Una mirada a los necesarios y nunca apreciados roedores

Cuando se camina por el Prado de la ciudad de La Paz y se ve un ratoncito, o varios, corriendo por el pasto es posible que se piense que tal vez el roedor está fuera de su hábitat natural. Pues no es así, los ratones comunes (Mus musculus) son citadinos. No se los encuentra fuera de las ciudades porque les encanta vivir con los humanos.Una mirada a los necesarios y nunca apreciados roedoresLa bióloga Adriana Rico estudia a un roedor como parte de su trabajo de campo. Foto: La Nube

La Nube|22|04|24

Madeleyne Aguilar Andrade



Fuente: https://www.brujuladigital.net

Por eso, viven en o cerca de las casas porque allí encuentran qué comer y un agujero que les sirve de refugio. Viven entre uno y dos años; pueden tener hasta ocho crías por camada, aunque evalúan instintivamente las condiciones del entorno para determinar el número que podrían criar.

¿Sabía que los ratones comunes llegaron al país en los barcos con los españoles? En Bolivia se pueden encontrar tres tipos. Los Mus musculus que son pequeños y no tienen cola; el Akodon boliviensis, con cara parecida a la de un osito con orejas redondas y pelaje caoba; y el Oligoryzomys microtis, delgado, con orejas y cola largas, que salta.

¿Sabía que en la ciudad de La Paz no hay ratas? Lo que sí no se encuentra en esta urbe son este tipo de roedores. Por su fisiología respiratoria no pueden sobrevivir a la altitud de la sede de gobierno. En contraste, en Santa Cruz y Cochabamba sí prosperan. Las ratas Rattus rattus y la Rattus norvegicus llegaron de Asia.

Y, ¿sabías que las capibaras son roedores? De hecho, es el roedor más grande del mundo. Es herbívoro, semiacuático. Tiene la capacidad de comer sobre y bajo el agua.

“La mayoría de la gente no conoce mucho acerca de los roedores nativos silvestres, su importancia en los ecosistemas o su rol en los servicios ecosistémicos que benefician a las personas. Pero cuando comienzas a explicarles se sorprenden”, menciona Adriana Rico, doctora en ecología y directora del Instituto de Ecología de la Universidad Mayor de San Andrés.

En entrevista con Armonía, Rico dio detalles del mundo de los roedores y por qué es importante conservar las 148 especies nativas que tiene Bolivia conocidas hasta la fecha.

Rol importante

Enfatiza que estos animales juegan un papel crucial en los ecosistemas. Aunque algunas personas puedan considerarlos menos relevantes, sostiene: “Si hablamos en términos evolutivos, los roedores se han ganado su derecho de estar aquí, así como nosotros ¿Quién es quién para decidir qué especies tienen más derecho a existir por sobre otras?”.

A las personas les debería importar la conservación de los roedores porque son parte de la base en las redes alimenticias de los ecosistemas.

La ecóloga explica que, si llegase a faltar esa base, surgirían problemas en los grupos superiores, es decir, en los depredadores.

“Realmente no parecen importantes, pero si no tienen alimentos los otros animales, habrá un problema. Es una red bastante intrincada de relaciones que hay en la naturaleza, las plantas, los animales y los diferentes niveles. Basta un problema en una red se desbarata todo”, señala.

El rol de estos mamíferos pequeños es muy variado. Algunos son depredadores especializados en insectos y son muy buenos controladores de plagas, otros pueden dispersar semillas y esporas, contribuyendo así en la regeneración de los bosques, e incluso ayudan en la polinización y como presas de diversos carnívoros silvestres

Así, estos animales son importantes para los ecosistemas. “Muchos de los roedores excavan madrigueras y esto sirve para airear el suelo. Mediante los túneles que ellos hacen mueven la tierra y generan la remoción de la materia orgánica, descompactan el suelo. Cuando este está muy compactado, a las plantas se les hace difícil enraizar”, señala Rico.

Ardillas

Las ardillas también son roedores. En Bolivia, hay tres especies. Es complicado estudiarlas y colectarlas, por su modo de vida arbóreo, porque son muy listas y elusivas.

Estudios actuales evalúan si estas especies de ardillas bolivianas son realmente endémicas o presentan una mayor distribución.

“Les encanta esconder semillas como una forma de almacenamiento, pero eventualmente pueden olvidar dónde las escondieron. Entonces, de alguna manera también contribuyen en la dispersión de semillas para una posterior germinación de las mismas. Tienen un rol muy interesante”, comenta la bióloga.

La necesidad de investigarlos

Los roedores son el grupo más diverso de mamíferos en prácticamente todo el mundo y Bolivia no es una excepción. Con 148 especies los roedores son el grupo de mamíferos nativos más numeroso en el país. Sin embargo, Rico señala que en Bolivia también existen roedores nativos que se encuentran en peligro de extinción, mencionando los géneros Akodon, Ctenomys, Punomis, y Auliscomys, cuyas especies están aún bajo investigación.

La experta sugiere también que, en la medida que se desarrollen más investigaciones sobre estos pequeños mamíferos, podríamos descubrir aún más endemismos en el país.

Rico enfatiza que el criterio de endemismo es clave para la conservación de la biodiversidad y que la responsabilidad hacia estas especies endémicas es fundamental, pues estas especies están amenazadas por la pérdida de su hábitat.

Resalta la necesidad de continuar investigando y protegiendo a estas especies tan particulares y poco conocidas, y subraya  que su preservación no solo es esencial para mantener la biodiversidad, sino que también es un compromiso y una responsabilidad con la naturaleza y su equilibrio. En este sentido, la ecóloga destaca el valor de las Key Biodiversity Areas (KBA), porque se enfocan en las especies más vulnerables a la extinción y pueden sensibilizar a las personas. Consecuentemente, las KBAs podrían ser de interés para conseguir fondos para la investigación.

La relación con la salud humana

Más allá de la importancia de estos animales en los servicios ecosistémicos, estos también inciden en la salud pública y el equilibrio de los ecosistemas. Según Rico, los roedores pueden transmitir enfermedades como el hantavirus, la salmonella o la leptospirosis, aunque, siendo precisos, estas transmisiones son poco frecuentes y se dan principalmente en ambientes intervenidos por las actividades del hombre y entran en contacto, y donde la falta de orden e higiene son factores clave para que ocurran contagios.

“Es una cuestión de higiene”, comenta la especialista. La presencia de roedores en entornos humanos suele ser más común en lugares con hábitos de higiene deficientes. Mantener un ambiente limpio y ordenado reduce significativamente el riesgo de enfermedades transmitidas por roedores.

La bióloga, sin embargo, resalta fundamentalmente que lo más importante es mantener el equilibrio poblacional de los roedores en la naturaleza. Un aumento desmedido en su número, conocido como “ratada”, puede ocurrir debido a factores como la eliminación de sus depredadores naturales o cambios drásticos en el entorno, y esto podría incrementar las probabilidades de enfermedades entre ellos y, potencialmente, su transmisión a otras especies, incluyendo a los seres humanos.

En el mismo sentido, la reducción poblacional de algunas especies podría detonar el aumento en otras, pudiendo provocar también el incremento de enfermedades y patógenos, algunos zoonóticos.

“Los ciclos de población son normales”, explica Rico, destacando que estos ciclos regulares de aumento y disminución están ligados a la disponibilidad de recursos y la presión de los depredadores. Sin embargo, cuando estos ciclos se disparan anormalmente, puede ser indicativo de desequilibrios ambientales que afectan tanto a los roedores, sus depredadores e incluso las comunidades humanas.

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