la pared por la falta de empleo en el país. Se ven obligados a guardar sus títulos y asegurar el sustento de los suyos con oficios totalmente distintos al que se prepararon en las aulas universitarias.  

Los testimonios muestran la realidad que viven una gran cantidad de jóvenes en el país.

Tiene 26 años y hace cuatro años terminó la universidad, donde se graduó como ingeniero comercial. Siguió un diplomado de Marketing Digital confiando que esa especialización podía garantizarle un empleo. Al principio logró ser parte de una empresa donde consiguió ganar un salario de Bs 5.000, pero con la pandemia hicieron reducción de personal y fue uno de los que quedó afuera. Empezó su búsqueda y no logró encontrar nada y fueron tiempos difíciles, por lo que finalmente, a finales de 2022, decidió emprender un negocio de juegos en red y ahora se va levantando.

Otro joven es ingeniero petrolero y no ha podido encontrar un trabajo, por lo que tuvo que buscar un sustento en el campo gastronómico. Se asoció con un amigo y decidieron poner un local para la venta de jibas. Ellos ponen su energía para que sus clientes se vayan satisfechos y también puedan crecer en este negocio.

Otro que también es médico cirujano no logró ejercer su profesión y también incursionó en la venta de pacumutos de jibas y está abocado a extender su negocio.

Otros se sustentan con un trabajo temporal, como el de taxista. Deciden este oficio mientras aparece algún trabajo, pero el tiempo pasa y se quedan en tiempo indefinido.

También están aquellos que encuentran la forma de moverse en el ámbito de su profesión, pero las condiciones son precarias y deben conformarse con las condiciones que le ofrecen. Los bajos salarios y la falta de condiciones los agobia. “Lo más que ofrecen son Bs 2.500 y son trabajos sin horarios, no respetan las ocho horas de trabajo”, dice una joven de 27 años que hace tres terminó su carrera, pero no ha podido conseguir un empleo con un sueldo que garantice todos sus gastos y le permita tener algo de ahorro. Ella se dedica al comercio para poder aumentar sus ingresos.

Carmen Quiroga decidió emprender sola, porque el sueldo que le pagaban  en un empleo que consiguió solo le permitía cubrir el transporte. Ella se graduó como ingeniera comercial y como administradora de empresas, su primer carrera la terminó en 2020  y la otra en 2022. Ahora tiene dos empresas, una de marketing  y la otra es una heladería que tiene sus propias características. 

Melisa Contreras estudió ingeniería civil y trabajó unos dos años en su profesión, pero luego decidió emprender junto a su hermana arquitecta y su madre en un supermercado de plantas que el próximo mes de julio cumple su segundo año.  Le va mejor y tuvo que empezar a capacitarse para llevar el negocio.

«Yo creo que no hay estabilidad laboral, hay muy pocas propuestas y si las hay no ofrecen las condiciones que deberían, eso hace que uno tome otras decisiones para crecer profesionalmente», comenta.

trabajo

Melisa Contreras emprendió en un oficio distinto a su profesión,  Foto: Ricardo Montero

Estos testimonios identifican a muchos que están en la búsqueda de mejores condiciones de vida con sus profesiones, pero el mercado laboral no los favorece.

¿Cuál es la situación laboral en el país?

 

En 2024 se espera que dos millones de trabajadores más busquen un empleo, lo que elevaría la tasa de desempleo mundial al 5,2%, un retroceso con respecto al 5,1% de 2023, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En su informe de Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2024, la OIT destaca que aunque los mercados laborales han mostrado gran resiliencia frente al deterioro de las condiciones económicas, la recuperación de la pandemia de Covid-19 sigue siendo desigual, ya que han surgido nuevas vulnerabilidades y crisis múltiples que erosionan la posibilidad de una mayor justicia social.

El desempleo ha caído por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, pero el desempleo mundial aumentará en 2024, al igual que las desigualdades, además de que habrá un estancamiento de la productividad, apunta el estudio.

Empleo juvenil

Condiciones laborales para los jóvenes en Bolivia

De acuerdo al informe del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), el empleo juvenil en las ciudades del eje central (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y El Alto) aglutina a más de tres cuartas partes del empleo total de las ciudades capitales del país (81% en 2006 y 2021). La situación de la economía y el trabajo suscitados en los últimos 15 años presentan grandes desafíos, toda vez que el desempleo continúa siendo elevado para los jóvenes, duplicando el de los adultos, y los puestos de trabajo a los que logran acceder ofrecen condiciones laborales precarias.

El informe señala que los sectores no productivos (comercio y servicios) continúan siendo el principal espacio donde siete de cada diez jóvenes, tanto al inicio como al final del periodo, encuentran oportunidades de empleo; situación que confirma que no sucedieron cambios sustanciales en los sectores generadores de ingresos y empleo (agropecuaria e industria manufacturera).

El empleo asalariado, como rasgo característico de las inserciones laborales de los jóvenes, ha perdido terreno en el periodo de análisis casi en similar proporción para hombres y mujeres. En 2006, siete de cada diez jóvenes trabajaban como asalariados, proporción que se ha reducido a seis de cada diez en 2021. A inicios del periodo, los jóvenes encontraban espacios de trabajo asalariado principalmente en el comercio y la manufactura; a estos sectores se adicionaba la construcción y el transporte en el caso de los hombres, y el servicio doméstico y el servicio en hoteles y restaurantes, en el caso de las mujeres, marcando claramente las diferencias de género en los puestos de trabajo.

Entre tanto, el incremento de la participación juvenil en puestos de trabajo “no asalariados” presenta algunos matices. Los trabajadores por cuenta propia aumentaron su participación de 18% a 23%, mientras que la participación de los trabajadores sin remuneración casi se habría duplicado (de 9,6% a 17,1%); a su vez, el trabajo como empleador o socio que apenas alcanzaba al 4% del total del empleo juvenil se contrajo a 1,4%. Todo parece indicar que las políticas de empleo que intentan crear una ilusión de jóvenes emprendedores avanzan con lentitud, y en todo caso estarían dirigidas a incentivar actividades por cuenta propia en las que las condiciones laborales son extremadamente precarias.

Los jóvenes de las ciudades tienen las ocupaciones que demandan menos requisitos para su desempeño, situación que ha cambiado muy poco desde el inicio del periodo; en 2021, siete de cada diez jóvenes se ocupan como vendedores y prestadores de servicios personales, trabajadores de la industria y la construcción, y trabajadores no calificados (estrato inferior) donde las mujeres, aunque levemente, habrían disminuido su participación, mientras que los hombres habrían encontrado nuevos espacios laborales. 

Al parecer, todos los esfuerzos que hacen los jóvenes por permanecer en el sistema educativo y mejorar su nivel de escolarización y profesionalización, no les ofrece oportunidades para encontrar empleos de mejor calidad.

Asalariados