Pues sí, esa es la prioridad número uno del pueblo boliviano, expulsar a este nefasto régimen, apéndice del trasnacional Socialismo del Siglo XXI, heredero del fracasado comunismo, que cayó con el Muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética, al mostrar en la práctica su inviabilidad económica, política y social.
Si bien el antidemocrático Movimiento al Socialismo, se encuentra en una franca etapa de agotamiento, es necesario darle el empujón final. Tenemos que salir de sus garras, para que Bolivia sea un país decente.
Mientras el MAS gobierne, este país no tendrá libertad, democracia ni justicia. No habrá autonomía ni federalismo, no tendremos un padrón limpio ni elecciones sin fraude, no tendrá Pacto Fiscal, no se respetará el medioambiente y mucho menos tendremos un país libre del narcotráfico, la corrupción publica y en racismo indigenista, tan arraigados en los plurinacionales.
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El masismo ya está haciendo lo propio en su autodestrucción, aunque para algunos analistas es solo un tongo impuesto desde Cuba. De todas formas, la ciudadanía ya no los soporta, sus trapitos sucios ventilados ante la opinión pública, los hace ver de cuerpo entero, un partido de gente maligna, dispuesta a cualquier cosa para seguir aferrada al poder, aunque destruyan el país hasta sus cenizas. No tengo duda que pasaran a la historia, como el partido más abominable que gobernó a esta pobre patria. Serán de triste recordación; así como los alemanes se recuerdan del nacismo, habiendo desprestigiado en el proceso, a la izquierda del Grupo de Puebla y al indigenismo quechua y aimara, sus gestores, operadores y finalmente sus únicos beneficiarios.
Ahora les toca a las fuerzas democráticas opositoras, estar a la altura del desafío de la historia. El pasado febrero escribí un artículo titulado Un Frente Amplio para el 2025, donde expresaba la necesidad de la unión de todos, para derrotar a los cocaleros y afines.
Una vez conformado este frente, y aprovechando su poderosa sinergia, se debe exigir la realización de elecciones limpias y justas, garantizando igualdad de condiciones a electores y a candidatos. Para tal efecto se necesitará tomar mínimamente tres medidas:
1) Eliminar las normativas electorales discriminatorias, que rompen el principio democrático universal de un ciudadano un voto. Es inadmisible, que la circunscripción 10 de La Paz, tenga 191.363 ciudadanos, mientras que la 15 tenga tan solo 74.798, pero ambas elijan un diputado. O que la circunscripción 57 de Santa Cruz, tenga 154.589 ciudadanos, mientras que la 53 tenga tan solo 100.306, pero igualmente ambas eligen un diputado. Pero la tuti es que la circunscripción especial de Oruro, Originaria Indígena Campesina número 3, Chipaya y Uru Murato, tenga tan solo 1.235 y con ello elige un diputado. ¡Qué cosa increíble! Hemos vuelto al voto calificado. Pero todo esto esta fríamente calculado, para favorecer al MAS, así de simple y claro. Hay que estar ojo al charque, en esta nueva redistribución de circunscripciones, que se viene con el censo 2024.
2) Es imperativo elegir un nuevo Órgano Electoral Plurinacional, con profesionales éticos, idóneos y neutrales políticamente, eliminando de la institución a todos los que participaron del fraude 2019, no aceptamos árbitros bomberos.
3) Es necesario también, la realización de un nuevo padrón electoral, que goce de la confianza ciudadana, legitimando la democracia.
Bajo estas condiciones de equidad, no tengo ninguna duda que el masismo perderá en las urnas. Lo que queda después, es la monumental tarea de reconstruir Bolivia, comenzando por quitarle la personería jurídica al MAS, no solo por el grosero fraude de 2019, sino por el desastre de país que nos han dejado. Pedirles que devuelvan toda la plata que nos robaron, será otra medida imprescindible a tomar, empezando con el Fondo Indígena.
Fuente: [email protected]