Las «bodas del año», cuestión de estatus y reciprocidad

El matrimonio se considera un ritual crucial para la continuidad y la estructura de la sociedad, pues representa la institución básica de la organización social. Más allá de su función simbólica religiosa, se lo vincula estrechamente con la estabilidad económica y política, así como con la transmisión de roles, jerarquías y valores culturales.

Fuente: lostiempos.com

La configuración de la familia monogámica se asocia con la concentración y la continuidad del poder económico en una sociedad. En este sentido, el matrimonio se convierte en un mecanismo para preservar y consolidar la riqueza dentro de ciertos grupos familiares. La ostentación y el derroche asociados con las denominadas “bodas de año” o “bodas millonarias” son una manifestación de este poder económico, aquellos que tienen más recursos exhiben su estatus y dominio frente a aquellos que tienen menos.



Lo que distingue a estas bodas son los obsequios extravagantes que entregan tanto los familiares como los invitados. Desde camiones hasta terrenos, autos cero kilómetros, cientos de cajas de cerveza, muebles para el nuevo hogar e incluso sumas significativas de dinero en efectivo. Los billetes adornan el cuerpo de los recién casados como símbolo de prosperidad y fortuna. Además de la presencia de varios artistas y grupos musicales de renombre internacional, que viajan desde distintas partes del mundo para amenizar la ocasión.

Estas celebraciones de lujo no son eventos de un solo día, más bien, se extienden por dos, tres, hasta cuatro días, repletos de música, comida y, por supuesto, abundante cerveza. Además, los obsequios son considerados como una ofrenda a la Pachamama, la madre tierra. Esta conexión espiritual refuerza el significado simbólico de los regalos y añade una capa adicional de profundidad a la celebración.

TRADICIÓN Y ECONOMÍA

La influencia de los valores culturales y sociales en estas bodas es innegable. Marcelo Guardia, comunicador e investigador, señala que estas celebraciones están arraigadas en la tradición aymara y andina, en la que la importancia del estatus cultural y económico se manifiesta de manera destacada.

La economía y la clase social desempeñan un papel fundamental en la realización de estas “bodas del año” o “bodas millonarias”. “Cuanto más dinero, más ostentosa es la fiesta”, afirma Guardia. El derroche de dinero no solo refleja el poder económico de las familias involucradas, sino también su estatus social y político. Las bodas se convierten en un escenario donde las clases sociales se encuentran y comparten, reforzando así la cohesión social.

A pesar de la espectacularidad de estas bodas, no están exentas de críticas, especialmente en un país donde las desigualdades económicas son significativas. La ostentación y el derroche pueden ser objeto de cuestionamiento en un contexto donde muchos luchan por satisfacer necesidades básicas. Sin embargo, Guardia argumenta que este despliegue de opulencia es parte de un concepto sociológico llamado “distinción”, la exhibición de riqueza se convierte en un capital simbólico deseado por todos.

“Estas ‘bodas millonarias’ son la representación del estatus, de la modificación, de la ascensión social, de la conquista de un nuevo estatus social en el contexto regional, departamental y nacional, obviamente. Entonces, tiene que ver con esa dinámica que está ocurriendo en el país, una especie de apropiación del capitalismo por todos los sectores de la sociedad, especialmente los sectores de clases medias empobrecidas del pasado”, señala Guardia.

EL AYNI

Es común en algunas regiones de Bolivia celebrar las bodas con la costumbre del ayni, que en quechua significa ‘reciprocidad’. Esta práctica, arraigada en la cultura andina, implica que los invitados o padrinos obsequien regalos de gran valor para desear éxito y prosperidad al nuevo matrimonio, así como asegurarse de que no sufran carencias en su vida juntos. Es, en esencia, una ofrenda de buena voluntad para garantizar la estabilidad y la felicidad de los recién casados.

Según el sociólogo Rodrigo Villalta, el ayni se ha adaptado a diversas áreas y hoy en día forma parte de algunas tradiciones familiares. Un ejemplo reciente de esto fue el caso de unos recién casados que recibieron la sorprendente suma de 248 mil bolivianos en su boda, una historia que se viralizó en redes sociales y desató un debate sobre si la pareja estaría obligada a devolver esa cantidad en el futuro.

Algo similar pasó en Sucre, en diciembre del año pasado. Una pareja, vestida con trajes típicos, ingresó a una boda bailando y llevando bandejas con 100 mil bolivianos cada una, sumando un total de 200 mil bolivianos. Las imágenes del evento circularon en redes sociales y varios usuarios comentaron el hecho.

Villalta explica que este fenómeno encarna la esencia misma de la reciprocidad: dar en respuesta a lo que se recibe. Según él, las parejas que recibieron tales obsequios estarán en la obligación de devolver gestos similares cuando asistan como invitados a otros matrimonios en el futuro. En este sentido, el ayni se convierte en un ciclo continuo de intercambio y solidaridad entre miembros de la comunidad.

Por su parte, Guardia enfatiza que la ostentación es legitimada por la sociedad, ya que quienes la muestran son celebrados y, compartiendo en la fiesta, se genera una especie de reciprocidad. “El que tiene más plata invita, entonces hay una especie de reciprocidad también porque el que invita gasta mucho dinero pero el regalo a los novios es la retribución”, señala.

Además, Villalta señala que el ayni también ha adquirido connotaciones de estatus social, ya que aquellos que contribuyen con más generosidad son reconocidos y destacados durante la ceremonia, lo que les otorga un estatus especial entre los invitados. Esta dinámica refleja cómo la práctica ancestral del ayni ha evolucionado para adaptarse a las realidades contemporáneas, manteniendo, al mismo tiempo, sus valores fundamentales de reciprocidad y reconocimiento social.

VIRAL

Si bien este tipo de bodas no son una novedad en la sociedad boliviana, la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales amplificaron su alcance y visibilidad. Guardia argumenta que no se trata de una nueva tendencia, sino más bien de una continuación de prácticas anteriores. Sin embargo, reconoce que los medios y las redes sociales se han convertido en herramientas para promover y difundir estas celebraciones, alcanzando audiencias específicas y contribuyendo así a la construcción y exhibición del estatus social.

Recientemente, las redes sociales estallaron con la invitación a la que se denominó como “la boda del año” de los enamorados Marcelo Choque y Nora Huanca. El escenario de esta magna celebración fue la zona sur de Cochabamba, donde durante cuatro días consecutivos, del 6 al 9 de abril, se llevó a cabo una fiesta que dejó a varios usuarios boquiabiertos.

La cartelera musical de este evento nupcial fue simplemente impresionante, con la participación de 13 grupos, incluyendo cuatro artistas internacionales de renombre. Desde Jambao hasta Yarita Lizeth, pasando por Ch’ila Jatun, Yerba Brava, Magoman, Pasión Andina y Maroyu de Raúl Yucra, la lista de artistas que amenizaron la boda fue destacada en varios medios de comunicación. A través de plataformas, como TikTok, Facebook e Instagram, se compartieron algunos momentos de este evento, generando un impacto masivo.

No es la primera vez que una boda de estas características causa sensación en el país. En 2023, más de dos bodas con impresionantes carteleras musicales también se volvieron virales, realizadas en las ciudades de Oruro y La Paz. Con artistas de la talla de Kalimba, Los Bybys, Misterio de Amor y Euphoria, entre otros, estas bodas dejaron a varios con ganas de ser invitados.

Con un video que superó el millón de visualizaciones en TikTok, los usuarios no tardaron en expresar su asombro ante la grandiosidad del evento. Algunos incluso comentaron que la fiesta “tendría más artistas que los festivales de música”.

En octubre de 2022, también se vivió otra “boda del año” con la participación de AU-D, Bad Boys Blue, de Alemania; Grupo Samuray, de México; Eddy Lover, de Panamá; Yelsid, de Colombia, además de otros artistas de Perú. Entre los grupos nacionales, estaban Kalamarka; desde Sucre, Eclipse; Ronisch de Cochabamba; Carisma, de Potosí; David Castro, y otros grupos musicales de renombre.

Este tipo de eventos cada vez es más frecuente en Bolivia no solo para celebrar bodas, sino también graduaciones de kínder, 15 años, promociones, colaciones. Numerosas fiestas se han celebrado en los famosos cholets de la ciudad de El Alto, en La Paz. Y cabe destacar que estas construcciones son símbolo de la nueva burguesía indígena.

SÍMBOLO DE PROSPERIDAD

Las celebraciones matrimoniales de este tipo en Bolivia no conocen límites en cuanto a presupuesto, se destacan por el exceso de alcohol, el despliegue de fajos de dinero y la presencia de numerosos grupos musicales de renombre.

POSICIÓN

Estas bodas también tienen una relevancia simbólica y política.

El nivel de ostentación de la celebración está directamente relacionado con el poder y el estatus social de los organizadores. Cuanto más ostentosa sea la fiesta, más poder se atribuye a la familia anfitriona en la sociedad.